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“Tenemos que aprender a escuchar y a perdonar para reconciliarnos”: víctima de las Farc en el Meta

Por Luis Fernando Charrupí. Radio Nacional Villavicencio.Transcurría el año 2002 cuando dos niños en Mesetas, Meta, se encontraron de frente con la muerte. Los pequeños, de 8 y 11 años de edad, pisaron una mina antipersona luego de salir de la escuela con destino a su hogar. Milagrosamente la vida les dio una segunda oportunidad y sobrevivieron. Sin embargo, la detonación les afectó sus piernas.

Por Luis Fernando Charrupí. Radio Nacional Villavicencio.

Transcurría el año 2002 cuando dos niños en Mesetas, Meta, se encontraron de frente con la muerte. Los pequeños, de 8 y 11 años de edad, pisaron una mina antipersona luego de salir de la escuela con destino a su hogar. Milagrosamente la vida les dio una segunda oportunidad y sobrevivieron. Sin embargo, la detonación les afectó sus piernas.

Este hecho marcó a Miller Reyes Santos, un humilde campesino nacido en la población de Granada, hermano de las víctimas. Al enterarse que el artefacto fue instalado por las Farc, se llenó de odio en contra de esta organización. Lo que no sabía era lo que le deparaba el destino.

“En ese municipio (Mesetas) fue donde cayeron mis hermanos. Ellos se salieron del camino buscando un árbol para jugar y pisaron la mina. Uno siente mucho odio contra un grupo de esos porque son dos personas inocentes. Gracias a Dios se salvaron”.

Pasados seis años del accidente, el labriego contrató a una persona para trabajar en su finca sin sospechar que se trataba de un exmiembro de esta guerrilla.

“Él llegó a trabajar en el cultivo de maracuyá que tenía en Granada y tiempo después me hizo saber que era un desmovilizado del grupo armado. La noticia me impactó, incluso pensé decirle que se fuera”.

Tras analizar el comportamiento de Cristian, como se llama el exguerrillero, el empleador recapacitó y decidió darle una oportunidad, a tal punto que hoy son amigos y socios agrícolas.

“A partir de ese momento se quedó con nosotros. Convivió en la casa varios años. De pronto mi papá al comienzo fue un poco más duro con él, pero ya después se calmaron las cosas. Mi familia es prácticamente su familia: permanecemos juntos en el trabajo, en las fiestas decembrinas”.

Para Miller Reyes Santos, el rencor ya no existe. Es cosa del pasado: “podemos decir que soy una persona reconciliada con los victimarios porque en mi vida lo que más anhelo es la paz. Que todos los colombianos aprendamos a perdonar. El rencor y el odio no son buenos para nadie”.

Además, concluye con este mensaje: “aprendiendo a escuchar y a perdonar lograremos vivir en paz”.

Gratitud con quien le tendió la mano

Mientras cultiva plátano, Cristián tiene en mente estudiar con la esperanza de ser algún día concejal de su municipio. Para su compañero de trabajo solo tiene palabras de agradecimiento.

“Yo tengo mucha gratitud con Miller porque me ayudó a cambiar y a ser una mejor persona. A él le aprendí que uno en la vida tiene que andar en el camino del bien”.

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