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Danza Colombia: Trayecto Pacífico

Este artículo es una colaboración de Santiago Rivas para la Radio Nacional de Colombia.

Continúa el Mes del Baile en Señal Colombia, esta vez con una temporada de Danza Colombia dedicada a una de las regiones más descaradamente ninguneada de nuestro país. Trayecto Pacífico traza un recorrido que va de lo rural a lo urbano, siguiendo la dolorosa historia, el rescate de las tradiciones y la forma de vida moderna de las negritudes en el litoral Pacífico.

Claro, en este momento las cosas han mejorado (apenas un poco) y ya no somos un país tan racista. Es más, podemos regodearnos en la empatía que han desatado en los últimos años todas las manifestaciones culturales de nuestra Región Pacífica, que hasta ahora estamos descubriendo.

Ahora vamos al Petronio, acompañamos el dolor que traen la discriminación y la falta de oportunidades, nos quejamos del hambre y la desatención del Estado, pero es mucho lo que nos faltó por recorrer, mucho lo que este país dejó de ver, en sus más de doscientos años de historia.

Con todo y eso, la cultura puede superar las heridas más hondas. La serie, en esta temporada, explora la danza como una manera de tejer identidad —una vez más—, pero parte de la forma en que la danza, como un ritual colectivo, sirvió para preservar los aspectos culturales más básicos de la idiosincrasia africana, como la necesidad imperante de reconocer el propio cuerpo, para la salud, el sexo y el goce.

De la misma forma, los rituales medicinales, que no lo son solamente para lo físico, terminaron por curar, a través del baile, algunas de las secuelas dejadas por la esclavitud.

Todos los rituales van evolucionando, y la resiliencia de esta raza negra, continúa paciente su camino por las entrañas de nuestra cultura. Es gracias a nuestra herencia africana que en Cali se baila salsa de esta forma, arrebatada y precisa, veloz y calculada, sabrosa.

Los rituales que definen a toda una ciudad están enraizados en aquellos a quienes desde un comienzo se restó de la ecuación, y Danza Colombia, sin llevarnos por senderos de culpa, nos muestra la ruta que el baile siguió, las tradiciones que aún viven y la forma en que la música acaba por unir regiones enteras y, con suerte, a todo un país, en torno a las necesidades de una región tan rica en matices, en sonidos, sabores y movimiento, como lo es el recóndito Pacífico colombiano.

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