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Cultivos de uso ilícito son reemplazados por café y frutas en Nariño

74 familias campesinas del municipio de San Pablo, se han visto beneficiadas con estas nuevas prácticas agrícolas.

Por: Ingrid Clarena, equipo Radio Nacional Pasto

Los sampableños decidieron apostarle a la producción de frutales y café para sustituir los cultivos de amapola, que en el marco del conflicto armado en Colombia se convirtió en la principal actividad económica de los campesinos.

San Pablo es un municipio que goza de tres pisos térmicos y gran extensión rural, por lo cual basa su economía en la producción agrícola como la principal actividad que genera el sustento de las familias campesinas.

William Burbano, es productor de gulupa, un fruto exótico que desde el año 2016 transformó la calidad de vida de 50 familias que se asociaron y capacitaron para generar una mejor calidad de vida.

“Muchos nos dijeron que no nos metiéramos en ese proyecto porque no lo conocíamos, sin embargo, actualmente los consumidores más grandes que tenemos son los países europeos”, afirma William.

Además de gulupa, existen otras asociaciones que decidieron abandonar los cultivos de uso ilícito para dedicarse a la producción de fresa, mora y uchuva. Roiber Burbano es un campesino productor de frutas y le contó a Radio Nacional de Colombia que lo más difícil de emprender este tipo de proyectos, era hacer que la gente creyera que una nueva alternativa productiva también les podía generar ingresos y sobre todo bienestar y tranquilidad.

“Tenemos víctimas del conflicto armado que comenzaron a producir cultivos de fresa, que era nuevo aquí en el municipio de San Pablo. Fue muy difícil arrancar, primero plantamos cinco hectáreas con 30 familias y hoy por hoy hemos incrementado a 10 hectáreas, vinculado a cerca de 50 familias”.

“El dinero de los cultivos de uso ilícito no es bueno, así como fácil llega, fácil se va. La gente ahora se da cuenta que es mejor cultivar la tierra con productos lícitos, que es más fácil salir con la producción y venderla con tranquilidad y sin ningún problema, no andar escondidos ni con preocupaciones”, asegura Roiber Burbano.

Nelson Montilla, hace parte de la Asociación Campesina Los Altos, quienes decidieron incursionar en la cadena de valor y producción del café.

“El motor de la economía de San Pablo es el café y nosotros en vista de la inestabilidad del precio empezamos a procesar nuestro producto. Nos decían que era difícil hacer empresa en Colombia, pero insistimos en la idea de procesarlo artesanalmente y venderlo en las tiendas y municipios; luego empezamos a capacitarnos hasta tener una marca y líneas de café gourmet, especial, tradición y orgánico” comenta con orgullo Nelson.

Por su parte Andrés Mutis, catador sampableño, cuenta que hace cuatro años empezaron a catar y focalizar puntos estratégicos donde existiera café especial para dar apertura a mercados internacionales y exportar el producto que obtenían de sus tierras.

“Soy un apasionado por el café, quería ser militar y mi papá quería que fuera sacerdote, pero me enamoré de una sampableña y me quedé acá para producir café. Soy muy feliz, no me arrepiento de haber tomado esa decisión que hoy nos entrega muchos resultados como la escuela y la exportación de café de alta calidad”.

La asociación actualmente cuenta con 11 hectáreas sembradas de café y vincula a 74 familias campesinas de San Pablo, las cuales coinciden en afirmar que la asociatividad es quizá el ejemplo más grande de progreso que han podido conocer.

Actualmente el promedio de tenencia de tierra es muy mínimo, sin embargo, el trabajo conjunto, el empeño, la perseverancia y sobre todo las ganas de brindar una mejor calidad de vida a sus familias, es lo que ha motivado a los sampableños a asociarse y demostrarle al resto del departamento que sí se puede generar transformación y progreso desde el campo.

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