Acuíferos en San Andrés, un recurso vital en vía de extinción
Por: Michael Evans - Radio Nacional San Andrés
Los acuíferos son vitales para la supervivencia de los sanandresanos, estos son fuentes naturales o espejos de agua dulce que se forman por medio de las aguas lluvias que permean los suelos rocosos y se acumulan en el subsuelo. Los habitantes de la isla extraen el recurso hídrico por medio de un sistema de bombeo para su uso y consumo diario.
En zonas como San Andrés es vital la conservación del agua dulce, las condiciones geográficas de estos territorios hacen que las personas verifiquen si pueden tener acceso a fuentes hídricas o agua subterránea antes de construir una vivienda.
Un estudio de identificación de los humedales interiores de San Andrés, realizado por la Fundación Alma para la Corporación Coralina, demuestra que de los 90 acuíferos identificados hay muchos en estado crítico, de los cuales 18 han desaparecido o están alto riesgo.
El informe revela que no hay un humedal que esté en estado excelente de calidad, así lo confirma Natasha Garzón, ecóloga investigadora de la línea de socio-ecosistemas de la Fundación Alma.
La intención de construcción y sobrepoblación, ha venido consumiendo este importante recurso, que incluso, viene obstruyendo su fuente principal como los son los acuíferos, los cuales funcionan como albergue de agua en temporada de lluvias.
Ha sido notoria la pérdida de varios acuíferos en la isla, convirtiendo a un territorio natural en una ciudad de concreto, donde se les resta importancia en las zonas de construcción.
Además de factores como las edificaciones y la contaminación, se le suman aspectos como la alta demanda del recurso y la sobrepoblación.
El estudio de la Fundación Alma señala que estos impactos ambientales ya están generando consecuencias en la población insular como inundaciones en época de invierno y largas sequías en verano.
“La mayoría de la gente que vive aquí en la isla sabe que estas fuentes hídricas se encuentran en un estado de degradación, y existen diferentes motores que están afectando todo el tema de la producción de agua dulce del ecosistema como tal, la demanda, la sobre explotación, la ocupación de los humedales, que son la fuente de recarga de ellos, está deteriorada”, expone Natasha Garzón.
En la actualidad, en San Andrés hay zonas en las que hace más de 30 años había grandes terrenos de humedales, acuíferos que mantenían la fauna dentro de la isla y a su vez permitía evidenciar gran vegetación, característico de una región como esta.
“Hay un aeropuerto encima, o el estadio de futbol está construido en un humedal, todo un barrio como Natania, esos están completamente destruidos. Hay unos que están en estado medio y bajo de intervención, pero no hay ninguno en un estado excelente de calidad”, manifiesta la ecóloga de la Fundación Alma.
Para la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés (Coralina), en la actualidad, la población del archipiélago depende en un 80 % de aguas subterráneas explotadas por aljibes, pozos profundos y pozos barrenados, lo cual puede generar contaminación en el recurso de continuar abusando de él.
Son comprensibles las dificultades que hay en el departamento con la distribución de agua en los barrios, pero tampoco se puede ver viable la explotación de agua subterránea.
“Se ha venido trabajando en acciones de manera conjunta con la Gobernación en la tarea de generar un proceso de reconversión, limpieza y recuperación de aquellos (acuíferos) que han venido siendo alterados de alguna forma por situaciones antrópicas (…), buscando el apoyo de proyectos que van a beneficiar a la comunidad, pero que al mismo tiempo terminen redundando en la conservación de complejos de humedales”, sostiene Durcey Stephens, director de Coralina.
El funcionario explica que también se busca concientizar a los sanadresanos acerca de conservar este recurso, dado a que es la única fuente con la que se abastece a la población.
La afectación que están padeciendo los acuíferos es bastante notoria, tanto que en 2016 la Gobernación del departamento decretó una medida de calamidad pública, para poder atender la sequía que afecta al archipiélago sobre todo en los meses de marzo a julio.
