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Caña flecha: resistencias y trenzados de paz en San Antonio de Palmito

Trenzar la caña flecha no es solo hablar de cultura, es entender que para los artesanos significa encontrar un refugio, para arrancar las heridas del conflicto armado.
Yesica Valdes

Diana Ciprian es una artesana de 44 años que, desde los 12, vive entre palmas, trenzados, pintas y pigmentos naturales, una mezcla de maravillas ancestrales, que podemos encontrar en la palma caña flecha. Pero no es solo Diana, son cuatro hombres y 30 mujeres, que conforman la asociación Arte Zenú, una idea que surgió para visibilizar la cultura indígena, mejorar la situación económica de sus familias, y, con hilos de paz, trenzan las heridas del conflicto armado. 

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“La caña flecha es una palma que cuidamos mucho, porque ese es el sustento de nosotras las artesanas, y de todas las familias que viven en este territorio indígena”, afirma Diana.

A pesar de reportar una baja en cerca del 80 % de sus ventas debido a la pandemia del Covid-19, estos artesanos han sido tan resistentes como la misma caña flecha. El trenzado tradicional les ha permitido hablar de los Montes de María desde el lenguaje del arte, comercializando bolsos, mochilas, sombreros, canastas, adornos y accesorios por España, Bogotá, Medellín, entre otros lugares, siempre orgullosos de sembrar a donde quiera que vayan, un pedazo de su tierra.

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Para Diana el proceso de transformación de la palma en arte es un don que solo pueden lograr las manos expertas de hombres y mujeres, que, aunque algunos no sepan escribir ni leer, ni todos sean víctimas directas del conflicto, si saben muy bien cómo sembrar paz a través del trenzado de artesanías.

“El proceso para sacar los colores de las fibras tiene un proceso de tinturado natural, el cual se obtiene con plantas como el mango, pinga mochila, la ciruela, el dividivi, caña agria y la batatilla. Además, estamos innovando con el bolso tinajera, que tiene la forma del recipiente donde nosotros tomamos el agua de manera tradicional”, cuenta Diana. 

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Esta artesana añade que para el aprovechamiento de la caña flecha se realiza un proceso de raspado, exposición al sol, y selección de la fibra vegetal de mayor calidad En este escenario la imaginación vuela y se plasma en las famosas pintas, que no son más que las figuras impregnadas en cada sombrero, bolso o accesorios, que cada vez que llegan a manos de estos artesanos, son transformados en arte y paz.

“Cada pinta tiene su significado. Las aprendí cuando de tardecita me sentaba con mi mamá en el patio a trenzar. Siempre me interesé por preguntarle el significado de cada pinta. A veces, me decía ‘mija’ estoy tejiendo la pinta de la flor del maracuyá, un alimento, que a la vez plasmamos en nuestros trenzados”, narra Diana, mientras viaja en el recuerdo.

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Algunas pintas impregnadas en la cartilla trenzando la cultura Zenú, realizado por artesanos de San Antonio de Palmito en Sucre y San Andrés de Sotavento en Córdoba, son: 

Copitas Ceremoniales

Ante el hallazgo de objetos de barro con figuras de copas, que eran utilizados por nuestros aborígenes para tomar bebidas en sus fiestas o ritos religiosos, se le da el nombre a este conjunto de pintas, ya que es parecida a dichas copas.

Corazón de Jesús

Esta pinta es llamada de esta manera, debido a que lo asemejan con el cuadro religioso en el que se representa el corazón de Jesús, de la Iglesia Católica.

La Araña Patona 

La pinta se relaciona con el parentesco de una araña muy grande, que es conocida como araña patona.

Los Ojos del Búho
 
En el centro esta pinta tiene dos figuras en forma de ojos, y se inspiró en los ojos grandes y saltones del búho.

Para Diana trenzar la caña flecha no es solo hablar de cultura, es entender que para los artesanos significa encontrar un refugio, que sirve para arrancar de raíz las heridas del conflicto armado.

“Nellys Cantero es una artesana que perdió a sus dos hermanos y su papá a causa del conflicto armado en el cabildo el Martillo de San Antonio Palmito, pero las artesanías han sido su forma de resiliencia y de construcción de paz, y la han ayudado a sanar. En mi caso, no sé escribir mi nombre muy bien, pero sigo investigando nuevos tintes y pintas, para seguir creciendo como artesana”, concluyó Diana, mientras recuerda la imagen de su madre, sentada en un taburete, enseñándole las primeras pintas.

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