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Bolena Prada, rock ‘tanguero'

Conozca el trabajo de Bolena Prada. Voz, guitarras, contrabajo, saxofón y batería unidos por el hilo conductor del rock, el jazz y el tango.

Por: Pablo Trujillo G.

“Somos una banda de pop alternativo con sabor a jazz. Tenemos un estilo que mezcla la canción francesa con la latinoamericana, así le damos un giro a la escena del pop colombiano”.

Es así como se presentan los integrantes de Bolena Prada, una agrupación bogotana fundada por Ana María Prada y conformada luego con la llegada de Kate Held, Ángela Malagón, Juan Peña y Charlie Durán. Voz, guitarras, contrabajo, saxofón y batería unidos por el hilo conductor del rock, el jazz y el tango.

La unión entre la figura transgresora de Ana Bolena y el glamour de la marca Prada hacen de esta banda una propuesta interesante que con apenas un EP publicado ya logró presentaciones exitosas en el Festival Centro 2018 y en un sinfín de restaurantes y eventos privados de la ciudad de Bogotá.

Radio Nacional sostuvo esta entrevista con sus integrantes luego de tenerlos como invitados en vivo en nuestro programa La Onda Sonora.

¿En qué consiste la dualidad entre Ana Bolena y Prada?

Hay varias dualidades. Una es temporal, porque Ana Bolena es una figura histórica que representa unos valores morales específicos que nos representan, y así mismo Prada es una marca con la que nos sentimos cercanos estéticamente. Son dos opuestos que generan una combinación muy chévere con la que nos identificamos.

¿De dónde surge el interés por los géneros como la canción francesa y el tango?

Desde el inicio de este proyecto sentimos afinidad por estos géneros, con el común denominador del rock y el jazz. Todos tenemos influencias diferentes pero congeniamos en la fusión de estos estilos con el objetivo de hacer música propia.

¿Qué artistas colombianos son referentes para ustedes?

Admiramos la inteligencia y la versatilidad de Shakira, por ejemplo. Es increíble cómo ha logrado convertirse en un ícono mundial evolucionando a través de los años. Carlos Vives también es un ejemplo de trayectoria y de una fusión bien hecha, porque él consiguió algo que pudo haber salido muy mal: tomar las raíces musicales de su tierra y conectarlas elegantemente con su pasión por el rock.

¿Qué cambiarían del circuito de música en vivo de restaurantes en Bogotá?

Cambiaríamos los espacios, porque por lo general los restaurantes son sitios que piensan en todo menos en la música. Nosotros siempre intentamos, sin importar el escenario, entregarle a la gente el gran amor que sentimos por la música, pero a veces es difícil porque no hay una buena tarima o el sonido es defectuoso, y es ahí cuando se evidencia que lo que ellos buscan es simplemente amenizar el lugar con música de fondo y tener llenas las mesas de gente pasando un rato agradable. Nos parece muy importante trabajar para profesionalizar este rubro que le da de comer a una enorme cantidad de músicos en la capital.

¿En qué escenarios y frente a qué público quisieran verse en unos años?

Nos pasó que en un momento cometimos el error de ‘segmentar’ a nuestro público, impulsados por la idea, vendida por ciertas estrategias de marketing, de que esa segmentación era útil para focalizar una audiencia y así poder encararla en términos de producto.

La verdad es que la música siempre toma giros inesperados y puede llegar a resonar en la gente sin importar sus intereses. Entendimos que podemos cantar para personas de cualquier edad y eso quedó demostrado en una gira que hicimos por colegios de Bogotá. En el futuro quisiéramos tocar en el Festival Estéreo Picnic, también en el Festival Altavoz de Medellín y más adelante girar por México.

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Y lo cierto es que si las cosas siguen moviéndose como vienen hasta ahora para ellos, no hay duda de que Bolena Prada pisará estos y otros escenarios importantes. Seguiremos atentos a su proceso y esperaremos ansiosos la llegada de sus nuevas canciones.

Para la escena musical en Colombia es muy nutritivo contar con proyectos como este: músicos que se animen a mezclar estilos sin tener en cuenta las fronteras impuestas por imaginarios colectivos, y que decidan apostarle a la profesionalización de esta industria volátil.

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