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Así es la gastronomía de Soacha, toda una tradición de sabores

Las garullas, las almojábanas, los postres, sus dulces y la fritanga son las delicias que hacen sentir orgullosos a los soachunos.

Por: Fausto García

Demostrar que se ha visitado Soacha (Cundinamarca) es muy sencillo, solo basta con probar sus delicias para quedar atrapado en los sabores de una tradición gastronómica que lleva más de 150 años. Las garullas, las almojábanas, los postres, sus dulces y la fritanga son las delicias que hacen sentir orgullosos a los soachunos.

La historia de la garulla y la almojábana

La garulla es una creación propia de Soacha y nace de adicionar otras capas de masa a la almojábana que fue traída por los españoles en épocas de la Colonia.

Pero fueron las manos de esas generaciones las que vieron crecer este municipio amasando la mezcla de todos los ingredientes: harina de maíz, harina de trigo, cuajada, sal y huevos, para mantener en el paladar de todos los que visitan a Soacha el dulce sabor de una bella historia. Esta preparación fue declarada en 2014 Patrimonio Cultural Inmaterial de Cundinamarca.

Foto: Fausto García

La forma más sencilla de acercarse a la gastronomía es buscar el parque principal por la Carrera Séptima del municipio, en el parque están ubicadas las casetas que durante años reciben a propios y turistas a cualquier hora del día que solo quieren probar una almojábana o garulla acompañada de un tinto o un vaso de masato, bebida hecha a base de maíz o arroz.

Doris Romero Vargas es soachuna, líder del municipio, una de las personas que trabajó para que la garulla fuera reconocida como una receta típica del departamento. Para ella lo que ha mantenido viva esta tradición son los núcleos familiares.

“La tradición familiar ha permitido que las casetas en el parque lleven más de 50 años, después de la muerte de Gaitán nos estigmatizaron, pero gracias al trabajo las ventas mejoraron”, cuenta Doris, quien relata que la dedicación al trabajo de dar a conocer la garulla y la almojábana ha servido para que sea invitado a los diferentes mercados campesinos.

Foto: Fausto García

Una tradición familiar

Laura Cecilia Rodríguez de Rico es una mujer de 82 años y trabaja desde los 15. A las 6 de la mañana inicia su jornada, prepara almojábanas y garullas en su negocio familiar en un horario que puede extenderse hasta la 1 de la tarde. Ella pertenece a la tercera generación de la dulcería y almojabanería ‘La Gata Golosa’.

Su tía Julia Rodríguez tuvo hijos con Fulgencio García, compositor del famoso pasillo ‘La Gata Golosa’, en honor a esta gran composición musical el negocio familiar adoptó el nombre.

Foto: Fausto García

“Mi mamá también tuvo su fábrica, ahí aprendí a preparar garullas y almojábanas y trabajábamos con mis hermanos, actualmente soy la persona de mayor edad en La Gata Golosa”, cuenta.

Al día pueden producir 300 almojábanas, en este trabajo participa gran parte de su familia, que ya va en la quinta generación. El negocio ha crecido tanto que venden dulce de mora, papayuela, arequipe, arroz con leche y requesón. Para Laura uno de los mejores ingredientes en su cocina es el amor para cada preparación, más los secretos que no revela pero que hacen de su cocina algo especial.

La fritanga hace parte de la gastronomía

El recorrido gastronómico por Soacha quedaría incompleto si se deja por fuera la visita a un piqueteadero y no probar la fritanga. Al caminar cerca al parque principal por las calles que cuentan la historia del municipio, se pueden encontrar varios piqueteaderos y entre ellos se construye otro capítulo de esa tradición gastronómica.

Sofía Rodríguez lleva más de 35 años preparando buenas picadas con morcilla, longaniza, papa criolla, costillas, gallina y pezuñas; junto a su esposo Carlos Bello mantienen vivo el esfuerzo de la abuela Uvaldina Peñaloza y el abuelo Polidoro Peñaloza, una de los primeras familias en iniciar la venta de fritanga en el municipio en 1949.

Foto: Fausto García

“Hace 15 años nos encargamos del piqueteadero con mi esposo, no tenemos riquezas pero mis hijos pudieron estudiar, mi hijo mayor viene los fines de semana y nos colabora en la atención, confiamos en que esta tradición siga en la familia”.

Este emprendimiento familiar sigue en pie deleitando a cada persona que quiere conocer a Soacha con el paladar. Como dice Sofía: “un negocio familiar que ha permitido salir adelante, viajar, cumplir sueños y ser feliz”.

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