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¡No más bolsas plásticas, por favor!

Este artículo es una colaboración de Judith Sarmiento y Juan David Escorcia para el programa Colombia Responsable de la Radio Nacional de Colombia.

"¡A extinguir la bolsa plástica! porque es la especie invasora más peligrosa y está plastificando todos nuestros ecosistemas", afirmó en Colombia Responsable la Directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, Brigitte Baptiste. Con ese punto de partida “tomamos la foto” sobre la situación del plástico en Colombia.

Para Hugo Moreno de ITGreen Colombia, un empresa dedicada a la producción de empaques mediante el uso de materiales biodegradables como el maíz, estos deben cumplir con los conceptos asociados a la Economía Circular, en donde desde su producción y disposición final, es importante asegurar que están en la capacidad de reincorporarse a la naturaleza de manera limpia.

En opinión de Moreno, es importante no dejarse engañar con el conocido eslogan “bolsa biodegradable” ya que para el ojo humano es cierto que la bolsa desaparece más rápido gracias a un aditivo especial, sin embargo, sus fragmentos se manifiestan en dos imperceptibles escenarios; quedan expuestos en el aire y afectan el aparato respiratorio o caen en los suelos, produciendo pérdida de nutrientes en la capa vegetal de la tierra, generando desertificación.

Por su parte, Carlos Alberto Garay presidente de la Asociación Colombiana de Industrias Plásticas –Acoplasticos- considera que el problema fundamental consiste en hacer un llamado efectivo hacia la promoción de un consumo responsable. El presidente del gremio agrega que es indispensable dejar de producir las bolsas prescindibles, es decir aquellas bolsas de menor tamaño y resistencia.

Para Alberto Garay, la principal responsabilidad atribuible a las empresas dedicadas a la producción de bolsas plásticas, las resume en el cumplimiento de los estándares de producción y en garantizar el espesor requerido que permita su reutilización.

La situación del plástico en Colombia no consiste exclusivamente en su extinción, por el contrario, es un complejo más amplio de decisiones que incluyen las que toman los compradores cuando hacen conciencia acerca de todo aquello que está incluido en la cadena de producción.

Es así mismo un esfuerzo por repensar modelos de consumo propuestos, entre otros, por el “código abierto”que para Sandra Gómez de Zula, un laboratorio dedicado a promover proyectos sostenibles desde la óptica de la Economía Circular, consiste en volver al trueque, a la colaboración entre los miembros de una comunidad por medio de la transferencia de conocimiento ancestral y que nos permitan, por ejemplo, volver a empacar nuestros alimentos en materiales naturales que han hecho parte de nuestra tradición, como el totumo, el fique o la hoja de bijao.

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