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“Ser raizal lo significa todo para mí, la forma de hablar, de pensar”: Leonor Umbacia.

Esta mujer que vive enamorada de sus raíces, con nostalgia, afirma que en San Andrés hay una necesidad apremiante de empezar a enseñar la cultura desde el hogar.

Por: Sally Flores.

Aún no había llegado el servicio de energía eléctrica a las islas, pero Leonor Umbacia Howard recuerda con gratitud, aquellos momentos de su niñez en Providencia, cuando se reunía con su familia después de seis de la tarde, para escuchar a sus padres contar historias sobre la cultura nativa y de cómo se vivía anteriormente en el Archipiélago.

“Se jugaba al escondite y otros juegos, era algo maravilloso. No teníamos televisor, pero todo el día estábamos en casa”. Leonor también revive los instantes en los que salía a pescar, estar en el mar era algo que disfrutaba, pero su madre la regañaba cada vez que la perdía de vista y la encontraba dentro del agua.

A los 14 años llegó a San Andrés para culminar sus estudios de secundaria, de allí viajo a Cartagena y regresó tres años más tarde con conocimientos de turismo y hotelería. Sin embargo, nunca se desempeñó en esta área, desmotivada por el puesto y el salario que le ofrecían. Al poco tiempo, Kent Francis, el entonces director de la Casa de la Cultura del Centro, le ofreció trabajo. Ya corrían los años 80.

“Si se tenía que barrer o limpiar lo hacía, ayudaba en todo y también en el aspecto cultural”. Con los años, Leonor se convirtió en la directora de la Casa de la Cultura del Centro y aunque este cargo fue efímero, ella siguió siendo uno de los principales motores de “Musicians and songsters from Yesterday” (músicos y cantantes del ayer), Festival de Rondas y Juegos, Encuentro Nacional de Cuentos, Ochenta dedos en el Piano y, de tres eventos que aunque con pocos recursos, se mantienen: “Caribbean Evennings” (veladas caribeñas), “Bill & Mary Calypso Festival “(Festival de Calipso) y el encuentro de Coros que ya lleva 35 años.

“Ser Raizal lo significa todo para mí, la forma de hablar, de pensar, las danzas”. Esta mujer que vive enamorada de sus raíces, con nostalgia, afirma que en San Andrés hay una necesidad apremiante de empezar a enseñar la cultura desde el hogar, “el creole, las manifestaciones, el respeto, eso se ha perdido”.

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