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El proyecto que enseña a niños y niñas huilenses el amor por el arte del café

Desde Pitalito, el corazón de la caficultura en Colombia, niñas y niños aprenden los secretos de la preparación de un buen café, y cómo venderlo dentro y fuera del país.
Café en el Huila | Proyecto enseña caficultura a niños y niñas
María de los Ángeles Salcedo, la barista más joven del país, hace parte del programa. Foto: cortesía Salomón Artunduaga.
Rafael Trujillo

Hablan con absoluta seguridad de sabores, del aroma, de cómo se cultiva, de cómo presentar mejor el café: así son los niños y adolescentes que hacen parte de un grupo excepcional que lidera Salomón Artunduaga, un caficultor del departamento del Huila.

El proceso que se desarrolla desde el municipio de Pitalito, el principal municipio productor de café en el corazón del llamado “nuevo Eje Cafetero” del sur del país (junto a Cauca y Nariño), se está convirtiendo en un modelo de trabajo que ya se replica en el Huila para atender dos frentes simultáneos de desarrollo de la industria: cómo ampliar las fronteras de un mercado cada vez más competido, y cómo hacer frente al abandono del campo por parte de las nuevas generaciones.

“Este es un proyecto bandera para la región y el país: hablamos de relevo generacional en la caficultura”, explica Artunduaga. Y agrega que se les enseñan a niñas y niños todos los secretos del café.


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Café en el Huila
Salomón Artunduaga, cafetero y promotor del programa de relevo generacional. Foto: cortesía.

Sin embargo, esta nueva generación va más allá de dedicarse solo al cultivo y cosecha, como sus padres y abuelos. Ahora saben los detalles de la preparación de una buena bebida a base del grano -especialización que se conoce como barismo-, aprenden inglés y algunos, como María de los Ángeles Salcedo, ya sueñan con estudiar negocios internacionales.

Solo en Bruselas, el centro poblado rural más grande de Colombia, hay 32 niñas y niños, y en Chillurco 28 más, en una cifra que ha aumentado de manera optimista a otras regiones. Y eso es solo en el municipio de Pitalito.

“Esta tarea la articulamos con el sector privado, y también con la Alcaldía (de Pitalito) y la Federación Nacional de Cafeteros”, añade Salomón. “Les enseñamos a nuestros hijos a que vale la pena hacer empresa con el café: a cultivar, transformar y exportar”, indica.

Hasta hace poco, la mayoría de los caficultores se limitaba a cultivar y vender el grano, como aún ocurre en muchos de los campos colombianos. Ese panorama está cambiando rápidamente en algunas regiones.


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Uno de los niños que hace parte del programa, en diálogo con Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros. Foto: cortesía Salomón Salcedo.

Con apoyo institucional, muchos labriegos se han vuelto empresarios del campo, eliminan la intermediación y venden sus cosechas directamente a compradores internacionales. Algunos dejaron atrás los celulares básicos y conocen el potencial de las redes sociales para mostrar y vender a mejor precio.

En el caso de la tarea que emprendió Salomón Artunduaga, este ha logrado que cada niña y niño tenga su propia marca de café. Incluso, por cada libra del grano que venden ahorran mil pesos para fortalecer el proceso, que hoy cuenta con laboratorios, una tienda de café, equipos y una minicentral de beneficio, que sirve como escuela de formación. Y además ofrecen vino, bizcochos, galletas y, en el futuro, hasta compotas a base del grano.

“Mostramos que se puede hacer empresa desde temprana edad. Aspiramos a seguir creciendo y transformando las vidas de muchas familias y poderles dar una formación acorde a un mercado como el del café”, concluye Artunduaga.

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