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‘Las guerras de Tuluá’, lo nuevo de Gustavo Álvarez Gardeazábal

Los 20 relatos del libro más reciento del escritor tulueño revisa, desde su cronología bélica, historia de violencias en el Valle del Cauca.

Por: Richard Hernández González.

El escritor tuleño, Gustavo Álvarez Gardeazábal, presentó el pasado 27 de octubre en la Feria Internacional del Libro de Cali, su más reciente novela, ‘Las guerras de Tuluá’.

Álvarez Gardeazábal, doctor Honoris Causa en Literatura de la Universidad del Valle, es conocido por obras como ‘Cóndores no entierran todos los días’, ‘La boba y el buda’, ‘El bazar de los idiotas’, ‘El divino’ y ‘La misa ha terminado’.

Hoy, a sus 73 años de edad, ha demostrado que es un escritor que sigue vigente, algo que queda en evidencia al ver las muchas ediciones de sus obras, en especial de ‘Cóndores’ y ahora con ‘Las guerras de Tuluá’.

Con Gardeazábal tuvimos la oportunidad de conversar, sobre su más reciente libro, la nueva generación de escritores colombianos y su adaptación a las nuevas tecnologías.

Hace 40 años en la introducción de su ‘Manual de crítica literaria’ dijo, entre otras cosas, que la obra era “una respuesta categórica a tantos profesores de la Universidad del Valle que me han hecho casi que invivible mi permanencia en ese centro docente por no participar de sus comités burocráticos, ni compartir sus dogmas castradores del placer de la lectura”. Hoy, cuatro décadas después, desde la distancia, ¿Cree que hay sectores que aún hacen ‘invivible’ su permanencia en la escena mediática por su independencia de juicio, sus críticas sin artificios como periodista o escritor?

Por supuesto. Diría que abundan ahora más o que persiguen con más saña a quienes tenemos libertad de pensamiento y no conocemos el miedo para opinar. Mi ya larga vida ha sido un recorrido lleno de piedras mucho más grandes que las que dicen sentir muchos dueños del poder en Colombia, con mis novelas, mis columnas diarias o mis comentarios radiales.

¿Cómo es el proceso para decantar esa realidad, volverla ficción, convirtiéndola en un texto tan valorado, como ‘Cóndores no entierran todos los días’?

Cada vez se me hace más difícil establecer el límite entre la realidad y la ficción que bañan mis obras literarias. Con ‘Cóndores’ me pasó hace 48 años y terminó entronizándose mi versión como la historia que repite un país y no la que intentaron predicar desde sus púlpitos o sus conciliábulos universitarios los llamados “historiadores”. Pero admito que soy consciente de ello y que lo uso con placer en mis obras. La última que he puesto al mercado ‘Las guerras de Tuluá’, tiene todos esos elementos generados de realidades vividas, oídas o investigadas. Para poderlas encajar en ese mundo de novela que es mi pueblo, había necesidad de completarlas con imaginación.

A propósito de las ‘Las guerras de Tuluá’ ¿Nos puede contar de que se trata?

Son 20 relatos unidos con temas y personajes comunes (Por ejemplo “los rezados”) donde logro consolidar una visión rápida y agradable para el lector, no de las guerras de mi pueblo, sino de las guerras de muchos pueblos colombianos. Es tan parroquial el libro que se vuelve universal leyéndolo. Quizás por ello la aceptación que ha tenido.

En el pasado Festival de Cine de Cartagena se proyectó una nueva copia con color y sonidos restaurados por Proimágenes Colombia y la Fundación Patrimonio Fílmico de la película ‘Cóndores no entierran todos los días’, del director Francisco Norden.

¿Qué sensación le causó ver esta restauración, de una película emblemática de nuestro cine nacional, basada en un libro suyo?

La película de Norden ya quedó establecida como la mejor película colombiana que se haya hecho aquí. Es un mito viviente y ahora viéndola en 4k y con supersonido se ve maravillosa. Como el mejor crítico de la obra de arte es el paso del tiempo, esta película 35 años después de haber sido realizada, se sigue pasando, viendo y estudiando con la misma frescura de su estreno. Obviamente, aunque suene presuntuoso, la novela me ha permitido ser el único escritor vivo que ha visto a lo largo de casi medio siglo ediciones tras ediciones, lecturas tras lecturas y estudios tras estudios y ahí sigue tan campante

Medio siglo inmerso y ejerciendo esas facetas de las que hablamos, ¿Cuál es la fórmula para que después de ver correr tanta agua bajo el puente, hoy, se le considere como uno de los influenciadore que el país más escucha?

Me he pasado mi vida observando, diciendo en voz alta lo que pienso, corriendo riesgos y defendiendo a los que nadie defiende. No he hecho parte del rebaño. He sido librepensador en todo el sentido de la palara y respetuoso con las ideas ajenas por contrarias que ellas sean. Lo que pasa es que como soy frentero y digo las cosas como creo que son, muchos creen que vivo armando trincheras

¿El imperio de las redes sociales en la comunicación actual tiene que ver con su vigencia en los medios? ¿Han afectado la difusión de sus opiniones e imagen esos medios digitales?

Para un anciano como yo meterse en los medios cibernéticos fue fruto de situaciones límites no de apasionamientos ni mucho menos por gusto. Me he defendido bien, le he cogido la carga y aunque hay cosas que todavía no manejo, y de pronto no manejaré nunca, logré adaptar la expresión de mi pensamiento a los 240 caracteres del Twitter y mi columna a los 1.200 de ADN.

¿Considera que ‘Álvarez Gardeazábal’ se convirtió en una marca que vende, que garantiza una línea de pensamiento que no deja indiferente por su contenido?

Lamentablemente parece que sí. Pero ni yo recibo prebendas de ella distintas a la satisfacción ni ha habido quien la explote en este mundo tan mercantilista.

¿De la nueva generación de escritores colombianos, que destaca?

A Daniel Ferreira, un santandereano que escribe con garra. Acaba de publicar una ‘novelota’. ‘El día del sol negro’, sobre la Guerra de los Mil Días y la batalla de Palonegro. Ese muchacho tiene otras obras muy buenas, con una de ellas ganó el premio Clarín en Buenos Aires, y se le ve el futuro en cada parrafada.

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