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Teatro callejero, el arte de la paz en Zambrano Bolívar

“La Calle” se convirtió en escenario de libertad que surgió de la zozobra que produjo el conflicto armado.
Foto: Teatro cultural "La Calle" de Zambrano Bolívar
Yesica Paola Valdés

Desde 1999, en el municipio de Zambrano, en Bolívar, donde el río Magdalena te da la bienvenida y la leyenda del encanto del peñón se escucha en cada esquina, nació también la historia del taller cultural “La Calle”. Un escenario de libertad que surgió de la zozobra que produjo el conflicto armado, donde las armas de fuego, eran parte del paisaje en ese municipio de los Montes de María.

Jhonny Vergara Chamorro, de 64 años de edad, fue el gestor cultural que escribió el primer libreto del teatro callejero; más que actuar, era gritar a través del cuerpo las verdades que con la boca era imposible pronunciar, pues la vida corría un peligro inminente.

“Llevo por dentro el teatro, y eso fue lo que me ayudó cuando Zambrano era conocido como el corredor de la muerte. Me di cuenta que debía hacer algo para alejar a los niños y jóvenes de las armas, entonces con cuatro amigos iniciamos a practicar teatro callejero, desde allí salió la primera escena y entonces todo empezó a llamarse La calle”, afirma. 

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El 16 de agosto del año 99 un hermano de la esposa de Jhonny fue víctima de una masacre en la vereda Capaca en la que asesinaron a 18 personas. Solo dos meses después de este trágico la familia Vergara España se presentó en el Festival Folclórico Nacional de Zambrano Bolívar, realizando una obra sobre la violencia de esos días, que luego se convirtió en el boom del momento.

“La gente me decía profe cuídese, a usted no le da miedo hacer esas obras, ojo con lo que está haciendo”, narra Jhonny, mientras desempolva los libretos de sus primeras obras.

Con el tiempo la calle y el teatro se convirtieron en una necesidad para escapar de esa realidad de muerte y desplazamientos forzados, los jóvenes protestaban pero lo hacían con el lenguaje del arte.

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“Lo que quisimos en ese espacio fue “reclutar” a  jóvenes para la paz. Era un trabajo en el que se recolectaban los  testimonios de las personas que estaban viviendo la tragedia del conflicto, y nosotros lo expresamos por medio de la narración oral y el lenguaje del cuerpo. Hacíamos una gran obra, pues queríamos tocar los corazones de víctimas y victimarios, sin utilizar la violencia”, resalta Noreilys Vergara España, hija de Jhonny y heredera de ese amor por el teatro callejero.

Eran tan impactantes las obras que, narra Noreilys, los mismos miembros de grupos armados ilegales cuando pasaban y los veían practicando en la calle les decían “qué obras tesas” y hasta opinaban sobre cómo se verían mejor: esa escena era lo más desconcertante.

“Me generaba mucho temor que algún miembro de esos grupos se enamorara de mí, que me llevaran o violaran, pero mi papá nos decía no tengan miedo, sigan adelante, miren y callen, y sí también hubo noches de bombas en las que nos tocaba meternos debajo de las camas”, recuerda.

Con el tiempo la plaza, las canchas, los patios de las viviendas, y los sitios donde se respirara libertad, se convirtieron en los escenarios improvisados pero propicios para los  miembros del taller cultural “La Calle” en Zambrano Bolívar.

“Fue duro porque era sentir el dolor, pero a la vez  sabías que no podías quedarte con él. Lo difícil fue tener que dibujar sonrisas, motivar e inspirar a otros, cuando estabas dolido por dentro, ese fue el gran reto”, expresa Noreilys.

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Como una escena que te atrapa y te emociona tanto que no te cansas de repetir, viven los días los amantes del teatro callejero en Zambrano, Bolívar, la excusa de resistencia que alejó a más de uno de las armas.

“Hoy muchos de los que iniciaron en el proceso ya formaron sus hogares, otros están estudiando en la universidad, pero nos queda la satisfacción que el teatro los alejó de las garras del conflicto armado, son personas que aprendieron a ser responsables, disciplinadas, reconocer sus fortalezas y entender que todos tenemos debilidades”, destaca Jhonny.

Jhonny y su hija arrancaron las páginas de sangre de sus libretos y con una tinta de esperanza le escriben mitos y leyendas a los más de 40 miembros del taller cultural “La Calle”, una nueva forma de apostarle a la paz a través del rescate de la identidad cultural del municipio.

“El teatro es la única forma que tenemos nosotros para expresar lo que sentimos, es la única forma de protesta social que no utiliza armas para matar, es la expresión que utilizamos para convencer a la sociedad de que la violencia genera violencia, y que el arte es la única manera para lograr la paz”, recalca Jhonny, el hombre que habla con el lenguaje del teatro callejero.

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