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Laguna libros, publicaciones que van más allá de contar historias

Este domingo 30 de julio a las 9 pm, las historias de una de las editoriales más relevantes del continente.

Este domingo 30 d julio, Entre Líneas recibe la visita de Felipe González y Salomé Cohen, quienes vienen en representación de la editorial Laguna libros, un proyecto que lleva diez años haciendo libros que van más allá de contar buenas historias.

Una de sus líneas busca rescatar títulos que, por una u otra razón, quedaron en el olvido. Se trata, en palabras de ellos, de hacer “arqueología editorial”. Entre estos títulos se encuentran la alucinante novela Viajes interplanetarios en zepelines que tendrán lugar el año 2009, de Manuel Francisco Sliger, y Barranquilla 2132, de José Antonio Osorio Lizarazo. Esta línea empezó con la publicación, en 2010, de Bogotá zombie: se levantan los muertos el 9 de abril, una propuesta en un formato no convencional que consistió en armar una carpeta de afiches donde cada uno era la primera plana de un periódico del 10 de abril de 1948, día en el que en Colombia no circuló ningún diario. Lo interesante es que cada noticia estaba atravesada por la ficción de que en Bogotá había ocurrido una invasión zombie.

Entre estos rescates editoriales también está la aclamada novela de no ficción Memoria por correspondencia, de Emma Reyes, reconocida como el mejor libro publicado en 2012. Este es un texto en el que la artista plástica cuenta, a partir de cartas que le envió a su amigo Germán Arciniegas, sus primeros años de vida, un periodo lleno de abandonos, maltratos, humillaciones y, sobre todo, discriminación por su condición de niña y de huérfana. La historia de la publicación empezó, en palabras de Felipe, “cuando Camilo Otero, director de la fundación Arte Vivo Otero Herrera, me dijo tengo un libro de Emma Reyes”. Al principio todo fue muy extraño porque Felipe, quien conocía la obra Emma Reyes porque acababa de incluirla en una exposición en Cali, no sabía que ella escribía. Ahí empezó la curiosidad, así que le dio la oportunidad a Camilo Otero de que le leyera la primera carta. Eso bastó para que Felipe cancelara todas las reuniones que tenía programadas ese día y decidiera que Memoria por correspondencia debía ver la luz en librerías de Colombia.

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