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Organizaciones piden al Gobierno evaluar impacto de aspersiones con glifosato

Piden al Gobierno que evalúe su propósito de avanzar en el uso de esta práctica como acción de lucha contra el narcotráfico.

“Volver a la aspersión aérea con glifosato es repetir una medida sin resultados, y retroceder en aspectos sociales y ambientales”. Así lo manifestaron universidades, organizaciones internacionales y de la sociedad civil, exponiendo los riesgos ambientales y sociales de esta práctica, para pedir al Gobierno que evalúe su propósito de avanzar en el uso de esta práctica como acción de lucha contra el narcotráfico.

La petición se dio luego de que el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, afirmara hace unos días que el gobierno avanza en la logística, pilotos y protocolos para la compra del herbicida y la reanudación de las aspersiones aéreas en todo el país. Resalta la carta firmada, entre otras organizaciones, por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), que esta práctica no es efectiva contra los cultivos de uso ilícito.

Una investigación realizada en 2015 -exponen- demostró que se tienen que fumigar 30 hectáreas de coca para lograr erradicar solo una. Por el contrario, al usar concentraciones más altas que las requeridas en la agricultura, las aspersiones sí tienen efectos negativos en los ecosistemas y en las poblaciones que viven en ellos.

En términos ambientales, las aspersiones impulsan la expansión de la deforestación, contamina fuentes híbridas y bosques nativos y afecta la supervivencia de varias especies como cangrejos, tortugas, ranas, larvas de salamandra, embriones de erizos de mar y altera el comportamiento y sistema endocrino en peces; advierte WWF.

En términos de salud, la Agencia Internacional para el Estudio del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado al glifosato como “probablemente carcinógeno en humanos”, ya que la evidencia es poca en humanos pero suficiente en animales. También aumenta el riesgo de abortos y problemas dermatológicos.

Y en términos sociales, el uso de glifosato podría agudizar situaciones de vulnerabilidad y conflicto armado en los territorios. Está asociado a desplazamientos de personas y aumenta la desconfianza de la población en las instituciones del Estado. Las personas huyen de los efectos en la salud, de las operaciones militares y de la pobreza al destruirse sus cultivos legales; describe la carta.

“Aunque el uso del glifosato para aspersiones aéreas sigue prohibido en Colombia, y se debe cumplir con una serie de condiciones legales antes de retomar su uso, es bastante preocupante que el Gobierno insista en volver a una senda que ha demostrado ser poco efectiva para erradicar cultivos ilícitos y altamente cuestionable por sus implacables efectos, más aún en este momento tan complejo de la pandemia”, manifiesta la WWF.

Y recuerda que hasta el momento, 18 países en el mundo han prohibido y restringido el uso de este herbicida en la agricultura, por sus nocivos efectos en los suelos y alimentos. Entre ellos Italia, Dinamarca, Bélgica, Malawi y República Checa.

“La actual pandemia nos invita a transformar nuestros desbordados patrones de consumo y producción, así como la peligrosa relación que hemos establecido con la naturaleza. De ahí que sea urgente abordar la reactivación económica que necesitamos a partir de un enfoque integral, que busque garantizar la salud de los ecosistemas para garantizar la salud y bienestar humana. El glifosato va en contra de eso”, concluye la carta e insisten en invertir mayores esfuerzos en opciones como el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito(PNIS) y la Reforma Rural Integral.

Entre las entidades que firman la carta están la Fundación Friedrich Ebert Stiftung en Colombia, Fundación Alejandro Ángel Escobar, Fundación Tropenbos, Universidad de los Andes, Fundación Natura, Universidad del Rosario, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad Nacional de Colombia, Universidad del Norte y Universidad Tecnológica de Pereira.

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