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La medicina ancestral, una tradición de Puerto Reyes

Don Valerio Griefa es el último abuelo de la etnia Quichua que habita en la Amazonía colombiana, pero no sólo es el sabio de su comunidad, sino que es médico tradicional con quien me encuentro en Puerto Reyes. Son las 10 de la mañana y llueve a cántaros en esta comunidad donde habitan 62 personas.

Don Valerio Griefa es el último abuelo de la etnia Quichua que habita en la Amazonía colombiana, pero no sólo es el sabio de su comunidad, sino que es médico tradicional con quien me encuentro en Puerto Reyes. Son las 10 de la mañana y llueve a cántaros en esta comunidad donde habitan 62 personas.

‘El abuelo’, como le dicen sus vecinos y otros líderes de la comunidad, asegura que el cambio climático viene generando inconvenientes a la hora de sembrar productos del agro como la yuca, el maíz y otros cultivos de corto tiempo como los frutales. Señala que agosto es el mes indicado para quemar las malezas, alistar los terrenos y proceder a sembrar, pero hoy en día es difícil cumplir con ese calendario.

Don Valerio espera por la donación en ropa y calzado; junto a él, otros ancianos hacen la fila para acceder al beneficio. Foto: Mauricio Orjuela.

“Hoy en este día es cambio de luna, nosotros decimos ‘luna tierna’ cuando es lluvioso, digamos cuatro o cinco, una semana de lluvia. De ahí ya pasa, ya se vuelve un buen día. Porque antiguamente el verano comenzaba en noviembre. Noviembre, diciembre, enero, febrero, ya en marzo comenzaba a llover. Marzo, abril, mayo, junio, hasta julio, ya ahí comenzaba el verano hasta agosto, octubre y ahí llovía. En noviembre y diciembre ya llegaba el verano largo que decían los abuelos”, aseguró Don Valerio.

En medio de la conversación con don Valerio, se levanta y me pide un momento, y va hasta su habitación; se demora un par de minutos y regresa de nuevo a la banca que está cerca de la puerta de su rancho de madera. De pronto saca de su bolsillo un diente con tres cruces, me dice que está rezado y que sirve como una contra para enfrentar cualquier tipo de maleficio.

Don Valerio Griefa de camino a su casa en medio de la lluvia. Foto: Mauricio Orjuela.

“Suerte para la profesión, suerte para cualquier trabajo y la prosperidad. Este es un regalo. Es un recuerdo de aquí, un recuerdo personal de Valerio Griefa de Puerto Reyes”, señaló el abuelo Quichua.

Don Valerio viaja por varias zonas del Amazonas y del Putumayo. Además hace varias visitas al mes a sus pacientes en Bogotá donde los atiende, los reza y después de su trabajo regresa a Puerto Reyes donde descansa, pero también donde atiende su chagra.

Al interior del rancho de Don Valerio, el último abuelo Quichua en Puerto Reyes. Foto: Mauricio Orjuela.

El transporte es esencial para los habitantes de la zona, pero deben pagar altos costos

En mi paso por Puerto Reyes, hablo con la gobernadora Ruby Peña Rojas, quien me cuenta que en temas de salud la comunidad anda muy mal, pues no tienen cómo atender a los ancianos enfermos y para salir hasta Puerto Leguízamo (Putumayo) se requieren 70 mil pesos que casi ninguno de los habitantes los tiene, el único recurso al que pueden acudir es a las transferencias del Estado.

“Un tiquete en este instante está en 70 mil pesos de Leguízamo a Puerto Reyes, para nosotros los pobres siempre es costoso y duro”, asegura la gobernadora, quien también señaló el costo que tiene el galón de gasolina por esta región del país.

Esta población está ubicada a 127 kilómetros aguas abajo por el río Putumayo. Foto: Mauricio Orjuela.

“Para acá hay veces que se pone a 15.000, a 16.000 a 20.000 el galón. En el pueblo hay veces que uno lo compra a 7.800, hay veces a 9.500, entonces siempre para uno de pobre tiene uno que llevar la yuca, el plátano, todas esas cositas para poder traerlo y venderlo para uno sostenerse de ahí mismo”, señaló.

El precio del combustible en Puerto Leguízamo oscila entre 7.800 y 9.500, pero al llegar a la comunidad o a las zonas cercanas, el costo del combustible podría costar unos 15.000 o 20.000 pesos, valor que para un habitante de esta localidad sería difícil de alcanzar.

“Para el transporte, cada uno tenemos su pequecito, un cinco, usted sabe que subimos con 7 galones de gasolina y cuando tenemos familiares allá, pues ellos nos colaboran con comida, o llevamos el pescado, o llevamos el plátano, llevamos la yuca para compartir con la familia y ya, no es más, no se puede así el transporte en línea, hace falta de dinero”, puntualizó la gobernadora.

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