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“Colombia era el único país de A. Latina que no había podido pasar la página de las guerrillas”: León Valencia

León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación analiza el panorama internacional que rodea el acto de dejación de armas de las Farc.

Este martes, el país y el mundo entero serán testigos de un nuevo paso que da Colombia hacia el cese de la violencia y la construcción de paz. El acto de dejación de armas de las Farc, sin duda, marca un hito en la historia como un hecho que no solo impacta a Colombia sino a todo el contexto global, poniendo fin al último conflicto armado de América Latina y de todo el Hemisferio Occidental.

En entrevista con el analista León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación, hicimos un recorrido por el panorama internacional que rodea este acontecimiento y los puntos clave que se deben destacar y tener en cuenta frente a las distintas experiencias de países como Irlanda, El Salvador, Guatemala, El Congo y Nepal.

Generalmente, ¿Cómo se han vivido estos procesos de dejación de armas en el mundo? ¿Hay algún factor común?

Cuando hay un caso como el de acá, que es un acuerdo de paz, con una paz concertada, donde no hay vencedores ni vencidos, normalmente lo que se hacen son actos simbólicos de dejación de las armas del grupo que se ha levantado en armas contra el Estado. No le entregan las armas al Ejército con el que combatieron, sino que se las entregan a un organismo internacional. En algunos casos, incluso para simbolizar que hay simetría, igualdad de condiciones, hacen cosas como la que hicieron en Nepal, allí habían 3.000 o 5.000 armas en manos del grupo insurgente y las metieron en unos contenedores y el Ejército, que era mucho mayor, metió igual proporción de armas a esos contenedores. Esos son hechos simbólicos que reflejan una paz concertada, así también ocurrió en El Salvador.

Otras situaciones de dejación de armas son rendiciones, momentos en los que una de las dos partes vence al otro y entonces, en esas condiciones, el Ejército vencido o la guerrilla vencida, prácticamente lo que hace es entregarle a su rival las armas, esas son las diferencias.

En el mundo hay esas dos características de dejación de armas. La de acá ha sido una dejación de armas de un acuerdo de paz y por eso se las han entregado a la ONU, por eso han habido tan pocos actos de visibilización de esa entrega de las armas, porque no hay un interés en la guerrilla en hacer un show mediático de eso. Pero eso va a tener su momento final en el que la ONU certifique las Farc entregaron todas las armas.

Después de esto, vendrá el destino de esas armas: ¿Para dónde van?, ¿Qué se va a hacer con ellas? Aquí han planteado dos cosas: una que va a unos monumentos en La Habana, en Bogotá y en Nueva York con el metal obtenido. Y también hay la perspectiva, de como es tanto metal, que se convierta en un material que les sirva para producir como agregado a cosas comerciales, que sin duda pueden servir para la venta al público con esa carga simbólica y que esas ganancias sirvan para proyectos con las víctimas y heridos de guerra, y para cosas que denoten que hubo un acto muy importante en el país, que fue la dejación de las armas y la recuperación del monopolio de estas por parte del Estado y que también eso contribuye al proceso de reconciliación y de posconflicto.

¿Qué impacto tiene esta dejación de armas para el mundo y especialmente para una región como América Latina?

Aquí no se ha valorado lo suficientemente esta dejación de armas por la controversia que hay acerca de la paz, hay diferentes fuerzas enfrentadas alrededor de la paz, pero es de una trascendencia enorme. Primero, que un Estado recupere el monopolio de las armas, que un Estado haga uso de su legitimidad como único portador de armas, eso es muy importante y es lo que va a ocurrir con esta dejación de armas. El otro hecho muy importante es que este grupo guerrillero, deja de existir y se convierte en un partido político. Ahí tenemos un impacto local, para América Latina es que dejamos atrás el último conflicto armado de la región y el último conflicto armado de todo el Hemisferio Occidental.

