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Selva y cocaína: una cena tóxica para campesinos e indígenas

Familias de campesinos e indígenas en el Guaviare, viven en laboratorios de procesamiento de coca e inhalan diariamente tóxicos productos de su tratamiento químico.

Por: Carolina Bustamante

Radio Nacional de Colombia acompañó a la Policía Antinarcóticos y a la Fuerza Aérea en la destrucción de un laboratorio para procesamiento de cocaína ubicado en Calamar, Zona Rural de San José del Guaviare, donde existe presencia del Frente 1 y 7 de las FARC; y donde se pudo constatar las consecuencias para la vida de campesinos e indígenas que son obligados a trabajar en estos laboratorios, pues estructuras dedicadas al narcotráfico no les permiten reemplazar sus cultivos de coca por otro medio de subsistencia.

Así como este laboratorio, en una operación que duró 5 días y contó con más de 120 uniformados se logró destruir 104 más, en los Departamentos de Guaviare, Meta y Vaupés.

Al arribar a la selva, donde los árboles son aliados y escondite porque gracias a su altura y cantidad cubren los cientos de laboratorios improvisados que son construidos para procesar coca, aparece una vaga construcción en tablas de madera húmeda. Tiene un techo en zinc, al parecer nuevo, pero a la espera de que el tiempo y la humedad lo oxiden y en su interior. Además canecas con químicos, hoja de coca macerada y toda la estructura necesaria para procesarla. Restos de ropa y de lo que precariamente se presume como una zona de descanso que, por sus características, pareciera una celda en la que en ocasiones se duerme y en otras se vigila, a la espera de la llegada de quienes destruyen estos lugares o de quienes pagan por procesar narcóticos.

Campesinos e indígenas, con sus familias, llegan a vivir a estos lugares mientras trabajan, como en esta ocasión, en alimentar el negocio del narcotráfico de alrededor de 25 toneladas trimestrales de cocaína producidas por los 104 laboratorios destruidos por las fuerzas Armadas. Arriesgan sus vidas y las de sus hijos, pues se ven en medio de combates entre quienes delinquen y la fuerza armada. Pero aún peor, absorbiendo diariamente, tanto niños y como adultos, permanganato de potasio, vapores tóxicos producto de insumos sólidos y químicos utilizados para procesar cocaína.

Así lo dio a conocer el General, Jose Ángel Mendoza, comandante de Antinarcóticos de la Policía Nacional:

“ (... ) campesinos e indígenas son parte de las víctimas de este criminal negocio. Viven en condiciones precarias y lo más grave, la actividad rentable del narcotráfico no está aquí, no les paga a ellos”. Y afirmó: “duermen encima de los insumos químicos, se comen los vapores producto de este trabajo para procesar cocaína y sus familias también”.


En esta operación se lograron capturar tres personas que deberán responder ante la ley por realizar estas actividades ilícitas, pero que no representan el grueso de estas estructuras narcotraficantes qué, como bien enfatizó el General Mendoza, son los objetivos más importantes de la Fuerzas Militares, pues ellos son quienes financian la salida de coca por Venezuela y Brasil para que finalmente lleguen a Europa, Asia y Estados Unidos.

De este laboratorio en Calamar, zona rural de San José del Guaviare, solo quedaron cenizas y vagas muestras de algunas pertenencias de quienes vivieron allí; a la intemperie, con hambre, expuestos a la muerte y probablemente enfermos gracias a su alimento diario: absorción de vapores tóxicos; estos que sólo le dejan ganancias al narcotráfico, aunque para esta ocasión, 104 laboratorios destruidos representan una pérdida de 10 mil dólares para el crimen organizado.


Escuche la entrevista aquí.

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