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Finaliza el rodaje de la nueva película de Ciro Guerra

Luego de seis semanas en medio de la selva del Vaupés, el equipo de producción de El abrazo de la serpiente finalizó el rodaje del filme que visibiliza la cultura amazónica, y cuya historia se inspiró en los diarios del biólogo estadounidense Richard Evans Schultes y del etnólogo alemán Theodor Koch-Grünberg.

El abrazo de la serpiente entra ahora en etapa de postproducción en Argentina y Venezuela –gracias a acuerdos de coproducción–, mientras las 45 personas que trabajaron de lleno en el rodaje retornan llenas de anécdotas a sus casas.

Empezando por el director Ciro Guerra, quien confiesa los temores que lo embargaron finalizando la primera semana de rodaje: “Me vi inundado por una profunda preocupación. Las complicaciones eran demasiado grandes, el plan demasiado apretado. Era claro, clarísimo que no íbamos a lograr terminar esta película. Habíamos soñado demasiado en grande, habíamos pretendido llegar demasiado lejos. Habíamos pecado de exceso de optimismo, y los dioses y la selva nos castigarían. Teniendo esto claro, como el marinero que es el primero en ver que su barco se está hundiendo, me senté, me acomodé y me preparé para lo inevitable. Pero lo que vi fue cómo un milagro ocurrió”.

Y es que el rodaje se cumplió en los tiempos estipulados y el único percance sufrido no fue precisamente el que podría esperarse en la agreste selva: un perro mordió a una de las chicas del equipo técnico, tal como hubiese podido ocurrir en cualquier ciudad. Quizá el milagro del que habla Ciro Guerra tuvo mucho que ver con la protección especial que les brindó el payé de la comunidad de Aaticam.

El anciano invocó a los espíritus de su tradición para que acompañaran al equipo. El suyo era un gesto de agradecimiento a un grupo humano que los respetaba y visibilizaba su cultura, y que además había tenido el detalle de pedirles permiso para contar su historia. “Fuimos honestos y jamás nos propasamos, y el resultado fue evidente: nunca nos pasó nada. Sentimos que fue por su protección”, recuerda la productora Cristina Gallego.

Igual el equipo iba bastante preparado para el inclemente clima, para las distancias… se hospedaron en un campamento ubicado a hora y media de Mitú aunque según el clima se podrían tardar tres horas en llegar.

Contaron con tres personas de la Defensa Civil, un enfermero, la mayor cantidad de suero antiofídico que consiguieron –y del que hay un grave déficit en Colombia– y la protección de dos payés, que hacían invocaciones para conjurar los aguaceros y las condiciones climatológicas cambiantes. “Sólo llovía cuando hacíamos corte para almuerzo o al terminar la jornada, esto nos permitió cumplir los tiempos programados”.

La comunidad del campamento les decía que no se preocuparan porque nada les sucedería. Al final, todos estuvieron convencidos de que la selva escondía una magia que no podían comprender, incluso los actores internacionales, y se rindieron ante su influjo. “En uno de mis viajes la camioneta se quedó enterrada en el barro y solo gracias a la aparición de cinco indígenas que nos ayudaron a levantar el carro pudimos salir. Las cosas pudieron haberse complicado y haber tenido que pasar la noche allí, pero todo salió bien, aunque llegué con barro hasta en el cabello”, recuerda la productora.

Los actores internacionales también hablaron sobre lo que significó para ellos el rodaje. “A pesar de que siempre estábamos trabajando, desde la primera hora de la mañana hasta la última de la noche, por momentos paraba y recordaba que estaba en medio de la selva más importante del mundo y me detenía a contemplar el río y la naturaleza. Desde arriba, desde el avión, Vaupés se ve como un enorme tapete verde. Era milagroso estar allí”, asegura el belga Jan Bijvoet.

Por su parte, el actor estadounidense Brionne Davis, cuenta que permaneció algo más de cinco semanas en la selva, que celebró en medio del Amazonas su cumpleaños y que aprendió a expresarse en huitoto para su papel. “Leí tres veces el guión, primero para comprenderlo desde el punto de vista de la audiencia, luego del director y finalmente para meterme en el papel. Pero cuando llegué al rodaje, entendí que debía construirlo de nuevo para que fluyera. Evan vive en la selva algo cercano a lo que me sucedió a mí: una especie de iluminación”.

Como dato adicional hay que destacar que los dos actores tuvieron que aprender a hablar en idiomas como uitoto, español y portugués, en medio de un equipo de producción que contaba con colombianos de todas las regiones y personas de las etnias Ocaina, Tikuna, Uitoto, Cubeo, Yurutí, Tucano, Siriano, Carapana y Desano, todas ellas moradoras en Vaupés.

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