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Artesanos de la música: la maraca llanera

La palabra maraca “viene del latín mara, que significa pepa, y cas, que significa movimiento.

Por: Isaac Tacha Niño.

Villavicencio, capital del departamento del Meta, también llamada capital de la Orinoquia colombiana, está ubicada a dos horas de Bogotá y conectada por una muy buena carretera que hace gala de los avances de la ingeniería colombiana. La ciudad se descuelga de la Cordillera Oriental para introducirse en las llanuras que bañan ríos y quebradas afluentes del majestuoso río Meta, donde la ganadería y la agroindustria han sido los principales renglones de la producción llanera superados en los recientes tiempos por la explotación petrolera.

"Villavo la bella”, como lo canta su himno, contiene un gran número de fincas agroturísticas y parques recreacionales, al igual que varios parques temáticos que acogen a turistas nacionales y extranjeros, quienes disfrutan de la gastronomía llanera con deliciosos platos típicos, como la mamona a la llanera, en medio de un clima tropical con paisajes de llanura, sol, libertad y amor; arrullados por arpegios encantados que caracolean las maracas junto con el cuatro, para emarcar la voz del llanero que joropea coplas y corridos propios de la tierra llana.

Villavicencio, además de ser la capital del paisaje colombiano y la puerta de los Llanos Orientales de Colombia, es la capital de la música llanera, el receptáculo donde convergen las músicas del Casanare, Arauca, Vichada y las nacientes llanuras del Guaviare y Caquetá que arrullan sus tonadas con el arpa, la bandola, el guitarro, el cuatro, la guitarra y las maracas principalmente.

La maraca llanera

En Villavicencio hablamos con dos artesanos de la música: Olimpo Díaz, constructor de arpas, cuatros, maracas y otros diferentes instrumentos. Es propietario del taller que lleva su propio nombre y que tiene tradición generacional de más de 50 años de servicio, porque su papá, también llamado Olimpo, montó el taller de reparación y construcción de instrumentos, el cual heredó a su hijo: uno de los más prestigiosos y reconocidos en esta región de los Llanos Orientales. En segundo lugar, está Rodrigo Ortiz, quien inició a tocar maracas desde temprano grado de formación escolar y luego llegó a ser un experimentado y excelente ejecutante de ésta. A la postre, Rodrigo se convirtió en uno de los artesanos de la maraca más importantes de la Orinoquia hace ya varios años y tiene todo el conocimiento y la práctica, para dotar a los maraqueros de instrumentos muy bien manufacturados.

Dice Rodrigo que la palabra maraca “viene del latín mara, que significa pepa, y cas, que significa movimiento, entonces quiere decir pepas en movimiento. La maraca como tal, se fabrica de táparo o totumo, pero es un totumo especial pequeño, porque está el táparo grande que sirve para hacer el maracón costeño”.

Los táparos los traen de la costa o del Tolima, incluso de Venezuela. Dice que el clima de Villavicencio no se presta para cultivar el arbusto del táparo de la maraca porque se crece mucho. La textura de este táparo, por su secado, se tiempla de tal manera que produce un sonido acristalado especial. Al artesano le llega la totumita sin la pulpa, pero él tiene que acabar de limpiarla y pulirla tanto interna como externamente, hasta lograr el sonido característico.

Con la maraca de coco es diferente porque el coco sí se encuentra en la región, es un coco pequeño, al cual se le desprende de su envoltura o mesocarpio, hasta dejar muy limpia y bien pulida la envoltura interior o endocarpio y todo su contenido. “Es mucho más complicado trabajar un coco que un táparo pero es más económico. El problema es que el coco no aguanta mucho, porque si se cae, se rompe, es como un vidrio, el sonido es excelente pero son más pesadas que las de táparo”.

