Un Atardecer entre rieles
Muchas de las rutas de conquista de nuestro país, la llegada de los visitantes desde la península ibérica, la salida de nuestras riquezas, el trueque, el desarrollo del comercio, importaciones, exportaciones, la pesca, las hidroeléctricas, las comunicaciones, el progreso de mano del transporte fluvial y ferroviario; todo ha tenido y tiene que ver con el Río Magdalena.
A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, el país realizó importantes avances y se adelantaron enormes esfuerzos para construir una infraestructura ferroviaria que conectara el interior del país con los puertos del Río Magdalena, y por supuesto del Caribe colombiano; promoviendo el progreso y desarrollo del país, literalmente jalados por la locomotora.
Sin embargo las guerras internas de 1884, la de 1895, y la Guerra de los Mil Días, así como la falta de recursos hicieron de este proceso algo tortuoso y lleno de dificultades, que aunque permitió la construcción de ferrocarriles en Cundinamarca, Antioquia, Bolívar, Magdalena, y Santander; no logró consolidarse como inicialmente había sido concebido.
En las últimas décadas del siglo anterior, lo que nació con la intención de impulsar este medio de transporte, llegó a su fin, y con el cierre de Ferrocarriles Nacionales de Colombia en el año 1992, las máquinas de hierro perdieron la batalla frente a la tecnología y los nuevos modelos de transporte. Actualmente una que otra máquina a vapor, hace un último esfuerzo por resistir su desaparición de manos del turismo.
Hoy en el programa El Atardecer estamos reviviendo parte de la historia del Río Magdalena y su relación con los ferrocarriles de Colombia.
