La historia de una familia con mucha "bromelina"
Este fruto colgante que los españoles encontraron en 1.493 en la isla caribeña de Guadalupe, se convertiría en parte de su obsesión al querer llevar su cultivo a Europa, hasta que entendieron que era necesario el trópico, así que a fines del siglo XVI se la llevaron y propagaron en todas sus colonias asiáticas y africanas.
En ese entonces consumir piña fresca se convirtió en un símbolo de prestigio y clase social. Si regresáramos en el tiempo Jhon Jairo y toda su familia Garcia en pleno oriente de Cali, serían millonarios, tendrían las mejores tierras y el mejor negocio de toda la comarca.
Pero ni ricos, ni famosos, ni de clase alta; ellos gracias a la piña viven, ven crecer a los más pequeños y se convierten poco a poco en uno de los puntos más frescos de la sultana. En plena Glorieta de Maizena como es conocido este sector, ellos todos los días traen las piñas que han cultivado durante casi tres años, uno de los cultivos mas largos para una fruta.
Por más de 16 años han sembrado la fruta en un terreno en Dagua, no cualquiera, el más estable, tranquilo y apacible de la región o sino dicen los expertos la piña nunca dará fruto.
La variedad en la que se especializaron es la piña manzana, ideal para jugos o asados, maravillosamente deliciosa para acompañar carnes frías e ideal para los mejores cocteles.
Los alimentos y sus misterios llevan a reflexionar sobre los regalos y dones que pueden llegar cuando se hace un buen uso de ellos. Una sencilla piña, puede mejorar la digestión, desinflamar y hasta lograr que sus huesos sean mucho más fuertes.
Pero eso si, como todo en la vida si se pasa no le va a gustar, pues la bromelina, uno de sus principales compuestos es mas bien como de mal humor, le hinchará los labios y las encías y le hará seguramente olvidar el dulce de la exótica fruta.
