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Historias que cuentan los árboles de nuestras ciudades

Ocobos, Yarumos, Palmas de Cera, Nogales, Cauchos Sabaneros y Guayacanes son algunas de las especies que acompañan a los colombianos.

Cada año, al llegar septiembre, recuerdo correr al andén de enfrente de la casa de mis abuelos para jugar con el tapete de flores moradas que se esparcían por el suelo. Allí un Ocobo se convertía en el mejor compañero de juegos. Con los años ese inmenso árbol me acompañó hasta que me fui de la ciudad. Sin embargo, cada vez que volvía veía ese árbol y recordaba esos septiembres en los que la ciudad se inundaba de color.

De esta forma, aquel Ocobo (al que dolorosamente para mí y mi familia talaron) y muchos otros en la ciudad se convirtieron en un gran referente para mi memoria. Por eso, sé que los árboles son casi que compañeros de vida y que, al igual que los ibaguereños que disfrutamos de su belleza, en el resto del país sucede lo mismo con otras especies. Esta es la razón por la que me di a la tarea de investigar esas otras historias que se esconden detrás de cada árbol insigne de las ciudades, gigantes longevos, testigos del devenir de la historia y de la vida de los ciudadanos.

Estas son algunas de las historias representativas de los árboles de cada ciudad.

Bipalma Quindío. Foto: Fernando Jaramillo.

Armenia

Como olvidar a la gloriosa Palma de Cera, árbol nacional de Colombia, en el Eje Cafetero. Sin embargo, no es el único árbol que encontramos como símbolo de esta región.

“Hoy en día, Armenia está lleno de árboles personajes, como, por ejemplo, en el Parque Fundadores, donde está el Tronco del amor, al que lo rodean todo tipo de historias y leyendas, entre estas la de una supuesta pareja que se envenenó por amor”, dice Felipe Romero, miembro de la academia de Historia del Quindío. Este Tronco del amor tiene más de 40 años y es un árbol incompleto, después de que lo partiera un rayo.

Otro de estos “personajes” es una inmensa Ceiba de más de 100 años en el Parque Sucre y las guaduas que abundan por la ciudad. “Las guaduas también son importantes en la ciudad, porque Armenia fue llamada el "guadual más grande del mundo", ya que esta especie rodea varias quebradas y senderos”, afirma Fernando Jaramillo, profesor de la Universidad del Quindío. Jaramillo cuenta que otro de los árboles más famosos de la región es una Palma Cera en el Valle del Cócora, que por efectos naturales se dividió en dos, siendo única en el mundo.

Bogotá

Bogotá ha cambiado de especie de árbol insignia con el devenir de los años. Sin embargo, se puede afirmar que el árbol del Nogal es la especie nativa que identifica a la ciudad. “Los Nogales llegaron de manos de los Muiscas, que los veneraban, y estaban aún cuando llegaron los españoles. Es un árbol muy bello, pero difícil de mantener en la ciudad, por eso ahora vemos muchos Cauchos Sabaneros que son unos héroes para resistir la polución”, cuenta el arquitecto Carlos Niño Murcia, autor del libro ‘Territorio Chamánico’.

Por otra parte, Ángela Zapata, ingeniera forestal, afirma que los árboles nativos en Bogotá ya no se cultivan, como por ejemplo los bellos Siete Cueros, que antes adornaban los antejardines. Así mismo, los inmensos Cedros y Nogales han ido desapareciendo por distintas plagas.

“Una especie nueva que se estaba sembrando era el Caucho Sabanero, pero también está muriendo por las plagas. Ahora se han ido sembrando Eugenias, Urapanes y Jazmines de la China”.

Sobre árboles que son personajes en Bogotá podemos contar a los Cedros y los Nogales, que aún prevalecen en el Park Way y se han convertido en auténticas insignias de la ciudad, así como el inmenso Nogal de la carrera 9 con calle 77, uno de los residentes más longevos de la ciudad con casi 200 años y por el cual el barrio en el que se encuentra lleva su nombre.

“La Palma de Cera y los Yarumos nos recuerdan en todo momento que la ciudad está edificada en terrenos de bosques de niebla. Ninguna de esas especies es endémica de Bogotá, pero por fortuna cada vez vemos más y ambas son hoy parte de nuestro paisaje urbano. Para mí son personajes de la ciudad, así como un lindo bosque urbano cultivado de Pino Colombiano en el conjunto de edificios que tiene Bavaria frente al Museo Nacional. Y un gran personaje, cómo no, es el Nogal que dicen es el árbol vivo más antiguo de Bogotá, en la calle 77 entre carrera 7ª y 9ª”, afirma el gestor de medio ambiente, Gustavo Wilches Chaux.

Ocobos de Ibagué. Foto: Archivo particular.

Ibagué

Los Ocobos florecen cada marzo y septiembre en Ibagué y son sin duda alguna el árbol insignia de la ciudad. “Son la esencia de los ibaguereños y la historia de Ibagué va ligada a ellos. Sectores como la calle Séptima en el barrio Belén es un paseo hermoso cuando florecen o el Parque Centenario, que se inunda con sus colores”, cuenta el historiador tolimense Carlos Gálvez Santa.