En el siglo XX, América Latina estuvo inmersa en dictaduras militares y guerrillas. Los demás países habían pasado esa página, habían saltado al siglo XXI, Colombia no lo había podido hacer, era el único país que mantenía unas raíces profundas en el siglo XX. Yo creo que eso tiene una connotación enorme para la región y para todo el Hemisferio, es un cambio histórico y aquí no se ha valorado lo suficiente.

Tan importante es para el mundo, que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que no se había vuelto a meter en conflictos de manera directa, vino para hacer el monitoreo de la dejación de armas y el proceso de paz. Este ente reúne a todas las potencias para controlar la seguridad del mundo, ese Consejo de Seguridad vino a sesionar en pleno para mostrar que este era el único conflicto solucionado de manera pacífica en los últimos años y que había terminando con éxito. Yo creo que ese fue el rasgo que quisieron resaltar al venir a reunirse acá.

Con respecto a otros procesos de este tipo en el mundo, ¿Qué balance se puede hacer en Colombia?

Yo creo que comparativamente hay cosas muy especiales, una es que después de haber pactado un cese bilateral de hostilidades se cumplió a cabalidad, salvo con pequeños incidentes. Eso no había ocurrido aquí en Colombia, siempre había muchas violaciones cuando se hacían esos acuerdos, algunas violaciones al cese al fuego llevaron al fracaso los procesos de paz anteriores, pero en el mundo hoy tenemos treguas o ceses bilaterales que duran una semana o unas horas, en países de Oriente, como Siria. Sin embargo, aquí se cumplió a cabalidad con el cese bilateral y de hostilidades y eso marca una diferencia con los demás procesos.

La segunda realidad que tenemos acá es que a pesar de ser un conflicto en el que sigue habiendo fenómenos de violencia y de ilegalidad, como las drogas ilícitas y otros actores armados, el Estado y las Farc saltaron por encima de ese obstáculo y lograron pactar un acuerdo para ir hacia adelante. La otra cosa que yo creo que es importante es que ante adversidades, como por ejemplo que se hubiera manifestado una mayoría escasa, pero al fin mayoría, por el no a los acuerdos en el plebiscito, encontraron la manera de hacer valer el acuerdo y mantenerlo.

Ahora, lo que yo creo que sí va a ser muy difícil es el posconflicto en medio de la polarización y la confrontación política interna y eso puede tener aquí unos visos distintos a otros procesos, donde se ha cumplido a cabalidad en la parte política, se han cumplido las reformas y los cambios.

El proceso más cerquita y más perfecto políticamente es el de El Salvador, allí del acuerdo de paz surgió un nuevo mapa político en el cual la fuerza del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), que había firmado el acuerdo, se convirtió en protagonista de las elecciones que siguieron y los acuerdos se cumplieron a cabalidad. El FMLN tuvo primero la Alcaldía de El Salvador y luego la Presidencia de la República en un acto de generosidad de toda la sociedad porque habían hecho la paz. Yo creo que ahí van a haber dificultades grandes en Colombia para cumplir con las reformas, para darle un espacio político a la guerrilla que viene. Las Farc no son una guerrilla con un arrastre electoral y de opinión, lógico que ahí van a haber diferencias, pero en todo caso eso no demerita este acuerdo de paz, habrá que seguir luchando por que se cumpla todo lo que se firmó de parte de las Farc y del Gobierno. Ahí va a ser muy importante en las próximas elecciones la manifestación de la opinión, la manifestación del electorado.

En Irlanda, tuvieron que pasar casi 10 años para que el IRA (Irish Republican Army) entregara todo el armamento en su poder, ¿Qué decir a aquellos que cuestionan el aplazamiento de 20 días en la dejación de armas?

Lo que hay acá es una oposición cerrada a los acuerdos, una oposición dura de un sector conservador y un sector uribista, que utilizan cualquier aplazamiento cualquier tropiezo, cualquier cosa que ocurra en los acuerdos para cobrársela al Gobierno y cobrársela a las Farc. Yo creo que ahí no hay racionalidad, no hay una forma objetiva de mirar lo que ocurre, sino simplemente campaña política y eso es un punto bastante complicado de la paz colombiana.

