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La apuesta de quince familias campesinas en Piedecuesta-Santander

Un recorrido por el mercado agroecológico de la Casa Kussi – Huayra en este municipio de Santander.

Por: Ruth Johana Gélvez

Es sábado, se levanta la mañana en Piedecuesta (Santander), un municipio que se encuentra a 30 minutos de Bucaramanga ¿Qué tiene de especial? Que todo el paisaje se transforma. Esta ciudad con corazón de pueblito viejo tiene sus casas de tapia pisada y un olor a dulce y tierra.

A dos cuadras del parque principal llega usted a una casa muy cultural, la Casa Kussi – Huayra. Hoy abrió a las 9 de la mañana, está llena de lechuga, cebolla, naranjas, huevos. - Pase con cuidado, me dice una de las vendedoras que tiene sobre el costal las verduras, y muy cerca un señor tiene listo el cartón de huevos para la venta y me hace la señal de que ya le quedan pocos, el mercado está lleno, la gente de abre paso para comprar los productos.

Le pregunto a Antonio Grimaldos, uno de los agricultores qué trae normalmente para la venta:

"Naranjas, mandarinas, auyamas, de todos los productos del campo, los cultivos agroecológicos toca cultivarlos de a poquito, toca estar como con los niños pequeños, encimita de ellos", cuenta.

La cocina está llena, es medio día y la Casa Cultural Kussi Huayra de Piedecuesta distribuye los almuerzos, las sopas y los secos dan vueltas por todos lados ya que para estas preparaciones se compraron buena parte de los productos a las cerca de 15 familias que han estado trabajando las tierras libres de químicos.

Clara González, directora de la Casa Cultural, le ha puesto el corazón a un proyecto que desarrolla desde el año pasado junto con voluntarios de la misma tierra, enseñar a los campesinos de las veredas a cultivar de manera orgánica. “Nos reunimos con ellos cada 15 días, comparten sus productos y hacemos un intercambio entre campo y ciudad”.

Euderio Castellanos de la vereda Guamatequeño me indica que su vereda tiene una particularidad y es que hay variedad de climas en este sector y los cultivos son variados:

“Yuca, papa, tomate… Todo lo que es hortaliza, casi de todos los climas se producen allá, al apoyar este tipo de mercado, apoyan el sector campesino, porque nosotros los cultivadores lo vendemos directamente al consumidor. Es lo bueno que tiene este mercado y a la vez le enseñamos a la gente a comer sano”, explica.

Mientras ojeo y pruebo los productos que se ofrecen, Omaira se acerca y me cuenta sobre lo que está vendiendo, ella es una mujer sonriente y con un ánimo impresionante, mientras nos sentamos en un sofá ubicado en el centro del mercado le pregunto sobre su técnica para desarrollar el abono orgánico en las plantas aromáticas:

“Se trata de la concha de café, estiércol de la vaca, los residuos de la cocina que sobran, se deja un tiempo para que se procesen y después se le echan a las matas”, me dice ella.

Han pasado las 3 de la tarde y ya muchos campesinos empiezan a recoger lo que no han vendido ese día, me preocupa saber qué pasará con esas cosechas. “No se preocupe- me dice uno de ellos- esos los terminamos vendiendo en la plaza y siempre vendemos a nuestros vecinos y amigos”.

Me despido con un buen recuerdo, muchas conversaciones, con la cocina y los sabores naturales de la tierra. Por ello los invito a que se den un paseo por los mercados agroecológicos. Déjese seducir por los olores, la buena conversación, bebidas, además de la música y el baile que nunca faltan en los mercados improvisados, hechos con el cariño de sus trabajadores.

Escuche a continuación la apuesta de quince familias campesinas en Piedecuesta-Santander.

Fotos: Casa Kussi Huayra

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