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Desde El Encanto, se coordina la atención para 14 comunidades indígenas

El Encanto tiene una cancha de microfútbol, un puesto Vive Digital y varias tiendas. Foto: Mauricio Orjuela.

Después de 50 kilómetros de navegación, las tripulaciones de los tres buques: ARC Reyes; ARC Miguel Silva y el ARC Cotuhé, llegamos a El Encanto (Amazonas), es la cabecera de 14 corregimientos de esta zona que habita a orillas del río Putumayo. En esta comunidad viven un poco más de 460 personas, incluidos los hombres que laboran al interior de la base que tiene la Armada Nacional de Colombia en este punto de la geografía colombiana.

Fernanda Gómez Barbón, es la corregidora, ella es la responsable de coordinar la atención y las ayudas que se requieren en corregimientos como Puerto Tarqui, San Agustín, San Rafael, Tercera India, Peñas Rojas, Puerto Calderón y Marandúa, entre otras siete localidades, todas pertenecientes al departamento del Amazonas.

Fernanda Gómez Barbón habita a orillas del río Igara Paraná en El Encanto

“El apoyo del Gobierno, la verdad no llega. Aquí el Gobierno nos tiene muy abandonados, se puede decir que todo el mundo está esperando siempre la binacional porque es como lo único sobresaliente que nos mandan, porque para ser sinceros no hay gran apoyo aquí a las comunidades indígenas”, aseguró la corregidora.

Gómez Barbón es como si fuera el Estado para las cerca de 2 mil personas que habitan en 14 corregimientos, ella junto con otras funcionarias del Estado de entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y otros, gestionan un mejor vivir para estas comunidades indígenas.

Así es la escuela que tiene El Encanto – Amazonas, una construcción vieja y en madera. Foto: Mauricio Orjuela.

“Aquí estamos hablando del pueblo Múrui, el pueblo Múrui del Amazonas con diferentes etnias: están los Ingas, los Huitoto, los Muinane, los Munuca, los Boras, porque hay una gran cantidad de etnias que están reunidas, pero somos un pueblo que se llama el pueblo Múrui del Amazonas”, señaló Gómez Barbón.

La corregidora es natural de Bogotá y se vino al Amazonas a probar suerte hace cerca de dos décadas. Aquí habita en una vivienda que se encuentra a orillas del río Igara Paraná, afluente que desemboca en el río Putumayo aquí en El Encanto.

“Se nos hundió la balsa y perdimos todo en el río Putumayo”: José Rivas

Don José Rivas y doña Blanca Delgado llegaron hace 17 años a El Encanto (Amazonas). Foto: Mauricio Orjuela.

Tras el naufragio de su buque remolcador hace 17 años, don José Rivas junto con su esposa Blanca Delgado tomaron como única opción venirse a disfrutar el resto de sus vidas a El Encanto. Con el esfuerzo de los dos montaron un negocio familiar: un hospedaje. En más de una década no sólo han llegado a este punto ciudadanos nacionales, sino también extranjeros de diferentes países.

“Yo soy nacido en Mocoa - Putumayo, mi esposa es de Florencia - Caquetá. Las circunstancias nos trajeron por aquí, yo era el comandante de un remolcador, y llegamos a probar suerte, se nos hundió la balsa con todo. Pero gracias a Dios aquí estamos y siempre para servirlos a todos ustedes y a toda la gente que podamos servirle”, indicó Rivas.

El cambio en sus vidas fue repentino, pero poco a poco solventaron su situación y a pesar de la intención de mejorar cada día, en El Encanto no hay una solvencia económica adecuada. Doña Blanca da cuenta del día a día que enfrentan los más de 400 habitantes de este corregimiento que se encuentran en abandono por parte del Estado.

Este es el hospedaje en el que doña Blanca atiende la visita de nacionales y extranjeros que llegan a El Encanto. Foto: Mauricio Orjuela.

“Cuando viene gente de otra parte a trabajar a la base, ellos me dan ese trabajo a mí para que los alimente, les de hospedaje y vivimos así. Aquí llegan varios, pero casi, son pasajeros no más, se van, están muy poco, no se están mucho tiempo, llegan a cualquier casa”, señaló Delgado.

Hasta este punto ha llegado una cantidad incalculable de comandantes del puesto que tiene la Armada Nacional de Colombia, unos se hicieron almirantes y terminaron su carrera en la institución, otros llegaron a ser generales de la República y nunca volvieron, pero doña Blanca tiene fresco en su memoria el recuerdo de cada uno de ellos.

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