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La Reina de la Información

“El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se volvió a reunir ayer por la tarde en Nueva York para hablar de Siria…”. “El candidato mormón Mitt Romney venció a su rival Newt Gingrich ayer en el estado de Florida”.

A continuación reproducimos el texto del periodista belga Jean-Paul Marthoz, publicado en la página de la UNESCO, con relación a la celebración del Día Mundial de la Radio.

Cada mañana, en cualquier parte del mundo, la radio nos despierta. Los días casi nunca comienzan con la televisión, las tabletas o las computadoras, sino escuchando los titulares y flash informativos de los periódicos hablantes. No importa que chille o que crepite, la información comienza en la radio.

Sería erróneo equiparar la información al transporte, por ejemplo. En efecto, si bien el automóvil enterró a la diligencia, los vaticinios sobre la muerte de la radio, parafraseando a Mark Twain, “fueron sumamente prematuros”. La televisión, la Web, Facebook y las tabletas han fracasado en su intento de confinar a la radio, un medio que sigue haciendo y dictando la noticia, al desván de las tecnologías oxidadas. Sucede todo lo contrario, pues la radio se ha adaptado a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación para disparar su audiencia.

Con los podcast, la radio se quita de encima el peso de su fatalidad efímera. Hoy en día, podemos recuperar un programa que ya escuchamos o sintonizamos, lo que le confiere a la radio un carácter imperecedero.

El planeta radiofónico

Las nuevas tecnologías, lejos de haber desbancado a la radio, la universalizaron. Hoy en día, no hay necesidad de tener equipos sofisticados para escuchar la radio. Basta con encender el ordenador para sintonizar las emisoras más locales o remotas. Pese a que la torre de Babel lingüística limite su acceso, el planeta radiofónico está a un clic de distancia. Verbigracia: un radioyente bruselense cómodamente instalado frente a su laptop o iPad puede escuchar el programa neoyorquino “Democracy Now!” presentado por Amy Goodman, seguir las actualidad a través de Radio Cooperativa en Santiago de Chile y hasta sintonizar Radio Sen FM en Dakar.

La radio ha subsistido porque nunca ha dejado de estar entre las tecnologías más baratas y accesibles. En general, construir una emisora o montar un estudio está al alcance de cualquier comunidad pobre e aislada, y el precio de un radiorreceptor es muy inferior al de un televisor u ordenador.

Pero el hecho más significativo es que la radio ha resistido a todas las revoluciones mediáticas al demostrar, una y otra vez, su gran utilidad. En muchos países, las emisoras de radio, en particular las de servicio público, han sido un santuario para la información y el debate democrático.

En los momentos críticos del día, esencialmente los matutinos, la radio “hace la opinión”. Dicho de otro modo, suministra los sucesos e ideas que marcarán el día. Cuando las audiencias bien nutridas se enchufan por la tarde a la televisión, la radio sintoniza, a sus anchas, con el mundo, con las comunidades y con la gente. Se acurruca en los nichos de la información, el intercambio, la cultura y la diversión. De manera que la radio ofrece una verdadera diversidad mientras que la televisión, en la mayoría de los casos, propone “57 channels and nothin’ on”, “57 canales y nada que ver”, como diría la canción de Bruce Springsteen.

Creadora de lazos sociales

En los países más pobres, la radio no difunde únicamente lo que acontece cada día. Es también una de las impulsoras del desarrollo, el respeto de los derechos humanos y la participación ciudadana. Las radios comunitarias crean lazos sociales, educan y enseñan, forman e informan. El papel que estas desempeñan las convierte en un elemento crucial en la vida de aquellas sociedades.

Tal como lo señala Mohamed Keita, responsable del África subsahariana para el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, Nueva York), “la radio es el medio de comunicación que más ha penetrado en África. Las emisoras comunitarias, en particular, han emancipado voces locales marginalizadas por los grandes medios de comunicación comerciales”.

Los valores que animan a los equipos radiofónicos pueden determinar el destino de países y pueblos. La radio permitió, en parte, a Adolf Hitler subyugar y someter a la multitud. Igualmente, la radio incitó a cometer crímenes de masa y genocidios. Las emisoras del odio, como la ruandesa RTLM (Radio-Televisión de las Mil Colinas) en 1994, demostraron su potencial devastador dentro de las sociedades fracturadas por las identidades asesinas.

Pero las emisoras también han apaciguado y unido las comunidades. Estas “emisoras por la paz”, que se extienden desde Sierra Leona hasta el Congo, y las emisoras de la ONU, basadas en la información imparcial y el pluralismo, han proporcionado un contramodelo bastante ejemplar. “Durante las crisis humanitarias o momentos agitados, las emisoras de radio sirvieron a menudo para ayudar a los ciudadanos a reunirse con sus familiares, para dar información sobre las condiciones de seguridad e indicar los lugares adonde ir para encontrar ayuda. En el este del Congo, mujeres periodistas recurren a la radio para que las víctimas de violencia sexual tengan una voz. Las radionovelas contribuyen igualmente a reconciliar a las comunidades y a construir la paz".

La libertad de las ondas

La importancia de la libertad de las ondas es capital, ya que la función de la radio es verdaderamente auténtica solo cuando los periodistas radiofónicos ejercen sin temores ni privilegios. Aun así, los Gobiernos autoritarios amordazan y oprimen sin descanso las emisoras que divulgan sus abusos y excesos, pues conocen el peso de este medio “popular”. No se conforman con cerrar las emisoras que estorban o con acosar a los periodistas, sino que también intentan interferir las ondas que saltan los muros para informar de manera independiente a las poblaciones que se encuentran bajo el yugo de la censura de Estado.

El Día Mundial de la Radio es un tributo hermoso a un medio flexible e inoxidable que ha sabido adaptarse a un mundo cambiante. Este Día ha de ser también un día para celebrar la libertad del periodismo de radio, ya que gracias a dicha libertad, la radio es la reina de la información.

Sobre el Autor:

Jean-Paul Marthoz es consejero del Comité para la Protección de los Periodistas (Nueva York), columnista de política internacional para el diario Le Soir (Bruselas) y vicepresidente de la división de Europa y Asia Central de la Human Rights Watch.

Enseña periodismo internacional en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y deontología de la información en el Instituto de Estudios Superiores de Comunicación Social (IHECS, Bruselas, Bélgica).

También es autor de numerosos libros sobre el periodismo y política internacional, como “Et maintenant le monde en bref”, “Journalisme international” (Universidad De Boeck, 2008) y “Couvrir les migrations” (Universidad De Boeck, 2011). Fue director de proyecto en la Federación Internacional de Periodistas (FIP) y director europeo de información para la Human Rights Watch.

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