El Concejo de Ibagué los convirtió en el símbolo de la ciudad musical por toda la inspiración que este ha despertado en poetas, ensayistas y músicos, al punto de que se les homenajea con eventos de poesía como ‘Ibagué en Flor’ y el ‘Festival de los Ocobos’.

Sus raíces enormes y su altura (30 metros) convierten a estos gigantes en uno de los personajes más importantes de la ciudad. Se cree que estos llegaron de la mano de las Damas Rosadas, que trajeron sus semillas desde Armero, y que ellas fueron las encargadas de cuidarlos desde los años 40, resultando Ibagué el clima perfecto para que surgieran en su máximo esplendor. Sus hermosas flores de color blanco o violeta son una de las mejores visiones que se puede tener de esta ciudad.

Árbol Yarumo. Foto: Fernando Jaramillo.

Manizales

En la ciudad de las puertas abiertas uno de los árboles insignes es el Yarumo blanco, una especie que se caracteriza por tener la copa blanca y que abunda en Manizales. Uno de los lugares donde se puede ver estos árboles es en el Ecoparque Los Yarumos, un pulmón de la ciudad.

El Yarumo blanco es de gran belleza y puede medir hasta 30 metros de altura. Su tronco es blanquecino con nudos marcados y tiene hojas de hasta 90 centímetros. Se da en lugares como el barrio Palermo y en la Universidad de Caldas.

La ciudad también cuenta con varias Palmas de Cera que llegan a tener entre 30 y 70 metros de altura y están ubicadas en sitios como el barrio Chipre o el Parque Fundadores en la carrera 23. En el Parque Cable o en el barrio Palermo se encuentran varios Pinos Colombianos de hasta 45 metros de altura y el Casco de Buey, una especie de hasta nueve metros de altura con hermosas flores color púrpura, que se da en el barrio la Enea, el Triángulo y otras avenidas de la ciudad.

Bucaramanga

En la ciudad bonita de Colombia hay más de 100 especies en el área urbana. Alicia Rojas, bióloga del Jardín Botánico Eloy Valenzuela en Floridablanca, Santander, cuenta que el árbol insignia de Bucaramanga era el Búcaro, del cual se tomó el nombre para la ciudad. Sin embargo, este árbol se llamó erróneamente así puesto que en realidad era un Tulipán Africano, con flores anaranjadas y rojizas, una de las especies más invasoras del mundo.

Actualmente, hay pocos ejemplares de este árbol en la ciudad, porque es una especie poco apta para un terreno urbano ya que tiene espinas y raíces fuertes.

Una de las especias más acordes al clima de Bucaramanga, que es de bosque seco tropical, son los Caracolíes, Oití y Guayacanes rosados y amarillos, que han sido sembrados en la ciudad. Actualmente, también hermosas Azucenas que adornan avenidas como la autopista. Uno de los árboles más reconocidos en la ciudad es un antiguo Serrapio, que lleva varios años en la calle 48 con carrera 27.

Cali, Medellín, Popayán

“El guayacán / de copa / ahusada / vencido / de racimos de flores / amarillas / qué llamarada”.

Guayacán, José Manuel Arango.

El Guayacán, de nombre científico: Tabeuia rosea, se da en varios departamentos de Colombia como Antioquia, Cauca, Cundinamarca, Quindío y Valle del Cauca. Es una especia nativa de los bosques andinos, que puede llegar a vivir más de 80 años, son reguladores del clima y producen materia orgánica y frutos para la fauna.

Adorna en Medellín los antejardines de algunos barrios como Prado, Manrique, Laureles, Boston y Los Ángeles.

En Cali, los guayacanes están por toda la ciudad, pero de sobremanera en barrios tradicionales como San Fernando, El Panamericano, la Calle Quinta y la Carrera Primera, entre otros lugares.

“Para uno es muy lindo sentir cuando florecen los guayacanes porque es como vivir una pequeña primavera y verlos rosados, morados y amarillos. Los caleños tenemos mucha relación con el color y cuando florecen nos sentimos muy alegres”, cuenta Laura Ramírez, periodista de Radio Nacional

Por otra parte, el Parque Caldas en Popayán guarda también invaluables tesoros como Siete Cueros, Palmas, Araucarias, Corchos y Catleyas. Según Gustavo Wilches Chaux en su blog “quien en su infancia no le haya metido la uña al "árbol de corcho", no es de Popayán”. Entre los árboles de su ciudad natal, Wilches destaca un Ficus sobre ficus, en el parque que sirve de antesala al aeropuerto Machángara de Popayán.

Para terminar este artículo sobre estos personajes quisiera usar el término de Juliana Montoya, líder de la línea de biodiversidad en entornos urbanos regionales del Instituto Humboldt, “gigantes invisibles” para denominar a estos árboles, que nos acompañan y ayudan a mejorar nuestro entorno de maneras que no alcanzamos a imaginarnos. En este audio su invitación a cuidarlos:

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