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Ricardo Cano Gaviria, el escritor colombiano que refugió sus letras en España

El espacio de los personajes y los universos que habitan en las letras.

En la emisión de este domingo de Entre Líneas tenemos el gusto de conversar con el novelista Ricardo Cano Gaviria, nacido en 1946 en Medellín y radicado desde hace más de 30 años en España.

Ricardo nos contará interesantes pasajes de su vida, por ejemplo de las primeras noches que pasó cuando decidió vivir en Bogotá. Sobre esa época recuerda: “Dormía en las habitaciones de los amigos, pero me sabía mal molestarlos. Entonces me venía al centro de Bogotá y, a veces, llegué a dormir en la calle”. No fueron momentos fáciles pero, para su fortuna, empezó a trabajar en la legendaria Librería Buchholz, centro cultural del país, lo que le permitió viajar a Francia y continuar con su sueño de hacerse escritor.

Algo muy interesante de la obra de Ricardo Cano, sus intereses literarios siempre están cruzándose con reflexiones filosóficas. Esto se debe, en sus palabras, a que “La literatura lleva directamente a la filosofía, no se pueden separar, de ninguna manera, ni se debe alimentar a la juventud en la creencia de que van por separado”. Producto de esta posición nace uno de sus libros más recordado: El pasajero Walter Benjamin, publicado por primera vez en 1989, reeditado en 1993 y ganador en 1988 del Premio Navarra de novela. En este libro Ricardo recrea el último día en la vida de Benjamin, a partir de una cuidadosa utilización de recursos narrativos. Al respecto nos confiesa que lo que buscaba “Era un poco una especie de monólogo interior, un poco el jugar con los cambios de tiempo, los flashbacks en los que él se remontaba en el pasado”.

Además de hablar con Ricardo sobre El pasajero Walter Benjamin, nos contará sobre el proceso de creación que acompañó su novela Una lección de abismo, publicada en 1991 y que recibió el Premio nacional de libro publicado “Pedro Goméz Valderrama” a la mejor novela publicada en el quinquenio 1988 – 1992. Esta es una obra que, sin temor, retoma las banderas de Marcel Proust y plantea a los lectores latinoamericanos una pregunta retadora: ¿no puede un escritor colombiano hacer una obra más cercana a la tradición francesa que latinoamericana? Una pregunta que invita a una reflexión: ¿hay un “deber ser” del escritor determinado por su lugar de nacimiento?

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