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La ruta del viche, los caminos de una bebida sagrada

El Ministerio de Cultura invitó a Radio Nacional de Colombia a hacer parte de La Ruta del Viche.
Foto: Carmen Mandinga.
Carmen Mandinga

Fue aprobada la Ley del Viche la cual permite que este destilado artesanal sea patrimonio de las comunidades afrodescendientes del Pacífico colombiano. Esta medida abre nuevas posibilidades para los productores de viche que ahora buscan maneras de comercializar su producto en el territorio nacional, a la vez que dan a conocer su cultura y tradición.

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Dicha ley se venía tramitando desde octubre de 2020 gracias a la iniciativa conjunta de 23 parlamentarios de Nariño, Cauca, Chocó y Valle del Cauca, con el fin de proteger la propiedad intelectual, por medio de la Superintendencia de Industria y Comercio. Mientras que el Invima, por su parte, crearía el registro sanitario para la producción de esta bebida, preservando las prácticas ancestrales.

El Ministerio de Cultura invitó a Radio Nacional de Colombia a hacer parte de La Ruta del Viche. Allí se gestó un intercambio entre sabedores y periodistas para poner en común el conocimiento alrededor de esta bebida y los proyectos futuros para ampliar su producción, distribución y reconocimiento.

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En dicho encuentro la ministra de Cultura, Angélica Mayolo, manifestó que el plan de salvaguarda del viche “va a contemplar acciones de mediano y corto plazo para acompañar a las comunidades en todo el proceso, desde el cultivo de la caña, la transformación, hasta la comercialización”.

En la vereda Triana, en el municipio de Buenaventura, se reunieron a conversar varios “vicheros” como Yolanda Asprilla, quien lleva más de 70 años produciendo esta bebida. Ella cuenta que anteriormente se destilaba viche para consumirlo puro o para preparar bebidas medicinales que ayudaban a las mujeres a recuperarse de los partos, pero con el tiempo la técnica se fue extendiendo a la preparación de tomaseca, arrechón y otras cremas de viche, las cuales hoy se comercializan en distintos espacios, pero especialmente en el Festival Petronio Álvarez, que tiene lugar cada año en Cali.

Según han explicado los sabedores ancestrales, el uso medicinal de este producto es muy extenso, su principal propósito es tratar los órganos reproductivos: afectaciones relacionadas a la fertilidad, el tratamiento posparto, los efectos afrodisiacos y la prevención de quistes y miomas, etcétera.

No obstante, también se pueden preparar bebidas para problemas de colesterol, glicemia, y otros propósitos según las plantas medicinales utilizadas. Marisol Candelo tiene un puesto de viche en Buenaventura en el que asesora a cada cliente según sus necesidades fisiológicas. Ella asegura que cada bebida tiene un beneficio nutricional diferente, incluso la crema de viche que “mejora la actividad cerebral, combate el agotamiento y aporta calcio”.

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La ley que permite que los productos que ofrece Marisol sean legales es posible gracias a la gestión de la organización Destilando Patrimonio. Sin embargo, está precedida por la gestión de Asoparupa que trabajó por la declaración de la partería como patrimonio cultural inmaterial.

Doña Rosmilda Quiñones es la fundadora de esta organización que promueve la difusión de los conocimientos en partería de las mujeres del Pacífico colombiano. Ella explica que ambos saberes están íntimamente ligados pues el viche hace parte de la vida de las comunidades en todo momento, su importancia es medicinal y espiritual, por lo que en otras regiones del país se debe recibir el viche con respeto hacia las tradiciones y la cultura que lo produce.

El comité de Destila Patrimonio, del que hace parte también Doña Rosmilda, ha estado al frente de la gestión de la ley del viche y de todo el plan que facilitará que esta bebida sea distribuida, reconocida y que alcance en algún momento una denominación de origen que garantice calidad a los consumidores y remuneración a los productores.  

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Esta visión va más allá del destino de este producto en el mercado colombiano, pues incluye la creación de rutas etnoturísticas alrededor de saberes locales como la partería y la destilación, con el fin de que la cultura de la región se mantenga y aprecie.

En palabras de doña Rosmilda, “la cultura de un pueblo nadie la va a acabar. La idea es que continuemos fortaleciéndonos, creciendo y no verlo solo como un punto de plata, que claro que la necesitamos. Pero también necesitamos trasladar este viche a otros espacios donde tenga visibilidad”.

Para doña Rosmilda es primordial promover esta difusión de manera segura para permitir que se mantenga la herencia sin que llegue a lugares donde no se honre su espiritualidad y ancestralidad.

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