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Tragedia de Armero: el testimonio de dos periodistas que cubrieron el hecho

Por: Alejandra Cuéllar CedanoLa tragedia de Armero, hace 35 años, retó a profesionales de distintas áreas, no sólo por la dificultad que implicó para todas las personas involucradas en la masiva operación de socorro y rescate, sino por el profundo impacto humano que implicó para quienes estuvieron al frente de esta labor.

Por: Alejandra Cuéllar Cedano

La tragedia de Armero, hace 35 años, retó a profesionales de distintas áreas, no sólo por la dificultad que implicó para todas las personas involucradas en la masiva operación de socorro y rescate, sino por el profundo impacto humano que implicó para quienes estuvieron al frente de esta labor.

En este sentido, los periodistas que cubrieron estos dolorosos sucesos asumieron la labor de informar aquellos datos que permitieran avanzar con celeridad en la ubicación y protección de la vida de los sobrevivientes, llevar a todos los rincones de Colombia las imágenes de lo sucedido y transmitir al país el sentido de urgencia del cuidado de la vida de miles de personas que en este momento se encontraban en riesgo.

Esta es la historia de Mauricio Manjarrés Caicedo, comunicador social y periodista, y Julio Lezama, periodista armerita, quienes vivieron en carne propia el impacto de la tragedia y se vieron interpelados por el variopinto de emociones ligadas a los hechos.

“Dejamos que las cámaras, con los sonidos ambientes, recrearan la escena”: Mauricio Manjarrés

En 1985, como reportero del Noticiero 24 Horas de Televisión, Mauricio Manjarrés Caicedo registró los antecedentes, los hechos y las consecuencias de la avalancha. Estas primeras imágenes se presentaron a modo de alerta de la situación volcánica del Nevado del Ruiz, las cuales evidenciaban una fumarola de 2 kilómetros de altura, en un entorno “con dificultades, miedo e incertidumbre”, según recordó.

En mayo del mismo año, dos científicos suecos escalaron el volcán hasta la cumbre y semicumbre, advirtiendo que el casquete glacial estaba fracturado, razón por la cual era posible que colapsara y generara una tragedia de gran escala. “Tal cual como sucedió (…) Nosotros hicimos esa entrevista que fue la primera alerta sobre lo que podía suceder”, dijo el periodista.

Días antes de la tragedia se registró una alta mortandad de peces del Río Lagunillas por efectos de la contaminación que produjo el azufre que salía de las entrañas del volcán. Sin embargo, esta circunstancia no fue suficiente para hacer el llamado de alerta a los habitantes del municipio.

“Los periodistas de Radio Armero me llaman para informarme que estaba cayendo mucha ceniza, estaba lloviznando, y además había mucho olor a azufre”, contó. Manjarrés se transportó a Armero, momento en el cual, a través de la radio, escucharon el primer reporte hecho en Chinchiná, Caldas, anunciando la situación.

Hubo dos hechos determinantes para confirmar qué había ocurrido: por un lado, en el camino se encontraron, en palabras del periodista, “2 o 3 camiones que tampoco habían podido pasar hacia Armero porque ya la avalancha estaba sobre el puente de Lagunilla”. Luego, a la medianoche, fueron abordados por un policía procedente del municipio de Lérida, quien después de unas preguntas realizadas por los reporteros transmitió que llevaba cerca de una hora intentando entrar en comunicación con los policías de Armero sin respuesta.

“Nosotros ingresamos, hicimos las primeras imágenes. Muy doloroso no saber qué decir a tiempo y encontrarse con algo inimaginado. Difícilmente uno puede ordenar ideas sobre la situación”, expresó Manjarrés, mientras recordó la imagen con una claridad escalofriante sobre el horror de la tragedia de Armero.

“Yo simplemente dije: “Armero desapareció”, y entonces dejamos que las cámaras, con los sonidos ambientes, recrearan la escena. No había más nada que decir que la destrucción del pueblo. Ya teníamos imágenes desde la avioneta e imágenes en tierra, que demostraba lo que había ocurrido”, dijo el entonces reportero del Noticiero 24 Horas de Televisión.

Tiempo después de este hecho, en Armero, Manjarrés tuvo que contar las historias de quienes sobrevivieron a la avalancha. “Cada persona que sobrevivió tenía su propia tragedia encima”, manifestó el reportero que apenas empezaba en el oficio. La tristeza embargó a quienes cubrieron las difíciles y dolorosas consecuencias humanitarias del evento volcánico. “Lloramos a Armero, porque esa es la verdad, los que estuvimos allí tuvimos que llorar a Armero”, relata el periodista.

“Armero había acabado”: Julio Lezama

La vida de Julio Lezama, periodista orgullosamente hijo de Armero, fue atravesada directamente por la tragedia. Al contestar la llamada de su amigo Jairo Hernán Lemos Medina, a la medianoche del 13 de noviembre de 1985, escuchó su voz quebrada por el llanto diciendo “Armero había acabado”, lo cual pareció en un principio inverosímil para el periodista.

“Llamamos a mi papá, obviamente no nos contestaron, tampoco donde mi abuelita que vivía aquí al lado de nosotros, y esperamos. No pudimos volver a dormir”, manifiesta el periodista armerita. El primer aviso fue a través de una llamada de su tía, residente para ese momento en Japón, que Lezama intuyó que algo había sucedido, “en el noticiero están diciendo que una población en Colombia llamada Armero se ha acabado”.

Paralelamente a este instante, y por medio del programa radial de Yamid Amat, quien estaba detallando lo que en la ciudad blanca sucedía, fue que Lezama corroboró la situación. “El capitán Rivera, a quien estaban entrevistando, trabajaba en la empresa donde mi papá era el administrador, una empresa de fumigación aérea. En ese momento fue que le dimos toda la dimensión a la situación. Esa fue la forma en que nosotros nos enteramos de que nuestro pueblo había acabado”.

Reflexiones posteriores

Mauricio Manjarrés Caicedo relata algunas dificultades que tenían en la época para el cubrimiento noticioso: “No teníamos tecnología, nos tocaba venir a Ibagué a utilizar el servicio de una cosa llamada “microondas”, que era lo máximo en tecnología a través de Telecom, para mandar imágenes a la base nuestra en Bogotá”.

Así mismo, el reportero trabajó con cámaras 3/4 que requerían unas baterías de gran tamaño que debían ser recargadas en los pueblos vecinos para poder seguir ejerciendo su oficio en el escenario de la tragedia. “Nos tocó vivirlo de una manera muy complicada, no con las facilidades de la tecnología de hoy, sino con todas las dificultades que generaba hacer televisión en esa época”, expresó el periodista.

De igual manera, Julio Lezama relató a Radio Nacional de Colombia el rol de los medios de comunicación durante la tragedia, que contribuyeron a establecer contacto de integrantes de la comunidad con sus familiares perdidos y desaparecidos, además de “denunciar actos de corrupción en la administración con los recursos destinados por los países donantes para los armeritas y la venta de infantes” que según el periodista armerita fueron entregados a parejas de extranjeros.

Los testimonios de estos dos periodistas, cada uno con una manera distinta de percibir la noticia de la tragedia, pero que se encuentran en un mismo sentimiento, comprueban el impacto humano que ocasionó este hecho. El reportero Manjarrés Caicedo concluyó: “… pero lo más importante es que aprendimos a sentir el dolor de nuestra gente”.

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