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Los compositores colombianos de Le Balcón

Esta orquesta existe desde 2008 y el próximo domingo estará en Bogotá interpretando la música de tres compositores colombianos.

Por: Laura Galindo - directora Señal Clásica

Maxime Pascal, su director, describe a Le Balcón como una orquesta de geometría variable que crea e interpreta con instrumentos amplificados. Más lento. Le Balcón es un ensamble francés de música contemporánea que cambia su formato según el repetorio. Usa cantantes si se trata de ópera, solo vientos si es un quinteto de cobres o una una guitarra eléctrica -amplificada- si el compositor lo pide. Existe desde 2008 y este próximo domingo estará en Bogotá interpretando la música de tres compositores colombianos. Señal Clásica habló con dos de ellos, Eblis Álvarez, músico bogotano fundador de los Meridian Brothers, y Marco Suárez compositor egresado de la Universidad Javeriana y del Conservatorio Superior de París.

Señal Clásica: ¿De qué se tratan ‘Nosotros frunciremos nuestro ceño’ y ‘El infierno musical de Alejandra Pizarnik’, las dos obras de su autoría que interpretará Le Balcon?

Eblis Álvarez: ‘Nosotros frunciremos nuestro ceño’ fue un encargo de la agencia artística Nova Et Vetera. Sus melodías están inspiradas en las bandas de huayno que suenan al sur de Perú y al norte de Bolivia. Mi idea siempre fue recrear esos sonidos festivos y superponerlos a un ambiente más solemne. Con esta pieza quiero separarme un poco del posmodernismo occidental, es decir de la música contemporánea, y dar un salto al siglo XIX sin que implique necesariamente un retroceso. Mi reto fue pensar una música nueva que tuviera reminiscencias tonales. Estoy convencido de que son parte de la cultura latinoamericana y de que se acercan mucho a ese público menos especializado que tanto me interesa.

Marco Suárez: ‘El infierno musical de Alejandra Pizarnik’ son extractos de una ópera del mismo nombre, que escribí para Le Balcon en el 2012. Ocurre en tres espacios acústicos diferentes con tres cantantes distintas y usa, por supuesto, los poemas de la argentina Alejandra Pizarnik. Es el conflicto presente todo el tiempo. Con la vida, con ella misma, con su actividad artística y con su rol como ser humano. Por eso la música es también una contradicción. Sus textos conducen a lugares muy específicos que yo quise evitar. Es ella hablándome y yo dándole forma musical sin representar necesariamente su misma energía.

SC: ¿Cómo se relacionan la música y la literatura en sus obras?

EA: Aunque el nombre suena bastante literario, no hay mucha relación. La real anécdota es que Santiago Gardeazábal, el director de Nova Et Vetera, me comisionó la obra y al día siguiente me llamó pidiendo un título con urgencia. Yo tomé un fragmento de una de una canción que hice para Meridian Brothers. Cuenta como una mujer le pregunta a su papá por qué la cumbia se fue para Cuba y él responde: “porque pensando en Cuba nosotros frunciremos nuestro ceño”. Entonces, ella le dice: “eso me suena a una historia de música colombiana”. Así fue. Un poco a la carrera y por instinto.

MS: Cuando se habla de relaciones entre música y literatura no hay que asumir siempre que una inspira a la otra. Puede ser, también, el encuentro de dos visiones diferentes que se juntan para producir algo nuevo. Como ya dije antes, en el caso de ‘El infierno musical de Alejandra Pizarnik’ yo intenté siempre ir hacia la contradicción y no impregnarme de su poesía. Sin embargo, hay algo extraño y es que yo comencé a componer la música sin conocer sus textos aún. Eso pasó después y resultó que resonaban como una especie de dispositivo pensado en abstracto: un personaje que se multiplicaba en tres espacios diferentes y se contaba de diferentes maneras con una voz íntima. Hubo una resonancia fuerte entre mi música y sus poemas.

SC: ¿Con qué etiqueta marcaría su música?

EA: No soy militante de ninguna escuela. No soy académico ni popular. Para mí, la música es una organización de ruidos en un tiempo. Hago un retroceso fuerte con esta definición, pero lo hago con la idea de tomar un poco de aquí y un poco de allá, de pisar fronteras y de reinventar contextos. Voy hacia una organización sonora de trasfondos culturales y juego con ella para obtener resultados que no son necesariamente académicos o populares. Juego, en el sentido estricto de la palabra. Altero, modifico, y me divierto con sus formatos: ensambles, grupos de canción, orquestas. Sin salirme de las fronteras, hago lo que quiero dentro de ellas.

MS: Yo hago música electroacústica, pero no fue exactamente una elección. Vino a mi naturalmente. Tengo una formación de ingeniero y una vocación alterna por la programación. Hay un concepto que me dice mucho y es el de “reutilizar la tecnología”. Siempre trato de incluir músicos en vivo en mis obras. No me gusta tanto la idea de lo electroacústico ejecutado por una máquina. Al contrario, me gusta esa relación “hombre - máquina”. Me gusta ver cómo reinventa formas, cómo transforma el encuentro del músico con su instrumento y cómo construye nuevos referentes.

¿Cuándo y dónde?: Domingo 4 de junio a las 5 p.m. en el Teatro Colsubsidio Roberto Arias Pérez (Calle 26 # 25-40).

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