En muchas partes, en El Salvador y en Irlanda, las armas servían para presionar el cumplimiento de acuerdos y se produjeron demoras en la entrega de armas según el ritmo también de cumplimiento del Estado. En El Salvador se aplazó tres veces la entrega de armas hasta tanto se surtiera el cumplimiento de acuerdos por parte del Estado y en Irlanda se demoraron una eternidad en entregar cada arma, pensando también en cuándo se iba a cumplir ese proceso de acuerdos y cuándo se iba dar la reconciliación.

Aquí ha ocurrido una cosa complicada y es que las Farc tienen una campaña electoral de ingreso a la vida política inmediata. En El Salvador, el proceso electoral estaba muy lejos del momento del pacto y la entrega de amas. Entonces lo salvadoreños aplazaron tres veces eso pidiendo hacer cumplir los acuerdos. Aquí las Farc tomaron un decisión: vieron que tenían que ingresar a la arena política, que eso no daba espera porque estamos al inicio de una campaña parlamentaria y presidencial, entonces dijeron: “vamos a cumplir y a entregar las armas, así vaya lento el cumplimiento de los acuerdos por parte del Estado, porque si no avanzamos y no entregamos las armas, si no pasamos a la vida civil, si no superamos la clandestinidad del grupo y damos una muestra de transparencia, no nos van a permitir participar en un escenario político inmediato, y la presencia y el protagonismo allí es lo que permitirá el cumplimiento de los acuerdos”.

De manera que ellos lo que hicieron fue: “vamos con una fuga hacia adelante, vamos a dar el salto así tengamos muchos reclamos al Estado sobre el cumplimiento de los acuerdos”. Me parece además que es una medida muy inteligente de las Farc, de “las armas estorban para hacer política, la clandestinidad estorba para hacer política, los recursos, caletas y dineros que vinieron de la ilegalidad estorban para hacer política”. Entregarle todo eso al Estado, es lo que les permitirá pasar a la vida política con menos dificultades. No sin dificultades, porque aquí van a ser muchas, pero sí con menos de las que tendrían si siguen aplazando la entrega de armas. Es una decisión que puede darles un rédito político en campaña electoral.

Analizando este panorama internacional, ¿Qué ejemplos buenos y malos debería tener en cuenta Colombia en este nuevo paso hacia el cese definitivo del conflicto?

Están los procesos de Guatemala y El Salvador porque son procesos de la región y están otras cosas que nos se parecen mucho a los procesos de paz, pero también son procesos de transición importantes que son las transiciones democráticas que se hicieron en el Cono Sur después de las dictaduras militares, yo creo que hay mucho para aprender de estos casos.

Por ejemplo, de El Salvador fue un acuerdo que políticamente fue perfecto, pero también después entraron fenómenos que no se le pueden atribuir perfectamente al desarme y a la terminación de la guerra, pero que sí tienen que ser prevenidos, allí surgieron las maras con una violencia urbana muy grande porque no se atendieron otros fenómenos de criminalidad que estaban en curso, distintos al fenómeno propiamente guerrillero y político. De allí, tenemos que aprender ese ejemplo, hoy en día es necesario poner el foco en la violencia urbana, porque así no avance mucho ni se ponga muy difícil, de todas formas los medios de comunicación van a relevar y exaltar esa violencia urbana, porque sale la violencia rural del camino y los medios colocarán estos problemas en ojo. Ahí hay una enseñanza importante, prevenir fenómenos de criminalidad urbana crecientes en la región y que Colombia no empiece a competir también en este campo con fenómenos distintos a la guerrilla, pero al fin y al cabo muy perturbadores de la tranquilidad ciudadana.

De Guatemala hay que aprender la importancia del cumplimiento de los acuerdos, allá se incumplieron y no se pudo hacer una transformación democrática de la sociedad guatemalteca. Los indígenas siguieron en una exclusión enorme, las desigualdades persistieron, el racismo persistió y ahora hay fenómenos de corrupción muy tristes en Guatemala, como lo hemos visto, las caídas de un presidente, un vicepresidente y la crisis política generada por la corrupción.

