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Abel Loterstein: el renacimiento del jazz colombiano

Por: Richard Hernández.Abel Loterstein es un guitarrista, compositor, arreglista y profesor de música, de 33 años de edad, que como muchos músicos bogotanos tuvo una banda de rock en sus comienzos.Su interés por la música se despertó cuando en una emisora de radio empezó a escuchar bossa nova.

Por: Richard Hernández.

Abel Loterstein es un guitarrista, compositor, arreglista y profesor de música, de 33 años de edad, que como muchos músicos bogotanos tuvo una banda de rock en sus comienzos.

Su interés por la música se despertó cuando en una emisora de radio empezó a escuchar bossa nova.

“Me llamó mucho la atención cuando escuche la canción “Chega de saudade” del cantante brasileño Joao Gilberto, cantando y tocando la guitarra, eso que él tocaba, el ritmo y los acordes, ese rubato que él hacia encima de los acordes, quizá en ese momento no era solo eso lo que me llamaba la atención, sino el sonido, una cosa muy difícil de describir”, comenta Abel.

Loterstein inició sus estudios con cursos libres de música en la Universidad del Bosque y luego en el Centro de Orientación Musical Cristancho, antes de graduarse de bachiller.

Después en la Javeriana estudió música hasta quinto semestre. Luego se fue en el 2008 a estudiar a Buenos Aires, Argentina. Primero ingresó a la Escuela de Música Contemporánea, donde terminó la carrera de músico profesional y luego en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla, en donde llevó a término el programa de jazz. Durante su estadía en Argentina, Loterstein estudió con grandes músicos de la escena del jazz y de la música improvisada.

¿Cómo fue esa experiencia en Argentina?

En Buenos Aires tuve un cuarteto muy bueno, con el que aprendimos muchas cosas y con el que estudiábamos y a veces tocábamos en vivo, pero no dejaba de ser como una cuestión más de laboratorio, que otra cosa.

Después empecé a escribir, porque tuve un profesor de composición contemporánea, que se llamaba Teodoro Cromberg, quien me empezó a mostrar la música europea del siglo XX. Yo venía con la práctica jazzística, de improvisar con mis amigos del conservatorio que era únicamente jazz y Cromberg me comenzó a poner tareas de escritura desde mi propia experiencia, lo bueno de este profesor era que honraba la experiencia de uno como estudiante.

Entonces yo empecé a escribir y todo ese proceso terminó en un septeto que inició en Buenos Aires, en el 2009 y termino cuando llegue a Bogotá, con la grabación de un primer disco que se llamó L&ampB, Ltda.

Con ese disco tocamos en el Banco de la Republica, en la serie de jóvenes intérpretes, “no tan jóvenes” (risas) y tocamos en la escena jazzística de acá en los bares. Ese disco a nivel técnico fue muy bueno, no sé, si a nivel musical, yo puedo decir que después de ese tiempo, algo ingenuo, pero nada, no podía ser de otra forma.

¿Cómo era la escena del jazz en ese momento en Bogotá?

Había una escena muy entusiasta, como la de hoy, pero era poca. No había tantos músicos, no había tantos lugares para tocar y el jazz era una idea de música que nos venía de alguna gente que ya tocaba acá y era el comienzo del You Tube y del internet. Era el inicio de un montón de recursos que hoy en día hacen la diferencia completa.

No había unas condiciones del todo óptimas. Nos faltaban recursos, al principio cuando yo empecé a tocar no había contrabajistas la mayoría de mis compañeros eran bajistas eléctricos.

Usted realizó en la Javeriana, una maestría en música con énfasis en composición de la que recibió una mención Magna Cum Laude ¿con que proyecto?

La maestría dio como resultado la grabación de un disco que se llamó “Sintaxis urbana”, con otro tipo de lenguaje, no jazzístico utilizando técnicas de música contemporánea, más como esa búsqueda que había iniciado en Buenos Aires, con el septeto, un poco pensando como dialoga la practica musical, con el mundo que lo rodea a uno.

Entonces empecé a leer sobre Bogotá, consultando arquitectos, historiadores, filósofos y escritores y comencé a buscar un piso teórico que funcionara, era más un ejercicio académico, que dio como resultado una suerte de categorías poéticas que permitieron sacar adelante la música y pensar la practica jazzística como se relaciona directamente con el contexto en la que ocurre, no tratando de revivir a alguien, es como recrear la morfología de la ciudad , sonoramente como funciona, una reflexión sobre la memoria de Bogotá.

