El Pájaro Loco cumple 80 años

Por: Juan Carlos Garay

Hubo un tiempo en la industria de los dibujos animados en que el éxito le estaba garantizado a un dibujante si era capaz de elegir como personaje a un animal que nadie hubiera lanzado antes. ¿Un ratón? Imposible, había que estar loco para querer competirle al ubicuo Mickey. ¿Un pato? Tampoco valía la pena intentarlo, Donald y Lucas ya habían logrado el estrellato.

En eso pensaba Walter Lantz, un dibujante oriundo de Nueva York, por la época en que se fue de luna de miel con Gracie Stafford, su segunda esposa. Lantz había creado un primer personaje, no del todo desfasado: el osito Andy Panda. No solamente se produjeron unos capítulos de buena calidad, sino que se fabricaron algunos juguetes con su imagen. Pero Lantz quería un éxito rotundo. Y entonces sucedió.

La historia que vamos a narrar nos remonta a los bosques de Sherwood, California, hace exactamente 80 años. Walter y Gracie alquilaron una cabaña para pasar su noche de bodas, pero fueron interrumpidos por un golpeteo en el techo que no los dejó “dormir” en toda la noche. Cuando Lantz salió a ver de qué se trataba, encontró a un pájaro carpintero haciendo huecos en la madera para almacenar sus nueces. El dibujante fue a buscar un rifle para asustarlo pero su esposa lo disuadió. Le dijo que más bien intentara bosquejarlo: quizá ahí tenía al personaje que tanto estaba buscando.

Así nació el Pájaro Loco, que llegó a las pantallas por primera vez en noviembre de 1940. El éxito fue indiscutible no solo entre el público infantil sino, curiosamente, entre los ornitólogos que identificaron de inmediato a la especie como el picamaderos norteamericano de cresta roja, cuyo nombre científico es Dryocopus pileatus.

A finales de los años 50, Walter Lantz presentó en su programa de televisión una recreación de aquel momento en que un auténtico Dryocopus pileatus inspiró a su personaje más famoso:

¿Cuál ha sido el secreto del éxito del Pájaro Loco, para que 80 años después lo sigamos recordando? En parte tiene que ver con la zoología, como ya lo dijimos: la elección del ave fue acertada. Pero no se puede ignorar la personalidad. Y en este punto hay que darle toda la razón al historiador del cine Leonard Maltin cuando lo describe: “Es impetuoso, es chiflado, es exageradamente dramático y está bendecido con una capacidad para hacer locuras mágicas”. ¿Qué más se le puede pedir a una caricatura?