De manera que hay cosas para aprender, negativas y positivas en la región y en el mundo. Mirar al África, procesos ejemplares como el del Congo, en Nepal, que tuvieron historias interesantes para aprender, tanto positivas como negativas. Y claro, está uno que es muy referenciado en Colombia, que es el de Irlanda, y lo que significó allá como proceso de reconciliación entre facciones que sí tenían más profundo enfrentamiento que el colombiano, porque tenía que ver con ideas religiosas y culturales, con una historia de cientos y cientos de años, por eso es tan fundamental, pero Colombia está cerrando un página ya muy dolorosa de la historia.

Observando puntos neurálgicos en el ambiente como la lucha por la desigualdad social, la vía libre a la participación política de las Farc y la polarización ¿Cuál sería el riesgo que podría estar al acecho de la paz en Colombia?

Las zonas que dejan las Farc, 242 municipios en los que estuvieron los últimos 30 años en este momento está siendo ocupados, hay mucha expansión de otros grupos irregulares, el Eln que todavía sigue en la guerra, las bandas criminales o los herederos de los paramilitares y también la anarquía criminal, porque todas esas fuerzas guerrilleras no servían sólo como depredadores y actores de violencia, también lo que hacían era controlar la delincuencia distinta a ellos, regular conflictos y poner normas en las regiones.

Cuando ellos están saliendo de eso, lo que sucede es que el fenómeno de otros grupos criminales se exalte y se intensifique. Entonces hay que poner mucho cuidado en esas zonas que están dejando las Farc, tanto con Fuerza Pública, con presencia militar y policial, como con presencia de Estado, con servicios, alternativas de mercados legales para esos jóvenes que siempre tienen la tentación de ingresar a los mercados ilegales: el narcotráfico, la minería ilegal, el contrabando, la extorsión y todas las manifestaciones de ilegalidad que hay en el campo colombiano.

Entonces hay que ofrecer mercados legales, hay que ofrecer ciudadanía y respectiva participación política. Esos son los retos de un Estado que no ha mirado de frente las regiones, que ha tenido visos de centralismo enormes y que ha dejado en la marginalidad a vastos territorios del país que fue lo que generó tantos fenómenos de violencia. Ahora están todos esos retos y ojalá ahora en la campaña presidencial los discutan con mayor tranquilidad y los conviertan en propósitos nacionales, eso es una de las cosas que nos generan mucha preocupación a algunos actores, analistas y centros de pensamiento como el que yo dirijo. Esos son los puntos clave que habrá que tener en cuenta para conjurar los riesgos que tiene el proceso de paz colombiano.

Para muchos ha sido clave el acompañamiento de Naciones Unidas a la dejación de armas, porque le ha dado transparencia y credibilidad. Ahora que se supera esta etapa, ¿Cómo puede esta organización seguir contribuyendo a la consolidación de la paz en el país?

Lo que se firmó al principio era solo la dejación de las armas, pero van a prolongar el acuerdo en un segundo momento para vigilar lo que es todo el tema de tránsito a la vida civil de parte de las Farc. Entonces está ya en discusión la idea de monitorear el posconflicto, tener presencia política y diplomática en este periodo y también de atender seguramente discusiones que están al lado de la discusión con las Farc. Por ejemplo, el proceso de paz con el Eln y la idea que tienen de buscar un acuerdo de cese bilateral y de hostilidades, incluso pensando en la venida del papa.

Ahí tendrían un papel inmediato las Naciones Unidas después de hacer ese proceso con las Farc, tendría una capacidad instalada y una experiencia indirecta con una guerrilla colombiana. Lo mejor que le puede ocurrir al país es que la ONU se quede un tiempo largo en Colombia, transformando la Misión que tiene ahora para el proceso con el Eln y como apoyo político al proceso de posconflicto con las Farc.

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