Por ejemplo, en la calle 19, con carrera tercera encontraron un antiguo puente cuando construyeron el eje ambiental, ese puente es un rastro de otra Bogotá y estamos llenos de esos y es como el espacio cambia la forma como uno habita, sin embargo, quedan rastros.

Plantear música donde haya un proceso como de erosión del recuerdo, con melodías que uno escucha y que uno la tiene en el oído, pero a medida que va pasando la obra se va borrando como un proceso de erosión de ese recuerdo y es lo que sucede en Bogotá y en Colombia, la memoria se nos va erosionando.

¿Qué otros proyectos siguieron?

Después con Oscar Caucaly que tiene una fundación, La Zebra Azul, nació la idea de crear una gran orquesta que tocará las piezas más importantes del jazz, entonces hicimos la orquesta de jazz, La Zebra Azul empezamos tocando Birth of the Cool de Miles David, creo que somos los primeros en hacer eso acá en Colombia y no lo digo como una cosa de orgullo, sino como una cosa importante, en la medida que era una música que no se escuchaba.

La segunda temporada hicimos de Olivert Nelson un álbum que se llama The blues and the abstract truth, un disco que explora más la forma de tocar más el blues, desde la practica jazzística.

Después de ese ejercicio vino la parte crítica y el análisis de preguntarnos ¿y eso si tiene sentido de estar tocando el jazz tradicional norteamericano, en la Colombia del siglo veintiuno?

En aquel momento empezamos a escribir música original que salía un poco de este dialogo con la tradición norteamericana del jazz, no podría ser de otra forma.

Entonces yo me puse a escribir música y me enganche tanto, hasta que salió una temporada completa de música, hicimos una pausa mientras yo hacia la maestría volvimos a activar en agosto del año pasado y estamos haciendo esta temporada que se llama “Armando Cayengue”, un ciclo de conciertos que estamos haciendo hasta diciembre en Trementina, en el Park Way.

La idea es grabar esta nueva música y sacar el primer disco de La Zebra Azul.

¿Sobre los festivales de jazz que se realizan en Colombia que opina?

Me parecen una herramienta de difusión muy importante, pero pienso, en caso de Jazz al parque, no conozco el de Atlantijazz, ni el de Barranquillajaz, que son espacios de encuentro donde podemos celebrar la música todos juntos, si nosotros los músicos cambiamos el paradigma de querer tocar en Jazz al parque para que nos vean y no para compartir con el público… tenemos que conectar.

¿El papel que juega el periodismo cultual en la difusión del jazz?

No tengo mucha experiencia en este tema, pero lo poco que he podido ver es que son fundamentales, en la medida que no todo el mundo tiene los mismos recursos.

Si uno tiene que lanzar un disco y habla con el amigo periodista para que le haga una nota y él le colabora a uno, porque finalmente uno le está dando contendido y es reciproco y hay una hermandad que me parece muy valiosa. Me parece y esto no sé si es el papel del periodismo valdría la pena preguntarse ¿Quién hace la crítica en esto?, ¿quién es el que fija los valores que están sucediendo?, sin decir los valores como algo bueno o algo malo, ¿Quién podría definir como suena Bogotá en términos musicológicos o críticos?

Yo pienso que la crítica es fundamental sobre todo cuando hablamos de una música que esta por fuera de la industria, entre comillas. Y ahí hay que preguntarse si al periodismo le corresponde eso. Me parece que es algo que tiene que preguntarse quién hace la crítica, es decir, si al periodista o al crítico le pareció que la música que hace uno u otro músico es trasnochada, o lo que sea tiene que decirlo, porque solo en ese sentido la obra se completa con la mirada del otro.

¿Qué opina de la visita al país de Herbie Hanconck?

Hancock es el pianista del segundo quinteto de Miles Davis, es de los primeros en enchufar todos los teclados para hacer jazz, es un tipo importantísimo y tenerlo en Colombia de verdad fue un privilegio, yo no sé si sea un tipo del mismo calibre de Ornette Coleman, yo tuve la oportunidad de ver a Coleman en Buenos Aires, pero sin duda, Hancock es un Cat, es un tipo que está en el olimpo del jazz, a ese hombre le van a hacer fijo un busto cuando muera.

¿Cómo define el jazz?

“No decidir, es decidir”, como decía Sartre, es un proceso de toma de decisiones, el jazz es como la vida en ese sentido, la improvisación es como la vida, a uno le toca estar decidiendo, le toca resolver.

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