Así celebran las vísperas de año nuevo los indígenas pijao en Bogotá

Después de dos años sin poder celebrar ningún tipo de evento por la pandemia del coronavirus, este sábado se celebró las vísperas del año nuevo pijao.

Valentina Castro.

Desde las ocho de la mañana, hasta medianoche, dentro y fuera del salón comunal de comuneros, en la localidad de Usme, en el suroriente de la ciudad de Bogotá, unas 400 personas se reunieron al son de la chica, rituales, comida y diferentes bailes para celebrar este día tan especial para los indígenas pijao.

Los pijaos son una etnia indígena que se concentra al sur del departamento del Tolima. Según el último censo, 58.810 personas se reconocen como pertenecientes al pueblo coyaima, natagaima o pueblo pijao. En la capital hay 2.658 pijaos quienes, a pesar de estar lejos de su territorio, trabajan para conservar sus tradiciones y costumbres.

De acuerdo con Julieth Tapiero, vocera del cabildo, el 21 de junio es la celebración oficial del nuevo año o solsticio, la cual celebran distintas culturas del planeta desde hace miles de años por la llegada del verano. El solsticio ocurre dos veces al año y marca la entrada del invierno y del verano, este último es el día del año que más horas de luz tiene ya que el sol alcanza su posición más alta en el cielo. Así pues, en este día el pueblo pijao celebra que se culmina la cosecha y la tierra se prepara para una nueva era fértil.


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Sin embargo, los miembros de la comunidad que han tenido que migrar -por ejemplo, los que viven en Bogotá-, celebran las vísperas del año nuevo para “despedir el territorio que nos ha permitido tener nuevas oportunidades de vida antes de irnos al nuestro a celebrar como se debe. Este día es una forma de recordar lo que somos, lo que pensamos y sentimos, así estemos lejos de donde pertenecemos”, narra Tapiero.

¡Que viva el pueblo pijao, que viva! es la frase que gritaban con constancia, desde los más pequeños hasta los mayores, con una totuma llena de chicha en la mano. Los mayores fueron el centro de la celebración, y, a pesar de que quedan muy pocos, la importancia de ellos radica en que son los guardianes del conocimiento, por eso, según Tapiero, a diario replican sus enseñanzas a los más pequeños para que perdure su legado como pueblo nativo.

La chicha también fue una gran protagonista, para la comunidad es una bebida tradicional de gran valor, pues, la representación del oro es el maíz y este es la base principal de la bebida. Además, significa reciprocidad entre los que la beben y quienes la ofrecen, lo cual genera lazos de hermandad.


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Con comparsas, bailes y poesía seguían bebiendo chicha y celebrando la vida, lo que además significa el nuevo año pijao. La comparsa empezó a las 10 de la mañana, en donde niños, jóvenes y adultos iban disfrazados. Entre los más llamativos estaban los matachos, quienes saltaron, bailaron y gritaron durante todo el recorrido. Ellos utilizan máscaras de diferentes leyendas urbanas como la patasola, el diablo, la madre agua, los mohanes, entre otros, en forma de burla y para recordar su origen y la evolución del universo.

Dentro de la tradición oral se estima que se han logrado rescatar unas 400 palabras del ‘abeki’, la lengua tradicional de los pijaos. En este caso son los mayores, principalmente en los rituales, quienes trabajan para que los más pequeños sean “quienes se interesen en aprender y resguardar lo poco que aún perdura de la oralidad ancestral” finaliza Tapiero.