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La colombiana que llevará sus diseños inspirados en el Pacífico

Cléiner Cabadías es una chocoana que, a pesar de las adversidades del conflicto armado, logró levantarse para cosechar el éxito en las pasarelas de moda.

Por: Colprensa

Cuando tenía 13 años de edad, Cléiner Cabadías tuvo que salir desplazada por la violencia. Junto con sus padres y sus siete hermanos abandonaron la finca y la casa de Mesopotamia, un corregimiento de Bojayá, unas 18 horas selva adentro, para llegar a Quibdó, una metrópoli para ellos que les cambió la vida, para bien y para mal.

Con la ropa que tenían puesta y cargando una máquina Singer de costura de doña Teresa, la familia Cabadías Rivas llegó a la capital del Chocó hace 30 años para comenzar a vivir, obligados a reconstruir una vida que la violencia colombiana les arrebató de las manos.

Los cultivos, las propiedades, los amigos y familiares quedaron atrás. La vida comenzó de nuevo, don José de Las Mercedes ya no era la cabeza de la casa, ese rol lo asumió doña Teresa, quien con su máquina Singer y la ayuda de Cléiner empezó a coser y a trabajar para levantar el hogar de la nada.

“Mi mamá me dejaba los retazos de las telas y con eso yo hice mis primeros diseños, unos shorts y un top que vestí con orgullo”, recuerda Cléiner, quien a los 13 años de edad emprendió el camino de la moda, que ahora la tiene a pocos meses de exhibir sus ideas exclusivas en la imponente pasarela de Milán.

Pero la salida de Mesopotamia no fue color de rosa como lo es ahora, pues “vivimos tantas dificultades que nunca acabaría de recordarlas, pasamos cosas muy difíciles, pero gracias a la fuerza de mi mamá, mi padre y mis hermanos salimos adelante”, asegura Cléiner.

La diseñadora chocoana Cléiner Cabadías. Foto: Colprensa.

Tras el desplazamiento, el segundo golpe de su vida fue ver la transformación de su padre, ya que de ser el encargado de sostener la familia en Mesopotamia, de sustentarlos a todos, pasó a depender de doña Teresa, se sentía mantenido, se le veía la tristeza, fue un golpe fuerte para un campesino que nunca se adaptó a la ciudad y poco a poco fue sufriendo enfermedades hasta que su corazón falló y se fue poco más de 15 años después de llegar a Quibdó.

Uno de sus hermanos también falleció, otro está desaparecido y ella, Cléiner, tuvo que asumir la posición de su madre para levantar la familia, para sacar adelante a sus hermanos menores con el don que recibió desde niña: el diseño, arte que intentó perfeccionar en la academia bogotana, pero no fue posible por falta de recursos, así que tuvo que regresar a Quibdó a los 20 años.

Siguió adquiriendo los conocimientos de su madre, quien también la abandonó porque hace cuatro años falleció por un fuerte dolor de cabeza que no le diagnosticaron a tiempo y por un aneurisma perdió la vida, no pudo ver a su hija llevar sus diseños al resto del país y ahora al resto del mundo.

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El año pasado exhibió sus diseños en el Bogotá Fashion Week y fue una de las protagonistas en la Pasarela Somos Color, organizada por Henkel y la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Victimas, eventos que ahora la tienen soñando con las pasarelas de Milán, en Italia.

“Es una alegría inmensa, es el sueño de todos los que están en la industria de la moda, que sus creaciones estén en las pasarelas más importantes del mundo, entonces es una alegría que no me alcanzan las palabras para describir, eso se siente en el alma”, admite Cléiner.

La diseñadora chocoana Cléiner Cabadías. Foto: Colprensa.

Y en esas pasarelas colombianas conoció a Indira Palacios Rodríguez, su punto de quiebre para pasar de lo local a soñar en lo nacional e internacional, porque fue ella quien creyó en su talento, en su idea de plasmar en las telas todas las bellezas naturales del Pacífico colombiano, y llevarlas a las mejores pasarelas del mundo.

Se conocieron en una pasarela de Univentas y desde allí empezó el camino de ascenso que, a pesar de encontrar puertas cerradas en las autoridades locales de Chocó, cada día se fortaleció para ahora materializar la idea de abrir las puertas europeas.

“Esta oportunidad se da porque yo trabajo en Cooperación Internacional, entonces hubo reuniones con el embajador de Colombia en Italia, le presenté el trabajo de Cléiner, le conté su historia de vida y la unión del trabajo y la historia permitió el interés en Italia para apoyar este proceso”, cuenta Indira.

Hoy, a pocos meses de cumplir el sueño italiano, Cléiner cuenta con una micro empresa en Quibdó, ya la máquina Singer de la mamá es un bonito recuerdo que reposa en su casa y ahora cuenta con 10 máquinas industriales y genera 10 empleos directos, más otros cuantos indirectos.

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