Pasar al contenido principal
CERRAR

De ingeniera a lotera: la historia de una madre migrante en busca de oportunidades

El 52% de los migrantes venezolanos que llegaron a Colombia son mujeres.

Por: Angélica Blanco, Bucaramanga (Santander)

Según la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones, (OIM) “a Colombia han ingresado desde que se desató toda la situación social, económica y política de Venezuela, casi 5,1 millones de personas” y, parte del flujo migratorio de ha feminizado, pues el 52% de esta cifra corresponde a mujeres. Una de ellas es Yesenia Castillo, una madre que nos contó su historia.

Yesenia tomó la decisión de viajar hasta Bucaramanga, la capital santandereana, porque en “Venezuela ya no podía encontrarle acceso médico a mi hijo menor, que tiene una discapacidad. Uno por la familia hace lo que sea: dejé mi trabajo, cogí mis cosas, me vine y aquí estoy”.

Pero las barreras con las que se ha encontrado son muchas. De ser ingeniera en su país pasó a ser lotera para obtener el sustento que necesita su familia.

“No hay nada de malo y más bien considero que es una oportunidad que no tiene cualquiera. Conseguir un trabajo honrado, brindar empleo y luchar es una bendición. Yo allá era ingeniera y tenía una empresa de lácteos familiar. Pero la situación me obligó a salir. Sin embargo, sueño con emprender, tener una empresa y dar trabajo acá”, explica, mientras sonríe sentada en la caseta que arrendó en Floridablanca, uno de los municipios que más migrantes ha acogido en los últimos años y donde hoy emplea a otra mujer, que le ayuda a vender lotería, dulces y galletas.

Actualmente, según Migración Colombia a Santander han llegado 113 mil 208 venezolanos. Y según Adriana Parra, vicepresidenta de la fundación Tempus 2020, el 25% son hombres, el 31% mujeres, el 28% niños y el 20% niñas, lo que demuestra que “sí hay una situación con enfoque de género que necesita atención urgente”.

Parra afirma que son muchos los retos que tiene una mujer y madre migrante, desde estar en una posición de extrema vulnerabilidad hasta las expresiones xenofóbicas, y la institucionalidad no favorece el proceso.

“La mujer migrante llega con escasos recursos. Una gran mayoría está sin pareja, con hijos, sin un estatus migratorio que le permita acceder a una actividad laboral formal y con el agravante de que tienen bebés y no pueden dejarlos solos. Además, llevarlos consigo implica ponerlos en riesgo frente a las exigencias del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), pues lo pueden interpretar como que están siendo usados para la mendicidad y no. Realmente es que no tienen con quién dejarlos”, expresa Parra.

Hace cerca de dos años que el ICBF inauguró centros especiales en donde reciben a menores de edad, colombianos, venezolanos y de cualquier nacionalidad; sin embargo, hoy no están operando bajo la modalidad de alternancia como ya lo están haciendo muchos jardínes infantiles y colegios de Colombia.

Esto agudiza el panorama. “La gente no se imagina el riesgo que corre un niño que no es de acá o que no tiene a su mamá cerca. Las venezolanas pasan por muchos dolores de cabeza porque si tienen que trabajar y no pueden llevar a sus hijos, les toca dejarlos solos. Y se han visto casos de abuso, de maltrato, es terrible”, cuenta Castillo, que aunque es mamá de tres, ya tienen edad para cuidarse solos, pero no están estudiando.

Sus hijos no tienen los permisos necesarios para que Colombia les brinde del todo una educación de calidad. “Mi hijo que tiene una condición especial, no ha podido estudiar porque no tiene el Sisben y acá en cualquier lado lo piden. Si es difícil para los colombianos, ahora imagínese para los demás. Entonces si uno no los tiene estudiando le toca ingeniárselas. Lo mismo pasa en las universidades así sean privadas, piden documentos que no nos han dado y es una barrera educativa”, manifiesta.

Por este motivo, hace un llamado al Estado para que apoye más a la mujer migrante y a sus pequeños. A la sociedad, para que comprenda que los venezolanos no son una competencia y a las instituciones educativas o entidades públicas que, tras la pandemia, dejaron a cientos de niños migrantes a la deriva y a sus madres sin una alternativa de cuidado para poder trabajar.

Santander es hoy la sexta región de colombia a la que más venezolanos ingresan. Muchos llegaron para quedarse. Yesenia Castillo es una de ellas y sueña con que lo que emprenda le salga bien y que sus hermanos, como les llama, tengan el trato que merecen.

ETIQUETAS