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Danzas y un rito tradicional, la muestra de agradecimiento de los Múrui

Hombres y mujeres bailan descalzos en la maloca de los Múrui en San Rafael. Foto: Mauricio Orjuela.

Luego del ensayo, de alistar trajes y pinturas que adornan sus cuerpos, los indígenas de la etnia Múrui de San Rafael, Amazonas, se aprestan para dar a conocer sus danzas y sus tradiciones al interior de la maloca, centro de reuniones para esta comunidad. El gobernador Múrui, Benedicto Ortiz, es quien comienza la celebración con un llamado a sus amigos y otros integrantes de la comunidad.

Al iniciar su danza, hablan en Múrui y enseguida uno de los instrumentos de la maloca comienza a sonar, haciendo el llamado tanto a hombres como a mujeres para que se pongan en disposición. Será una danza de alegría y de agradecimiento por las atenciones recibidas por parte de los integrantes de la Armada Nacional de Colombia.

Desde la puerta de la maloca el Gobernador Benedicto Ortiz anuncia el baile de alegría. Foto: Mauricio Orjuela.

“Es un ritual que nosotros presentamos de alegría en las conclusiones de diferentes trabajos, actividades. En este caso que el acompañamiento y la visita de la brigada binacional culmina. También en con nuestras danzas o nuestros rituales”, aseguró don Benedicto Ortiz.

Hoy es sábado 10 de junio de 2017, corre el día número 23 de nuestro viaje por el Amazonas y la celebración continúa en la maloca mientras se presenta la danza. Don Benedicto Ortiz explicó que su lengua es la que tiene el control de la naturaleza, cuando hay mal tiempo, tempestades y demás se hacen oraciones y rezos al interior de la maloca y el tiempo se calma.

Hombres y mujeres, enfrentados, bailan en círculo: las mujeres bailan al interior y los hombres al exterior. Foto: Mauricio Orjuela.

En la maloca de los Múrui de San Rafael no sólo se reúnen los habitantes e integrantes de esta etnia, a esta celebración también asisten los oficiales encargados de la operación binacional y los infantes de marina, quienes aprovechan el último día de descanso antes de zarpar de nuevo hacia El Encanto.

Cuatro momentos para agradecer

El ritmo lo lleva una persona que toca un tronco de maderanhueco, que hace las veces de tambor. Foto: Mauricio Orjuela.

Para el baile las mujeres se pintaron el rostro, las manos y las piernas. Cada una de ellas en pantaloneta y una blusa, colocaron sobre estas prendas hojas de palma de canangucho, una palma propia de la región donde habitan los loros. Los hombres por su parte visten pantalón, algunos sin camisa y otros con semillas sonoras en sus piernas, instrumento sonoro que marca el ritmo en cada una de las pisadas. Tanto hombres como mujeres danzan descalzos.

En medio de la danza, el gobernador y los hombres de la comunidad toman un descanso y aprovechan para hablar. Foto: Mauricio Orjuela.

En la danza, los hombres se toman de los brazos y se juntan en línea recta, uno al lado del otro; las mujeres por su parte, hacen lo mismo y quedan enfrentadas a los hombres, dejando un espacio entre los dos, lo que sería una calle de honor. En la medida en que avanza el baile los hombres, enfrentados a las mujeres, van marcando el ritmo con el pie derecho y lo hacen hacia la derecha, las mujeres hacen lo mismo pero con el pie izquierdo y paso a paso van formando un círculo: las mujeres van dentro del mismo y los hombres por fuera.

Tan pronto como terminan el baile, los indígenas de la etnia Múrui comparten afuera de la maloca con los invitados. Foto: Mauricio Orjuela.

“Lo que se manifiesta acá en las danzas es una adivinanza, es decir, todos los cantos se está preguntando algo y como los términos no son comunes, entonces ahí es donde uno empieza a despertar más la mente”, puntualizó el líder indígena.

“Mi esposo no estuvo de acuerdo con mí venida a San Rafael”: instructora del SENA

El sueño de Edith Martínez la llevo a recorrer rincones del Amazonas impartiendo su conocimiento: la costura a mano y en máquina. Foto: Mauricio Orjuela.

El sueño de Edith Martínez Mojica, una instructora del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), con sede en Leticia (Amazonas), se está cumpliendo: llevar el conocimiento del arte de la costura a mano y con máquina, a las poblaciones más apartadas de este departamento. A pesar de no contar con el respaldo de su esposo y de sus hijos, alistó maletas y se vino a explorar y a enseñar a las mujeres que habitan este territorio.

“Ellos no están de acuerdo por la lejura, esto es muy lejos. Yo cogí avión a Tarpacá (Amazonas) y a los cuatro días conseguí un bote, una chalupa en la que viajamos más de 12 horas desde Tarapacá a Puerto Arica. Salimos a las cinco de la mañana y llegamos a las 10 de la noche”, indicó Martínez.

Las alumnas de Edith no se quieren ir para sus casas, aprovechan las clases para aprender y hacer uso de las máquinas. Foto: Mauricio Orjuela.

El taller de costura con seis máquinas de coser y dos fileteadoras se montó en una de las casas comunales que tiene San Rafael, aquí desde las 8:00 a.m. hasta las 9:00 p.m. se atiende a las mujeres que están interesadas en aprender de este oficio.

“No quieren irse porque siguen cosiendo, entonces yo les digo ‘calabaza, calabaza todo el mundo pa’ su casa’, pero nada, yo ya me siento cansada porque me paso del horario de mi trabajo. Yo tengo que trabajar solo ocho horas pero en realidad trabajo 12. Me toca estar aquí con ellas, estas mujeres están demasiado motivadas porque nunca habían visto algo así”, señaló la instructora del SENA.

Pero Edith no está trabajando sola, por estos días recibió el apoyo de Oscar Javier Cifuentes Peña, un bogotano de un poco más de 40 años que vive desde hace 12 años en Puerto Asís (Putumayo) y quien viene a bordo del buque ARC Cotuhé a impartir el curso de modistería a las mujeres de esta región.

Oscar Cifuentes viene navegando con las jornadas binacionales llevando instrucción en costura, corte y confección a las mujeres de los corregimientos. Foto: Mauricio Orjuela.

“Les enseño cosas elementales como las puntadas básicas a mano o en la máquina de coser; cómo hacer una falda, una blusita o un pantalón para el mejoramiento en la calidad de vida”, puntualizó Oscar Javier Cifuentes.

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