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La tercera escala de PianoMóvil sonó en Belén de los Andaquíes

Por Laura Galindo M.@LauraGalindoM- Todo fue culpa del gordo de la cuadra - me dice Alirio González, el coordinador de la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes, un municipio caqueteño a una hora de Florencia.

Por Laura Galindo M.

@LauraGalindoM

- Todo fue culpa del gordo de la cuadra - me dice Alirio González, el coordinador de la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes, un municipio caqueteño a una hora de Florencia.

Cuando se despertó, el 28 de diciembre del 2005, su puerta estaba llena de niños que pedían a gritos hacer una película. El gordo les había dicho que Alirio tenía una escuela de cine.

- Me hicieron la inocentada y caí - se ríe.

La historia comienza cuando Raúl Sotelo, periodista y amigo suyo compró la primera cámara digital que llegó al Belén. Era diciembre, la euforia estaba en el aire y el trago se multiplicaba en las esquinas cuál milagro bíblico. Alirio y Raúl, medio borrachos y sin más herramientas de video que el botón on/off, decidieron grabar un cortometraje y pedirle al gordo que fuera el protagonista.

“Sin historia no hay cámara”, les dijo ese 28 de diciembre a los niños para quitárselos de encima. Sirvió, pero a medias. Todos se sentaron a escribir su propio guión. Adaptaron libros de la biblioteca, se inventaron cuentos y dibujaron secuencias para hablar de ellos mismos. Ese fue el principio.

Luego vinieron más cámaras, una sede construida con el apoyo de la ONG Tomando Conciencia, un viaje a la escuela de cine San Antonio de los Baños en Cuba y un premio India Catalina a mejor producción de televisión universitaria en el 2013.

- Ahora andan bravos porque no les gusta el nombre. Dicen que es para niñitos chiquitos, que qué oso. Y yo los entiendo, ¡uno con 14 y yendo a la Escuela Audiovisual Infantil! ¡Eso es vergonzoso!

***

En la puerta de la iglesia, frente al parque principal, hay un cartel amarillo que anuncia:

“Diego Franco y Equipo de PianoMóvil ofrecen conciertos de piano y fusión en Belén de los Andaquíes”

Son las 11 de la mañana y los músicos de las veredas comienzan a llegar. Vienen de La Quisaya, de Bellavista, de Agua Dulce. Afinan sus guitarras y ensayan en las esquinas. En las fachadas de las tiendas y en los alrededores de la plaza. Don Teófilo Alape viene desde Alto Fragua, allá tiene su casa, trabaja la tierra y siembra plátano y caña. Los domingos, cuando los quehaceres le dan tiempo, escribe canciones.

- Tengo el don de la composición. He compuesto más de 35 - me dice.

- ¿Letras?

- No, canciones. ¡Con música y todo! - responde indignado -. La música siempre ha sido parte de mi vida y por eso tengo esta salud que usted mira.

Don Teófilo cuenta hasta tres y comienza a cantar: conozco un ave nocturna, que la llaman la lechuza, cuando yo salgo de noche, con su chiflido me asusta. ¡Ay!

- ¿Ve? Por ejemplo, esta se la hice a una lechuza que me asustó cuando era pequeño. Es para ella y para todas las lechuzas del mundo.

***

El 31 de diciembre del 2001, las Farc se tomaron Belén de los Andaquíes.

- ¿Qué hacemos? - le dijo el cura a Alirio, que para entonces estaba al frente de Radio Andaquí, la emisora comunitaria.

- Nada, huevón. Ponga música que usted tiene que llamar a la misa de media noche.

Por los parlantes de la iglesia y los micrófonos de la radio sonaban villancicos que hablaban de paz, de unidad, de redención. Para la balas, canciones. Poco a poco, las calles se fueron llenando de belemitas que agitaban pañuelos blancos y le pedían a los guerrilleros: respeten nuestro territorio. “En un acto de resistencia los habitantes de Belén de los Andaquíes se enfrentaron a las Farc”, anunciaron los periódicos a la mañana siguiente.

La noticia resultó un problema. Eran las épocas de Andrés Pastrana y los diálogos de paz. El norte del Caquetá se había convertido en zona de despeje y como consecuencia, los paramilitares se habían apropiado del sur. Belén estaba en la mitad y sufría la ira de unos y otros según se sintieran traicionados. Se había instaurado la macabra “escuela de la muerte”, en la que el Frente Sur Andaquíes de las AUC torturaba a sus víctimas para que los nuevos practicaran. Quemaba, mutilaba, quebraba a golpes. “Enfrentarse a las Farc”, como dijeron los medios, era ponerse de parte de los paras y sufrir las consecuencias.

***

Las graderías del Centro de Integración Ciudadana comienzan a llenarse. Los niños de la Escuela Audiovisual corren cargando trípodes y probando micrófonos. El coro de la Universidad de la Amazónia viene llegando desde Florencia y a Laura Santofimio le sigue fallando el agudo final de su canción.

- Trata desde abajo -le había dicho una de las pedagogas de PianoMóvil durante los ensayos-. Bajas y subes a la misma nota.

El concierto está por comenzar.

El primero en salir al escenario es el pianista. Diego Franco se sienta con las manos en las rodillas, se toma unos minutos y dibuja en el piano los seicillos que anuncian el Andante Spianato de Frédéric Chopin. Le sigue un trio de hermanos que cantan El camino de la vida, el coro de la Amazonía que logró llegar a tiempo y Laura Santofimio. Lleva un vestido azul y el pelo recogido en una trenza que se le escapa del sombrero. Tiene doce años y según dicen, canta desde los 4.

Laura aprieta el micrófono y da unos pasos hacia el público. Dios bendiga nuestra tierra, la fauna con su reserva, donde vive nuestra gente de Belén y de Morelia. Su papá la acompaña en la guitarra y afuera, los grillos parecen estar dispuestos a reventarse para hacerle coro. Tierra de muchos valores por sus montañas y ríos. Por sus montañas y ríos. Baja y sube desde la misma nota, sostiene el agudo y se despide con un final perfecto.

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