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Adriana Porras, una madre de San Onofre, que construye paz con la música

La valiente madre defensora de derechos humanos que lucha por la paz en el corregimiento de Libertad, Sucre
Yarima García

Adriana Porras Murillo es una madre oriunda de Sincelejo. Desde hace 20 años reside en el corregimiento Libertad de San Onofre, Sucre. Llegó a esta tierra atraída por el golpe de los tambores y los cantos de las matronas. Adriana tiene cuatro hijos, que nacieron entre los años 1999 y 2004, en pleno furor del conflicto armado en los Montes de María.

El mayor orgullo para Adriana Porras Murillo han sido sus hijos. Ser madre no ha sido una tarea fácil, ya que además de ser madre, también es hija, hermana y defensora de derechos humanos. Recuerda que desde que asumió su rol como madre era muy exigente. "Era sumamente estricta con mis dos hijos mayores, les inculqué desde pequeños la disciplina y el amor por servir a la comunidad. A los hijos había que proporcionarles mucho amor, aprendí a negociar con ellos algunas cosas, soy una madre convencida de que con el maltrato no se educa", dice con firmeza.

Esta líder defensora de la vida, de los derechos de la mujer y de su territorio vivió en carne propia la cruda violencia. Por culpa del conflicto armado fueron silenciados los tambores y las bocas de las cantadoras. Mientras todo esto ocurría, tuvo que separarse de su primer hijo.
 


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"Fue muy difícil, hubo mucho conflicto, porque cuando yo decidí ser lideresa, tuve que apartarlo de mí, por el contexto, creo que es el que más se parece a mí", dice esta mamá de 57 años.

Actualmente, su hijo mayor tiene 31 años, es abogado y al igual que ella, es defensor de derechos humanos en el corregimiento de Libertad.

En Libertad, durante siete largos años reinó la angustia y el temor por la presencia de grupos armados ilegales. En 2004, cuando la violencia seguía tomando fuerza, en el vientre de Adriana se gestaba su cuarto hijo.

"Ese episodio de la vida fue muy duro, fue vivir el conflicto armado directamente. Me tocó tomar parte, dar lo mejor de mí y hasta arriesgar lo que tenía", dice esta defensora de derechos humanos.

Adriana ha dedicado más de 30 años al servicio de la comunidad y conjuntamente con otras madres del territorio lucharon para que se silenciaran los fusiles y nuevamente se escucharan los golpes del tambor por las calles de Libertad.

"La música ha sido el pilar que ayuda a resolver conflictos, se expresa lo que uno quiere y lo que no se atreve a decir directamente, es importante porque a través de la música reflejamos lo que queremos y soñamos para nuestro territorio. Queremos la paz, tenemos cantadoras y cantadores que le cantan a la paz como Isabelito. Muchas mujeres y hombres apuestan por la reconciliación del territorio", agrega esta madre de familia.

En el corregimiento de Libertad, las mujeres han sido el eje principal para que los jóvenes continúen con la preservación de los ritmos ancestrales como el bullerengue, una apuesta para la reconciliación y el perdón a través de la música.

"Hay muchos escenarios donde se puede apostar por la paz, desde un pequeño negocio hasta la ama de casa que contribuye a la paz, desde la gastronomía hasta las organizaciones sociales presentes en el territorio. La paz cantada y pintada desde la mujer es fundamental; ha sido un pilar que nos ha mantenido vivos desde el interior de cada mujer. El corregimiento de Libertad, al igual que la música, tiene algo importante, como su gastronomía, que nos permitió acercarnos antes y después del conflicto armado, para seguir avanzando y superar los daños que en el pasado nos dejó el conflicto armado", agregó Porras.

Adriana Porras Murillo, al igual que las madres del corregimiento Libertad en San Onofre, Sucre, seguirá apostando por la paz, ese es su mayor sueño. También espera que se haga realidad la construcción de la Casa de la Mujer, donde se visibilice el talento de las cantadoras y las iniciativas de paz de los jóvenes a través de la música.

Adriana quiere seguir disfrutando en su tierra con los pescadores, sus negros y negras bailando y cantando bullerengue, pero sobre todo poder vivir en paz, sin temores y en Libertad.

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