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Reincorporación de las Farc: la oportunidad de escribir una nueva historia

Una nueva vida y volver a empezar, esa es la esperanza de los integrantes de las Farc que en estos momentos se concentran en las 26 zonas veredales en el país.

Una nueva vida y volver a empezar, esa es la esperanza de los integrantes de las Farc que en estos momentos se concentran en las 26 zonas veredales en el país. Después de decirle adiós a las armas piensan en el futuro, incierto pero con optimismo, eso dice Julián integrante de esta organización durante más de 20 años.

“Pensamos consolidarnos como un partido político o sumar fuerzas con alguna coalición para poder llegar al poder, por lo menos aspiramos a que en el país no se mate por pensar diferente”.

De manera oficial, el 1 de agosto empieza el proceso de reincorporación de los integrantes de este movimiento. Sin embargo, para ellos la nueva vida ya empezó; salir de la selva, visitar ciudades, ver a gente diferente a los compañeros con los que han compartido durante tantos años, hace que hoy sus vidas sean diferentes a las llevaban en el monte.

Además, diferentes ofertas institucionales de entidades como el Sena están llegando a las zonas veredales para iniciar un proceso de capacitación, la mayoría de los excombatientes de las Farc ni siquiera han terminado el bachillerato.

La Universidad Nacional terminó un censo en estas zonas que pronto se convertirán en transitorias y de normalización, de allí se espera que muy pronto se pueda precisar cuál será el proyecto económico a desarrollarse.

Poco a poco, los excombatientes van redescubriendo el mundo del que vivían apartados.

“Bogotá está muy bonita, es bien importante volver a esas zonas donde hace tantos años no se iba, hay terminales muy grandes, sin embargo, lo que a mi más me impactó fue volver a ver a mi hermano después de 18 años, esa ha sido una de las experiencias más bonitas en este tiempo” fueron las palabras de Luis.

Hay tantas cosas nuevas que la selva no le permitía vivir a estar personas; los celulares, la tecnología, entrevistas con los medios de comunicación, todo esto es nuevo para ellos. En la zona veredal Mariana Paez, las Farc son algo tímidos, Yirley Beltrán tiene una risa nerviosa cuando habla sobre los cambios que hasta el momento ha dejado este proceso para su vida.

“Para los celulares no soy buena, hay muchas cosas buenas, que el whatsapp, mirarse uno por el teléfono, hacer videollamadas. De pronto de computadores si sé un poquito más, yo me le pego al que sabe harto para que me enseñe, uno se sorprende porque antes estábamos muy atrasados”.

Pequeños detalles como la luz en los campamentos y la música toman significado cuando se ha estado más de 10 años empuñando las armas en el monte.

“Antes a esta hora uno no se podía hacer todo esto, no podíamos escuchar música o tener la luz prendida, eso era básico para conservar la vida, en cualquier momento podría llegar el enemigo (Ejército) para sorprendernos, por eso siempre teníamos que estar preparados. En cambio mire ahora, hasta por micrófono hablan bien durotote” indicó Yirley.

Para las Farc, mirar a los ojos al que por muchos años combatieron como enemigo también hace parte de ese proceso de reincorporación; darles la mano como compañeros e incluso pedir perdón, ese es el reto de todos los días cuando Ejército, Policía y Farc conviven en el mismo escenario.

“Por fin ellos (Ejército) se están dando cuenta de que nosotros no somos los malos, ellos han estado equivocados porque defienden una clase que también los explota a ellos, pero ahora todos nos respetamos como hermanos" indicó Solmar Guerrero, integrante de las Farc.

Incluso, la Fuerza pública que en la actualidad cuida las zonas veredales, ha tenido la oportunidad de disfrutar varias actividades actividades culturales. Anderson Vega ha pertenecido a las Farc durante 20 años y cree que aquellos que han vivido la guerra son los que más quieren la paz.

“Yo he notado un muy buen ambiente con la Policía y el Ejército, estamos todos comprometidos con la paz, no queremos volver a enfrentarnos, porque nosotros que hemos vivido la guerra y sabemos qué es lo que se siente, queremos vivir en paz”.

La reincorporación es un reto para todos como sociedad, a diario Jaime Alberto Parra, integrante del secretariado de las Farc, se enfrenta a caminar por ciudades, responder a aquellos que se oponen al proceso de paz y reconocer que en ocasiones le da temor porque su vida podría correr peligro.

“El tema del escolta es complicado, no estábamos acostumbrados a eso. Ahora, eso no quiere decir que no vayamos a ser capaces con esto, necesitamos analizar bien los retos que se nos pone de frente, pero sabemos que vamos a salir adelante”,

En estos momentos cuando la Fuerza Pública y las Farc dejaron de enfrentarse, se encuentra que cerca de 90 personas entre Policías e integrantes de la Unidad Nacional de Protección cuidan a aquellos excombatientes que eventualmente podrían ser víctimas de amenazas, un tema que para muchos es inaceptable. Sin embargo, quienes viven esta experiencia como el escolta de Carlos Antonio Lozada dice que este trabajo le cambió la vida

“A mi me cambió la vida porque una cosa es lo que nos dicen y otra es ver y conocer las necesidades de cada uno, son personas muy sencillas y conocer las razones por las que llegaron a las filas, hace que uno los conozca más y entienda mejor la situación. Uno no se imaginaba todo el potencial que había detrás de esos fusiles”

Antonio Bustos es escolta de Pablo Catatumbo y sonríe mientras piensa en esos detalles que dan sentido a la vida de estos excombatientes, y que antes la guerra no les permitía vivir.

“Él llevaba muchos años en las Farc entonces ahora ver gente, negocios de comidas rápidas, caminar y ver que la gente se acerca a saludarlo es un proceso maravilloso”.

Dentro del proceso de reincorporación que en la actualidad está viviendo las Farc también se encuentra el aumento en las tasas de natalidad, una situación que antes era prohibida dentro de la organización, sin embargo, ahora que se firmó la paz, estos hombres y mujeres ven una gran oportunidad para cumplir otro gran sueño: ser papás. Ese es el caso de Milena Reyes, compañera de Carlos Antonio Lozada y quien recientemente dio a luz a su hija Dalila.

“Para mí ser mamá es lo mejor que me ha pasado en al vida, mi hija me hizo ver que aún existían en mi esos sentimientos que pensé estaban muertos, ahora quiero trabajar por ella, quiero una paz con justicia social e inclusión, para que ella no viva todo lo que me tocó vivir a mi”.

Ni excombatientes, reinsertados o integrantes de las Farc, todas estas personas esperan que en un futuro la sociedad los vea como seres humanos que cometieron errores como todos, pero que quieren pasar la página para empezar a escribir una nueva historia.

Escuche aquí la crónica de Nataly Ramírez Vargas:

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