El Pueblo Rrom en Colombia

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<p><b>“</b><i>Vamos por el mundo como las aves, libres.”</i></p>

Vamos por el mundo como las aves, libres.”

Los Rrom, también conocidos como gitanos, son una comunidad (alrededor de 8.000 en Colombia hoy), cuyo origen se remonta al norte de la India en el siglo X. Excluidos de la sociedad de castas brahmánica, salieron y se dispersaron por Europa occidental y oriental. Cuando ocurrió la Conquista de América, muchos Rrom que habían llegado a España, se embarcaron y llegaron para quedarse en la Guajira. Sin embargo, de 1570 a 1870, se prohibió su entrada a América. A finales del siglo XIX arribó otro grupo y, luego con las guerras mundiales y la persecución nazi, se originó la emigración de este pueblo provenientes de todas partes de Europa; se fueron instalando en Atlántico, Bolívar, Valle del Cauca, los Santanderes, Nariño y Bogotá.

Los Rrom son tradicionalmente nómadas, aunque hoy su tendencia es a permanecer en un mismo sitio por largas temporadas, en razón de las dificultades de migración en el mundo contemporáneo, el conflicto armado y también por la inseguridad. Ya no viven tanto en carpas, sino en casas. Pero suelen recorrer las regiones del país, como seres libres y eternos viajeros.

Hablan el romaní o caló, mezcla de español castellano, andaluz, catalán y vasco. Pero todos hablan también las lenguas de los países donde viven. Adoptan en general la religión dominante del país de su residencia, pero es notoria en las dos últimas décadas su preferencia por las iglesias evangélicas.

Están organizados en kumpanias (grupos de familias) generalmente asentadas en barrios. Suelen reunirse periódicamente para celebrar su cultura, con comidas y bailes. Acatan las leyes de la comunidad, tienen un sistema de justicia propio, oral. Se casan jóvenes, generalmente los chicos a los 18 y las chicas entre los 14 y 16 años. La mayoría de los Rrom ha terminado bachillerato, y hoy muchos hacen estudios universitarios. Los ancianos son respetados como jefes y guías de la kumpania. Esta comunidad prefiere trabajar independientes, ejercen oficios manuales; son conocidos y muy apreciados por su destreza como tabartaleros, hojalateros, en el trabajo del cobre, con pailas y samovares, en el comercio de cuero, de caballos, aperos equinos y carros. Las mujeres Rom, aún enmarcadas en una cultura patriarcal, visten faldas largas coloridas y grandes aretes, y un pañuelo en la cabeza si son casadas o vestidos de seda cuidadosamente confeccionados por ellas mismas; son conocidas por su práctica de la quiromancia aunque la desconfianza y el prejuicio de mucha gente y los controles de la policía dificultan esta labor. Además, hoy estas mujeres van a la universidad y muchas son lideresas y gestoras culturales. Luchan por el reconocimiento de su cultura, por políticas públicas inclusivas y contra la discriminación basada en estereotipos, como que “el Rom no es confiable, es ladrón, roba niños”. Han logrado desde en 1997 su reconocimiento como minoría étnica por el Estado colombiano y su inclusión en los programas sociales de las diferentes instituciones públicas, especialmente en Bogotá. Con la ley 1831 de 2010, ganaron la posibilidad de le etno-educación y están preparando un diccionario romí.

En el campo de la música y del baile también se destacan. Compositores e intérpretes de flamenco, de música balcánica, llamada música tzigana y de música árabe, tocan toda clase de instrumentos.

Nota: En su primer Congreso Internacional, celebrado en 1971, escogieron la palabra ROM como sustantivo que denomina todas sus comunidades a través del mundo su himno y su bandera. Este pueblo sobreviviente de las guerras, del racismo y la segregación, y cuya patria es el mundo, ha sabido mantener su unidad en medio de la diversidad.

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