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Armero: la historia de una madre que busca a su hijo hace 33 años

La odontóloga Claudia Marcela Ramírez busca a su hijo Andrés Felipe Cubides desde hace 33 años.

Por: Vanessa Sánchez

La odontóloga Claudia Marcela Ramírez busca a su hijo Andrés Felipe Cubides desde hace 32 años. La última vez que lo vio fue un día antes de la avalancha de Armero (Tolima), el 12 de noviembre de 1985.

La noche del lunes regresó a Bogotá a estudiar su carrera profesional y dejó a su pequeño de 6 años al cuidado de sus padres. Nunca imaginó que, al día siguiente, su vida le cambiaría para siempre.

Perdió a sus papás y, aparentemente, a su hijo, aunque aún guarda la esperanza de verlo, ya que 15 días después de la tragedia, un amigo le informó que apareció en el noticiero dando su nombre y el de su mamá. Sin embargo, hasta ahora no se conoce de su paradero.

“Me enteré de lo de Armero porque una prima me llamó y me dijo que en el noticiero anunciaron que había alerta amarilla en el municipio. Nosotros sabíamos que podría haber inundación por la represa del Sisga, pero nunca hubo alerta por avalancha. Fui a la Defensa Civil de Bogotá, traté de comunicarme con mi papá, quien era el director de la Cruz Roja de Armero y nunca me contestó. Ni la Alcaldía, ni nadie. Había mucho movimiento y nadie daba razón”, relata.

Esa madrugada, la joven viajó a las 4:00 a.m. junto con tres amigos por la vía a Cambao. Durante el recorrido y pegados a la radio, escucharon un reporte que anunciaba que Armero había desaparecido. La catástrofe borró al pueblo y sepultó a 30 mil personas.

“A las 11: 00 a.m., cuando arribamos al municipio por Lérida, me di cuenta de todo lo que había pasado. No se veía nada. La gente fue arrastrada por la avalancha. Esas fueron las primeras horas del amanecer de ese miércoles. Las peores de mi vida”, cuenta Claudia, como si tuviera en su retina ese suceso que pasó hace más de tres décadas.

Cuenta que en ese momento las personas no podían ingresar porque había mucho lodo. Solo vía aérea se podía conocer la magnitud del desastre. Al otro día, los primeros helicópteros iniciaron los rescates, pero nadie le daba razón de su hijo. Como ella, cientos de familiares padecieron la misma pesadilla.

“Permanecí 10 días en un campamento en el helipuerto de Ambalema. Mis familiares me rescataron y me trajeron a Bogotá. En Armero era poco probable que pudiera ver a mi familia. Las zonas eran restringidas y no estaba en condiciones emocionales para estar más ahí”, dice.

Claudia empezó la búsqueda en hospitales de Bogotá, Ibagué, Villeta, Honda, Mariquita, Girardot, Barranquilla y Cali. Donde le daban razón sobre el traslado de niños de Armero ella iba, pero cada vez su búsqueda era infructuosa.

“En esa época, recuerdo que vi cientos de niños en albergues, pero era muy difícil ingresar porque no existían listas, no los dejaban ver. Uno llegaba con la foto del niño y en la puerta lo devolvían a uno. Era una desorganización total”.

Claudia experimentó frustración y desilusión. No entendía por qué si los niños estaban a cargo del Instituto Colombiano de Bienestar Familia (ICBF), los menores estaban regados, perdidos. Nadie le daba razón.

Guardó la calma y se resignó. Tiempo después emprendió una búsqueda más juiciosa y consciente. Investigó por sus propios medios lo que sucedía. Cuenta que ha viajado a Estados Unidos, Holanda y Ecuador y ha conocido a los que en esa época fueron niños dados en adopción. Lo que se pregunta es por qué los entregaron a familias extranjeras sin autorización de los padres o de los familiares que quedaron vivos. Lo paradójico, según ella, es que en el ICBF niegan que esto sea una realidad.

Reconstruir memoria

Hace 5 años y por coincidencia, Claudia conoció la Fundación Armando Armero, entidad dedicada a la preservación de la historia de este municipio del Tolima, y que reconstruye los expedientes de los niños perdidos de esta tragedia.

Calcular su cantidad es difícil debido al desorden que hubo durante el rescate de estas personas, pero su director, Fernando González, aclara que cualquier cifra es una especulación. Estima que son alrededor de 800 niños que fueron dados en adopción irregularmente. Hasta ahora, la Fundación tiene expedientes de 430. La última recolección de datos de ADN se hizo la semana pasada en Armero, de manera gratuita para quienes quieran buscar a sus familiares.}

Claudia, por medio de Francisco, conoció otro video, en el que se muestra el rescate de Andrés Felipe. Se ve en buen estado de salud y confirmó que su presentimiento no le falló. El pequeño sí salió con vida de este desastre.

Foto: Cortesía Armando Armero.

Francisco cuenta que la Fundación ya cuenta con tres casos de éxito por ADN: reencontró a un padre con su hijo, el año pasado a dos hermanas y este año a un joven que vive en Estados Unidos y que se reunió con su familia que vive en Ibagué.

El sostenimiento de la entidad es con recursos propios de su director, quien además gestiona con artistas amigos la venta de obras de arte para costear los estudios de ADN. Las tomas de este material son gratuitas para quienes quieran reencontrarse con sus familiares y pueden ponerse en contacto con ellos.

La espera

Claudia tiene otras dos hijas: María Mercedes y María Alejandra. Ambas saben la historia de su mamá y la apoyan. Su esposo, Víctor, es otro comprometido con la causa y quiere que algún día ambos se reencuentren. “Es el hijo esperado. Ya nos imaginamos cómo va a ser ese abrazo que nos vamos a dar. Le tenemos un puesto especial en la mesa”, sostiene.

Esta bogotana es imparable. Cuenta su historia en cualquier momento del día. Atiende a periodista del país y el extranjero con el propósito de que Andrés vea en las redes sociales su deseo de volverlo a ver. A él le tiene un abrazo prometido antes de morir.

“Dios me va a dar la dicha. No pierdo la esperanza porque en vida o en muerte estamos unidos siempre”, puntualiza.

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