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Waireñas: las sandalias tradicionales que acompañan los pasos del pueblo wayuu

Estas cotizas acompañan el vestuario tradicional del pueblo wayuu. Aquí te contamos cómo es su proceso de fabricación.
Waireñas: ¿qué son y cómo las fabrica el pueblo wayuu?
Foto: María Camila González | Radio Nacional de Colombia.
María Camila González Gómez

Los tejidos wayuu son una conexión con los ancestros, con los saberes y la realidad del territorio. Niños y niñas aprenden de sus abuelos y abuelas los tejidos, la cosmovisión, la historia, el ser y el hacer, desde lo más íntimo de su hogar en la comunidad, desde sus raíces como indígenas del pueblo wayuu reconocidos por sus tejidos, sus chinchorros, mochilas y waireñas.

Hombres y mujeres cumplen diferentes roles en el tejido, pero en general, en su mayoría, son los hombres quienes se encargan de tejer y realizar toda la producción de las famosas waireñas, unas sandalias muy similares a las cotizas que acompañan su vestuario tradicional y que son ancestralmente reconocidas dentro del pueblo.

Waireñas

Las waireñas son una especie de cotizas cerradas o abiertas de acuerdo al gusto del wayuu, estas se caracterizan por el tejido y su base es una especie de plantilla en caucho de llanta, a esa base se le cose encima varios diseños.

El tejido puede ser en lana, hilo o algodón, son múltiples los diseños entre los que Fermin Ipuana, un referente por sus waireñas y quien pertenece al resguardo indígena de Mayabangloma ubicado a 6 kilometros de la cabecera municipal de Fonseca nos muestra su catálogo, una carpeta con impresiones de fotos donde mujeres indígenas modelan con orgullo este calzado que es su identidad.

Diseño de las waireñas

Los diseños son únicos y pueden variar, la cotilla (parte de adelante) y la talonera (parte de atrás), un solo color, líneas punteadas, franjas de colores, combinaciones cromáticas, fondos que tienen detalles con otros diseños, cada calzado dependerá del gusto de quien las vaya a usar, desde delicadas líneas hasta gruesos diseños donde se pierde el fondo.

Cada waireña tiene un estilo diferente, la cotilla y la talonera, a cada lado de la cotiza, pueden estar unidas por dos tejidos o por cordones trenzados en atulaa.

La waireña más común usada por hombres y mujeres lleva la cotilla y la talonera que se unen al final del pie por franjas pequeñas que son hechas en el mismo tejido, color y diseño que el resto del tejido que compone el calzado.

Dichas fajas van cosidas a la cotilla y la talonera y estas, a su vez, van cosidas a los ojales de la plantilla de caucho. Además de dichos diseños se encuentran otros con borlas de todos los tamaños que, en la cultura, cuenta Fermin, significan poder adquisitivo, entre más grande la borla mayor poder adquisitivo. Borlas de un solo tono, de varios colores, del color del tejido, borlas que se ubican de a tres, borlas alrededor de la parte de adelante en una fila horizontal, son muchas las formas y la creatividad.

Con orgullo el señor Fermín, quien tiene más de 60 años, relata que aprendió a hacer waireñas a sus 17 años, viendo, observando y pensando en esto como una forma de vida “como indígenas es lo que nuestros abuelos nos acostumbraron a usar y ahora yo trabajo más tranquilo, no me mato por allá haciendo otras cosas, yo le vendo waireñas a las cuatro comunidades de Mayabangloma y a todos los niños de la institución etnoeducativa (el calzado de sus uniformes son las waireñas), yo veo una cosa bonita y yo lo hago, mis hijas hacen las borlas y los varones se encargan de los cordones”.

Proceso de las waireñas

Fermín se dirige hacia su casa, una vivienda construida con el material predominante para los muros, el bahareque, su esposa se encuentra tejiendo un chinchorro de colores vivos, fucsia, verde y violeta, con agilidad en sus manos, sus hijos, algunos jugando otros descansando bajo la enramada en su chinchorro, sopla el viento, empieza a bajar el sol, en pocas horas va a atardecer, las cabras se encuentran en el corral, descansando. El señor Fermín regresa con una canasta en su mano que en su interior tiene hilos, pinturas, tijeras y algunos lápices, se dirige hacia donde tiene su máquina de coser waireñas y se sienta en su silla de madera frente a su máquina con su hilo color vino tinto, ahí inicia la magia.

Su máquina de tejer waireñas la construyó él mismo, es una máquina que se encuentra al aire libre, está un poco oxidada, se compone por un poco más de 50 “ganchos” de un lado y el doble del otro, va metiendo el hilo y dando pedal para tejer esa tradición que camina, esa cultura ancestral, después de forma contraria entrelaza un hilo verde para personalizar el tejido, con la carrumba una especie de instrumento en madera con disco que gira, Fermin lo agarra fuerte de la base con la mano izquierda y con su mano derecha hace un movimiento como quien da vueltas y es así como realiza los cordones, después elije el pedazo de llanta cortada que es la suela y allí monta el tejido.

“Puedo hacer dos pares en el día, aquí yo las vendo a 20 mil pesos, cuando tienen varias borlas cuestan 25 mil pesos, si es para negocio compran y revenden porque si no yo pierdo, no puedo dejarlas en 10 mil pesos”, afirma.

Una tradición que ha trasmitido a sus hijos y que hoy es el único wayuu del resguardo de Mayabangloma reconocido por conservar la tradición. Va cayendo el sol y se ven las huellas que se van dejando plasmadas en la arena con las waireñas mientras niños, niñas, hombres y mujeres recorren el territorio, un territorio lleno de historia y de memoria, paisajes en su mayoría áridos y algunos con una vegetación verde que crece en el sur del departamento.

 

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