Por: Taren Fernanda Álvarez
Graciela Barbosa es indígena de la comunidad Wanano, ubicada en el bajo río Vaupés, desde Bocas del Querarí, pasando por Santa Cruz y Villa Fátima, río abajo de Mitú, hasta Lauareté.
Aunque sus abuelos, padres e hijos nacieron en esa comunidad, ella tuvo que salir de allí hace algunos años, producto del desplazamiento por parte de grupos guerrilleros que la señalaron a ella y a su comunidad de ser informantes de la Fuerza Pública y de supuestos grupos paramilitares.
Con la idea de salvaguardar sus vidas, un total de 37 familias de la comunidad Wanano llegaron a Villavicencio, donde consideran que están en riesgo de perder por completo su identidad
“Acá no tenemos territorio propio y eso hace que podamos perder las costumbres de nosotros. Yo siempre hablo con mi comunidad para que les cuenten a los nietos sobre nuestras creencias, para que ellos vivan igual a lo que nosotros vivimos”, señaló Graciela.
Se preservan a través de las artesanías
En su comunidad, los Wanano vivían de la agricultura, de tala, de la caza y de la pesca. Según Graciela, nunca sufrieron por alimentación, pues la cercanía de sus resguardos a los raudales del Vaupés les facilitaba el acceso al pescado:
“Recuerdo que los abuelos hacían las trampas para agarrar el pescado río arriba o en bajada”
En Villavicencio la situación cambió. Allí, tuvieron que adaptarse a otro estilo de vida y de subsistencia y a través de las artesanías buscan conservar su identidad cultural:
“Tuvimos que renovar y tener nuestras artesanías con diseños únicos, creados por nosotros”
En el Pueblito Llanero, ubicado en el Parque Las Malocas de Villavicencio, los Wanano encontraron la vitrina que necesitaban para dar a conocer sus artesanías hechas en Cumare, pinturas naturales y algunas tinturas de indio, aunque reconocen que muy pronto ya no tendrán como conservar estos materiales autóctonos.