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Las tejedoras de seda: manos que construyen esperanza en Anserma, Caldas

Por: Andrés Álvarez. Anserma es un municipio típicamente cafetero, pero una serie de mujeres cabeza de familia, artesanas de la seda, han logrado que este lugar sea recordado no solo por una buena taza de café sino por los telares que desde hace más de dos décadas tienen como epicentro ‘La Galería'

Por: Andrés Álvarez.

Foto: Nangibe Torrés.

Anserma es un municipio típicamente cafetero, pero una serie de mujeres cabeza de familia, artesanas de la seda, han logrado que este lugar sea recordado no solo por una buena taza de café sino por los telares que desde hace más de dos décadas tienen como epicentro ‘La Galería'

A las siete de la mañana, Anserma está cubierta de niebla, da la impresión de que esta población caldense se escondiera entre las nubes.

En el tercer piso de ‘La Galería’, la plaza de mercado del municipio, hay una bodega de unos 10 metros por 10 metros cuadrados, donde hay más de 20 telares horizontales, una máquina que teje hilos de seda y quienes las usan son una serie de mujeres que se especializan en realizar productos a base de seda. Ruanas, bufandas y mochilas son sus principales productos.

Foto: Andrés Álvarez.

“Antes, había muchas mujeres acá, pero este negocio no era autosostenible, desde hace cuatro años ya nos ha dado para sostenernos”, dice Marta Sepúlveda, quien se ha dedicado a este oficio por más de 17 años. Mientras con sus pies impulsa un pedal que acciona los marcos que le dan forma a las artesanías que forjan.

Ellas, con sus manufacturas, recorren diferentes ferias en el país. En Expoartesanías han mostrado sus creaciones y han logrado recaudar el dinero suficiente para seguir con su oficio. Esto les ha permitido sostener a sus familias. Estas mujeres son madres cabeza de familia y ven en este trabajo el sustento para sus hogares.

“Me apasiona esto. Lo hago con amor porque es a lo que me dedico, me entretiene y es una buena entrada económica. Eso lo uso para mantener a mi hijo de tres años y para mis gastos”, asegura Aleida Marín, quien desde hace ocho años es tejedora.

En promedio, una bufanda multicolor demora en tejerse un día, pero el trabajo que más tiempo toma es el de acomodar los hilos en la urdimbre, para que estos se enlacen con el travesaño intermedio y con el plegador de tejido y así tome forma.

“Me siento orgullosa de lo que hago; lo que producimos se vende y a la gente le parece lindo. Po eso sigo trabajando acá. Me gusta el espacio y la manera en la que hacemos las cosas”, dice Constanza Marín, otra de las mujeres artesanas del colectivo.

Con el olor de los frutales, las matas medicinales, el pescado y la carne, ellas trabajan para ir creciendo. El anhelo de Marta y de estas mujeres, es que se unan más artesanas para que sus productos se conozcan en todo el país, porque “para nosotras es una forma de salir adelante, algo que da esperanzas a mujeres para que no dependan de otros”.

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