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Miguel Ángel Borja: talento de La Bonga para el mundo

Por: Ángel Batista

Foto: Colprensa. Julio 2018.

Por: Ángel Batista

La bonga es uno de los árboles más representativos de la costa sabanera. Su gran altura, su tronco portentoso y la amplitud de su sombra, la hacen el árbol ideal para tomar el fresco en los días de intenso calor. Por eso, no parece fruto del azar que le hayan puesto ese nombre a la cancha en la que muchos jóvenes de Tierralta (Córdoba) comienzan --amparados como cachorros-- su sueño de ser futbolistas.

Miguel Ángel Borja fue uno de esos jóvenes, pero a diferencia de sus hermanos y amigos, él fue el único que logró estar en Rusia 2018.

Tampoco parece producto del destino que el estilo de juego que llevó al mundial al jugador de 1,83 metros se base en combinar su gran altura y su espalda portentosa con una amplitud técnica que le permite hacer goles espectaculares, mientras aguanta los embates de los más temibles defensas centrales, los más exigentes directores técnicos y los más críticos periodistas deportivos.

De hecho, si quisiéramos seguir con el juego podríamos decir que la misma palabra bonga parece una aliteración del apellido de nuestro goleador. Como la bonga en el Caribe colombiano, Miguel Ángel Borja ha sabido resistir las más duras sequías para resurgir en todo su esplendor anotando goles.

Una infancia entre fritos y canchas polvorientas

Para los tierraltenses no es un secreto que nada le ha sido regalado a Borja. Mientras su hermano mayor Walter jugaba partidos los domingos, el pequeño Miguel Ángel ayudaba a su madre a vender empanadas entre las gradas de La Bonga. En el entretiempo, y cuando gran parte de la mercancía estaba vendida, entraba a mostrar su talento a los aficionados.

“Él se metía a los camerinos sin permiso y se ponía a imitar los movimientos precompetitivos. Era un niño muy apasionado por el balón”, recuerda Walter Borja, su hermano.

En muchas ocasiones se medía a muchachos más grandes y con sus regates los hacía quedar en ridículo por lo que se ganó el apodo de ‘La zorrita’ en el municipio por su agudeza y manejo del balón: parecía que este Borja iba a tener más éxito que sus hermanos en el fútbol.

Foto: Colprensa. Julio 2018.

En su primera escuela, ‘Pony Gol’, se destacó a medida que iba desarrollando ese pecho ancho de 9 de área y consiguió una prueba que no resultó muy exitosa en el Envigado. Sin desistir de su sueño alternó sus entrenamientos con trabajos como repostador de cemento y dependiente en una ferretería.

Su presencia en torneos zonales en Medellín parecía prometer en todas las oportunidades que participó, pero para los cazatalentos a Miguel Ángel le faltaba algo para ser profesional. Por lo que con la terquedad del que sueña se decidió trasladar y entrenar algunos meses con las inferiores de Santa fe, sin lograr impresionar lo suficiente como para lograr un contrato.

En uno de sus últimos intentos, y sin dejar de creer nunca, viajó a Cali en donde conoció al empresario César Valencia. Allí, entrenaría con ambos equipos de la ciudad y al mostrar destellos de talento fue tenido en cuenta por Jaime de la Pava.

La promesa del fútbol cordobés

En medio de la dura competencia por el puesto de goleador, Borja sería prestado al Cúcuta, donde debutaría contra el equipo dueño de su corazón: el Junior. El joven tierraltense había logrado debutar como profesional y en su primer partido intercambiaría la camiseta con su ídolo y posterior compañero de selección Carlos Bacca.

Con la mira puesta en representar a la Selección Sub-20 en el Sudamericano disputado en Mendoza en el 2013, Borja se cambia al Cortuluá y comienza jugar en la Segunda División colombiana en donde destacaría rápidamente, lograría su objetivo de convertirse en un jugador clave y sería convocado por la Selección sub-20 con la que sería campeón.

De regreso en Colombia, disputaría 2 partidos con La Equidad en los que anotaría 4 goles, por lo que llamaría la atención de los cazatalentos europeos e iría a jugar a Italia en el Livorno con poco más de 20 años.

“Lo que lo diferencia como jugador es que tiene un arranque como pocos, a diferencia de otros goleadores que utilizan solo su físico, él también tira diagonales por lo rápido que es”, sostiene Walter Borja.

Su primera experiencia europea no sería tan dulce y después de descender a la Serie B, regresa a América a jugar en el Olimpo de Bahía Blanca de Argentina. Allí, otra vez tendría una época oscura de pocos goles y de peleas en la parte baja de la tabla.

Así, regresa a Colombia a jugar con el Santa fe, en donde alternaría la suplencia con la titularidad, pero haría parte del equipo campeón de la Copa Sudamericana del 2015. Mientras empezaban a sonar rumores en la prensa de que se estaba convirtiendo en una de esas tantas promesas del fútbol que nunca alcanzaron su potencial, Borja esperó paciente como la bonga.

En el 2016, se acabaría la sequía. Con el Cortulua rompería records al ser el jugador con más goles anotados en la historia de los torneos cortos al anotar 19 goles. Se había convertido en estrella y el Atlético Nacional decide invertir en él para conseguir títulos internacionales.

Foto: Colprensa. Julio 2018.

Con este equipo sería el mejor jugador de América del año 2016, conseguiría la Copa Libertadores y sería uno de los goleadores más destacados de la Copa Sudamericana a la que el equipo colombiano llegaría a la final pero no disputaría por el accidente aéreo del Club Chapecoense.

“En la cancha no se ve lo juguetón y risueño que es. Él es un hombre muy sencillo que quiere mucho a sus amigos y por eso es que todo el mundo lo querría aquí en Tierralta así no fuera la estrella que es hoy”, dice Eduardo Garcés, uno de sus amigos de infancia.

Desde el 9 de febrero de 2017 es jugador del Palmeiras de Brasil y parece que Borja aún no encuentra su techo, pero con una delantera compuesta por Falcao, Bacca, Teófilo Gutiérrez, Jackson Martínez, Luis Fernando Muriel, Miguel Ángel Borja aún no ha logrado hacerse un hueco en la titular de la Selección.

Sin embargo, si algo nos ha mostrado la trayectoria de Borja es que sabe resistir los malos momentos para luego deslumbrarnos con su talento.

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