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¿Por qué nos cambió ‘Yo soy Betty, la fea’?

En 1999 llegaba Yo soy Betty, la fea. Los pasillos de Ecomoda se convirtieron en el lugar de encuentro de los colombianos.
Adriana Chica

En octubre de 1999 llegaba a la televisión colombiana Yo soy Betty, la fea. Los pasillos de Ecomoda se convirtieron en el lugar de encuentro de millones de colombianos que no paraban de reír con las ocurrencias de Betty, Don Armando, Don Hermes Pinzón o Nicolás.

Como un gran contador de las historias colombianas y como el hombre que renovó un género que parecía libreteado por un escritor de siempre, será recordado Fernando Gaitán, creador de ‘Café con aroma de mujer’, ‘Laura, por favor’, ‘Guajira’ y por supuesto, ‘Yo soy Betty, la fea’

¿Por qué nos cambió Yo soy Betty, la fea? ¿Cómo renovó el género en Colombia y América Latina?

Para Dago García, libretista y vicepresidente de producción y contenido de Caracol Televisión, Fernando rompió con el mito de que para ser vistos a nivel internacional no se debía contar nuestra cotidianidad.

“Fernando transformó la telenovela, la sacó de ser un género anacrónico, caduco, muchas veces despreciado y lo convirtió en un género moderno, en un género que llegó a públicos que nunca hubiéramos pensado que podía llegar la telenovela, que le dio un ropaje nuevo. Le dio categoría, sin lugar a dudas, es el escritor de telenovelas más importantes de la historia, junto con Delia Fiallo […] Él completó un proceso que venía desarrollándose en la telenovela en Colombia y fue acabar definitivamente con el mito de Cenicienta, el mito de la telenovela clásica, en la cual el personaje femenino siempre cambiaba de posición porque se casaba con un príncipe que le daba todo lo que ella necesitaba. En las novelas de Fernando Gaviria la mujer tenía una dimensión ética que era muy moderna, aquí no había una Cenicienta que se casaba con un príncipe, aquí antes de casarse con el príncipe, la mujer se convertía en mérito propio en princesa. Con Fernando se rompió el mito de que para ser universales teníamos que renunciar a la marca de nuestra cultura”, indicó el director colombiano en El Atardecer de Radio Nacional de Colombia.

Constanza Duque fue una de las actrices recurrentes en sus proyectos, desde Laura, por favor (1991) pasando por Café con aroma de mujer (1994) hasta Guajira (1996) esta intérprete fue testigo del amor del libretista por sus personajes:

“En Laura, por favor, Fernando estaba siempre muy pendiente de su producto. Él tenía la historia en su cabeza, solo él, porque él se demoraba escribiendo los libretos, los libretos en Laura, por favor, llegaban en caliente. Él era muy cuidadoso en explicarnos el personaje, cuál era su mundo. Con Café fue una aventura porque los personajes se fueron creciendo, cuando la novela salió, en RCN tenían miedo de que esto no pegara porque era una novela costumbrista, de una campesina y fue tal el éxito de Café que los personajes agarraron un tono. Siempre estaba pendiente de sus personajes, los quiso, eran sus hijos y nos regaló grandes personajes femeninos, Gaviota, Betty, mujeres muy modernas, que rompían esquemas. Fernando Gaitán era el Gabo de la televisión”, señaló Constanza Duque.



Para Simón Posada, periodista de CNN, Gaitán tendió puentes con el género de hoy: las series.

“Yo soy Betty, la Fea es uno de los mayores productos de exportación de Colombia, al nivel del Café, Las esmeraldas y Cien años de soledad. Su gran aporte al género de la telenovela es que con una historia con una gran raíz melodramática y "telenovelesca", tendió puentes con el género televisivo del futuro de ese momento, es decir, de nuestro presente, las series de televisión. Por eso Yo soy Betty, la fea tuvo esa masificación tan brutal. Porque tenía todo para montarse en la gran ola de las series que estaba por venir. No por nada Gaitán era un gran televidente de series a finales de los noventa y el 2000, se quedaba dormido con la luz prendida y la cama tendida viendo Law & Order todas las noches, después de sus rumbas en El Sitio.

[..] Otra cosa importante para destacar de Betty La Fea, y de Gaitán como tal, era su capacidad para retratar los universos laborales: Café con aroma de mujer y Yo soy Betty, la Fea son los mayores ejemplos de cómo usaba los universos laborales para sus historias, esos universos laborales le permitían construir unos personajes maravillosos con mucha biografía. Uno ve Yo soy Betty, la Fea y podría hacer una serie de cada uno de ellos. Eso marca una gran diferencia con la telenovela latinoamericana, que está llena de personajes planos, sin grises, esa construcción de personajes tridimensionales, complejos y contradictorios es propia de la tradición estadounidense de series de HBO, como The Wire y The Sopranos”