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Los sabores que se van con Lacydes Moreno Blanco

Este sábado a las 8 de la mañana, Jenny Gonzales nos presenta en La Receta Perfecta la entrevista que concediera el investigador gastrónomo Lacydes Moreno Blanco a la Radio Nacional de Colombia.

Recuerdo muy bien el momento en el que llegamos, a cumplir la cita que días antes habíamos pactado. Toneladas de información, arrobas de historias alrededor del fogón, libras y libras de secretos y uno que otro vaticinio sobre el futuro de la sazón colombiana, nos esperaban en aquella casa.

Para el famoso investigador ya era muy complicado desplazarse, llegar hasta las cocinas o visitar las plazas de mercado que seguramente muchas veces recorrió. Por eso insistió en que la entrevista debía hacerse en su casa; sin embargo, detrás de su comodidad, se hallaba su tanque de oxígeno y sus movimientos menguados, que lo llevaron en sus últimos años a encontrar en los mejores libros de cocina, muchos incluso escritos por él, el único consuelo para entender el paso del tiempo esbozado en sus pasos cortos y su respiración agitada.

Su primera advertencia fue sobre la brevedad de nuestra charla, acompañada de una sutil sugerencia amparada en la terquedad de sus más de 90 años y con la certeza que iba a aceptar cualquiera de sus condiciones, me dijo que no hablaríamos de lo que yo quería saber, sino que justo ese día, se había despertado pensando en la comida cartagenera, ese sería su tema de conversación.

Impetuoso, diplomático y meticuloso, así era Lacydes Moreno Blanco, uno de los grandes investigadores gastronómicos del país y quien a sus 94 años partió llevándose secretos, recetas, pensamientos, historias y visiones futuristas acerca de la cocina colombiana y su especial relación con la sociedad y la manera en la que los alimentos hacen parte de la cultura.

El año pasado el Ministerio de Cultura le había rendido un homenaje, seguramente anticipándose a su inevitable partida, allí una vez más recordó que aunque había nacido en Francia, su corazón era arrebatadamente cartagenero y por supuesto su paladar le pertenecía a la comida gestada en las murallas.

Quedan sus libros más destacados; "Cocina de siempre", "Sabores del pasado" y "Recetas de la Abuela", sus cientos de entrevistas y dudas resueltas de quienes hacemos por pasatiempo, lo que Lacydes hacía por convicción.

Al final de la entrevista, el maestro de la investigación culinaria me concedió más minutos de los esperados, terminó compartiendo su preocupación acerca de los platos más insignes de su ciudad natal y cerró con una frase que jamás olvidaré cuando le pregunté por los dulces que muchos hemos comprado cerca a la torre del reloj:
"Los dulces de Cartagena siguen siendo tan sabrosos como su boquita"
En ese momento entendí que jamás volvería a recibir un piropo con tanto estilo y sabor, porque quien se había atrevido a decirlo, había pasado casi toda su vida tratando de entender como aquella pequeña parte ubicada bajo la lengua, nos permite identificarnos, encontrarnos y buscarnos, incluso más allá de nuestra existencia.

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