Para tener listos los táparos se debe alistar los cabos de las maracas, que salen de un cuadrante de 3 x 3 x 30 centímetros de largo, se ensamblan maderas para que produzcan al tornearlos, los cabos deben ser ergonómicos para que no salgan callos o al tomarlo no empuñado sino entrelazado en los dedos, se mantenga el agarre, sin producir daños al ejecutante. Las maderas utilizadas en los cabos, pueden ser de cedro negro, amargo y machaco o marfil; el más suave es el machaco, luego le sigue el cedro amargo y la más durita es el cedro negro.

“Cuando hablamos de la maraca “palocruzao” estamos hablando de la maraca tradicional, porque la maraca la hicieron nuestros ancestros, nuestros indígenas, ellos usaban el táparo y les cruzaban un cabo que atravieza la maraca de un lado a otro; luego la amarran con un cordel para que no se salga del cabo y la decoran con plumas”. También hay la maraca pegada, porque el cabo no cruza la maraca, sino que tiene una base en la que se ajusta el táparo o el coco y se pega. Otra diferencia es que el cabo de maraca pegada es más corto que el de la maraca palo cruzado.

Hablando de la carga de la maraca, podemos decir de las semillas, que la más usual es la semilla del capacho, de ahí que muchas personas le den el nombre a las maracas, de “capachos”, pero realmente ese capacho es la semilla que lleva la maraca como carga sonora; “normalmente yo cuento la pepa, le pongo 450 semillas de carga a cada maraca” dice el artesano Rodrigo Ortiz. Las semillas de “espuma de sapo”, que son mucho más pequeñitas, pero al igual que el capacho, duras y muy lisas. Al capacho también se le dice achira.

Semillas de capacho o achira

La mata que produce la semilla de capacho, también recibe los nombres de achira, sagú, caña de la india, yerba del rosario y flor de cangrejo, entre otros nombres. De la raíz de esta planta también se extrae la harina para hacer pan de sagú y bizcochos de achira. La semilla “espuma de sapo”, corresponde a una enredadera que produce una “vaina” en la que se encuentran las pequeñas semillas de dos colores.

La maraca cargada con semilla de “capacho”, es la más utilizada en escenario debido al gran volumen de su sonido y la maraca cargada con la semilla “espuma de sapo”, es la preferida por los maraqueros para tocar en estudios de grabación, por lo finito de su sonido.

¿Cómo se diferencia el sonido de la maraca?

Para la decoración de la maraca “palo cruzado”, se utiliza en la punta del cabo que ha atravesado la maraca, un pin de seguridad y que atraviesa los ojaletes que van en la parte del cabo en el punto del orificio del táparo, en el cual también se colocan en cada orificio sendas arandelas o empaques de caucho a manera de soporte, para evitar el rompimiento de la maraca por el golpeteo del maraquear y se corona el cabo que atravesó el táparo, con unas “campanitas” de metal. En algunos casos, los maraqueros usan colores sicodélicos para pintar las maracas y de esta forma darle ganancia en espectáculo al “show” de las maracas, en juegos de luces.

Rodrigo Ortiz, referencia las diferentes formas de interpretación de las maracas; en el caso de la maraca pegada, la interpretación o movimiento debe ser en sentido contrario a la dirección del cabo, porque si se ejecuta en el sentido del cabo, las pepitas de capacho golpean en la cabeza o ensamble del cabo que es de madera, lo cual opacaría el sonido; el brillo en este caso, ya sea maraca de táparo o coco, debe golpear a las “paredes” de éstos para obtener el sonido acristalado brillante, ya sea las maracas que estén cargadas con capacho o con espuma de sapo.

La maraca “palo cruzado” o “palo cruzao” se toca de arriba a abajo, en dirección de los cabos, porque si se toca como la “cabo pegado”, las semillitas se estrellan con el cabo que cruza dentro de la maraca y se va a escuchar un sonido “regado”.

Y así, sale Rodrigo orgulloso con sus nuevas maracas, para estrenarlas con un buen conjunto llanero, mostrándolas, exhibiéndolas hasta encontrar a alguien que se enamore de ellas para vendérselas, aunque su punto de venta está en el mismo taller donde las fabrica.

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