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Cielo González, la profe que lleva su corazón en una maleta

Desde el 2014, esta docente pasó a la historia por ser la primera persona en Sudamérica con un corazón artificial.
Nataly Ayala Mendoza.

La historia de Cielo González, una maestra santandereana de 64 años, se divide en dos. Nació el 2 de enero de 1958, pero dice que su vida inició realmente el 7 de abril de 2014, día en el que fue intervenida por médicos especialistas de la Fundación Cardiovascular de Colombia en Santander.

“Al año me celebran el cumpleaños dos veces: el primero cuando nací y el segundo ya con la segunda vida que me dio diosito. En estos ochos años estoy agradecida porque se me ha permitido viajar con la familia, celebrar los 15 años de mi nieta y la confirmación de todos mis nietos”, indicó Cielo.

Su vida no era normal, pues su corazón no podía bombear la sangre con la fuerza suficiente que el cuerpo necesitaba. Se fatigaba al realizar actividades cotidianas como comer, caminar y hasta cepillarse los dientes.

Esta condición la llevó a dejar su labor de docencia a la que le dedicó 30 años. Cielo sabía que un día de espera acortaba sus posibilidades de vivir.


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Fue así como llegó hasta la FCV. Inicialmente era candidata a un trasplante de corazón, pero su cuerpo lo rechazó. Fue entonces cuando después de realizarse varios exámenes, los médicos determinaron que estaba en una falla terminal, una fase que se cobra la vida del 70% de los pacientes en menos de un año.

Luis Eduardo Echeverría, director del programa falla y trasplante cardiaco de la Fundación Cardiovascular, explicó la complejidad de la situación de Cielo, pues “cuando aparecen estas fallas significa que los pacientes van a tener muchas hospitalizaciones, la medicación ya no sirve y por la progresión de la enfermedad una gran cantidad de pacientes fallecen. La mejor opción para ella era implementar una terapia que aún no se había realizado en Sudamérica”.

La única opción del personal médico era implantar un Heartmate II, una especie de corazón artificial que requiere de energía eléctrica para bombear.

El corazón de ‘la profe’ está en el mismo lugar, con la diferencia que su ventrículo izquierdo y su aorta están conectados al dispositivo que tiene una turbina capaz de transportar la sangre a nueve mil revoluciones por minuto. Tiene una fuente de poder que sale desde el vientre y está conectado a una computadora pequeña, que es el cerebro del dispositivo.


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Este computador es su nuevo corazón y lo debe llevar a diario, siempre, en un bolso con dos baterías portátiles cargadas entre 14 y 16 horas para salir sin ningún problema.

Durante la noche, Cielo debe conectar el dispositivo directamente a la fuente de energía. Al otro día ya con las ‘pilas recargadas’ realiza sus actividades cotidianas. Ella ya se acostumbró a no mojar su corazón; están prohibidas las piscinas y el mar.

“Antes me fatigaba mucho hasta bañándome y ahora vivo una vida normal. Soy un ejemplo para los compañeros que están pasando por una situación similar”, añadió Cielo.

La maestra se convirtió en la primera persona con un corazón artificial de Sudamérica. Desde el 2014, hasta ahora, la Fundación Cardiovascular ha aplicado esta tecnología a 25 pacientes entre adultos y niños, convirtiéndose en un referente para quienes rechazan un trasplante y no tienen más opción que guardar su corazón en una maleta.

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