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¿Cuál es el origen de las fiestas de San Juan y San Pedro en Colombia?

Este evento creado en plena violencia se propuso como una fiesta del espíritu para disminuir el baño de sangre en el Tolima.
Alejandra Cuellar

 

Hablar de estas festividades es remontarnos a las tradiciones del Tolima Grande, con los bambucos, la mitología, las comidas, los bailes y trajes típicos campesinos. Tradiciones que fueron resaltadas a través de importantes festividades. En Ibagué, con el San Juan en el Festival Folclórico Colombiano, y en Neiva, con el San Pedro desde el Festival Folclórico, Reinado Nacional del Bambuco y Muestra Internacional del Folclor. Tal ha sido la acogida de estas celebraciones, que por medio de ley fueron declaradas patrimonio cultural de la nación.

Bien lo recuerda la tradición oral, al rememorar a la compositora tolimense Blanca Álvarez con su rajaleña tradicional, “San Juan inició la fiesta, San Pedro la continuó, ¡viva San Pedro!, ¡viva San Juan!, ¡viva la fiesta tradicional!”. Ella, una protagonista en la historia de la música tradicional colombiana, define en este fragmento el espíritu de las celebraciones. Han pasado 61 años desde que el fundador de las fiestas del folclor, Adriano Tribín Piedrahíta, dio inicio al recorrido de esta senda festiva en Ibagué, a la que posteriormente se unió Neiva, con 60 años de tradición.

Inicio de los festivales y dificultades.

Si bien las fiestas de junio tienen origen en las tradiciones ancestrales, algunos las denominaban paganas, como lo cuenta el huilense Bernardo Tovar Zambrano, fundador de la Asociación Colombiana de Historiadores:

“Los pueblos indio-europeos celebraban el solsticio de verano, con rituales relacionados a elementos de la naturaleza. Cuando surge el cristianismo, va tratando de erradicar las costumbres denominadas pre cristianas, pero fue muy difícil erradicarlas. Entonces la iglesia optó por cristianizar los ritos, con San Juan Bautista para celebrar su nacimiento el 24 de junio”

De esta manera, la tradición toma una connotación religiosa, con un arraigo fuerte de las expresiones culturales y artísticas del Tolima Grande, y más aún en lugares golpeados por el conflicto armado. Así lo señala el escritor e investigador tolimense, Héctor Galeano:

Este evento creado en plena violencia se propuso como una fiesta del espíritu para disminuir el baño de sangre en el Tolima, algo afortunadamente logrado y que dio origen a las fiestas del retorno en los municipios más afectados por la violencia”. Esto evidencia la importancia del arte y las festividades como espacio para la construcción de una sociedad en paz.

Sin embargo, el festival tuvo un receso en 1969, esta fecha concuerda con los Juegos Nacionales que tenían sede en Ibagué. Pero lo que desató el cierre del festival fue que, “Durante la ceremonia de coronación de 1969, cuando el presentador Jorge Varón al momento de decir el fallo se equivocó y nombró a la señorita Cesar, Dolly Montero, en vez de la señorita Chocó, Luz Marina Álvarez”. Esto lo menciona el historiador Bernardo Tovar en su libro, Diversión, Devoción y Deseo- Historia de las fiestas de San Juan. De igual manera, este episodio es recordado por el maestro tolimense Libardo Lozano, quien estaba ubicado debajo del palo de mango, frente a la Gobernación del Tolima, como espectador, “Esta equivocación, formó un merequetengue. ¡Se robaron la corona! Gritaba el público”.

El suceso dio paso a un alto en el festival folclórico, que duró 14 años sin desarrollarse. En 1983 se retomaron las celebraciones. Pero debido a la tragedia de Armero, vuelve y se cancela estas fiestas tradicionales. Por el contrario, el Huila continuó organizando su festival sin interrupciones. Solo este año, a causa de la emergencia por el Covid-19, se cambió la modalidad a transmisiones virtuales.

Foto cortesía: Hernando Bazurto- Ibagué

Al son del Sanjuanero.

En cualquier parte de Colombia, donde se escuchen las obras del maestro Cantalicio Rojas con ‘El Contrabandista’, y del maestro Anselmo Durán con el ‘Sanjuanero huilense’, casi de inmediato vienen a la mente un poncho, un rabo de gallo, una falda larga y un sombrero tejido de pindo, con una disposición nata de sentir la festividad en el cuerpo. Y no es para menos, ya que estas composiciones se convirtieron en elemento distintivo de la identidad de esta región, que se ha proyectado a todo el país.

Estos aires marcan el ritmo del inicio de las fiestas folclóricas de esta región. Tanto es así, que mujeres de diferentes departamentos, se preparan en los conocimientos musicales y dancísticos relacionados a estas y otras expresiones folclóricas. Todo, con el fin de llegar a los reinados, para exaltar toda una apuesta artística que se compone de música, baile, atuendo y saberes tradicionales.

El agasajo para las reinas del folclor y sus respectivas delegaciones toma importante relevancia después de que los festivales son institucionalizados. Es por eso que cada año al final de las fiestas, los eventos de coronación congregan a un importante número de personas que acuden para presenciar y festejar la elección de la próxima embajadora de esta tradición ante el país.

Al estreno de las festividades no existía el reinado, pero se realizaban otros rituales que aún permanecen como un recuerdo vivo en la mente del maestro Libardo Lozano, quien estuvo presente desde el primer festival folclórico en Ibagué, “el 24 de junio lo primero que se hacía era baño ritual en el río magdalena en horas de la mañana. Después se llevaba a cabo el recorrido por las calles con todas las delegaciones, donde se escuchaba el grito destemplado del campesino tolimense- ¡Iiiih San Juan!- más tarde por el río Combeima de Ibagué, bajaba San Juan en una barbacoa en medio de pólvora, hasta llegar al pueblo para emprender el desfile al son de tambores, danzas, chirimías y representaciones mitológicas”.

Así mismo, en ambos festivales existía una fuerte presencia de animales como el caballo para las cabalgatas, la pelea de gallos, el rito de la preparación del cerdo, que, si bien en el Tolima se prepara como la tradicional lechona, en el Huila se hace a manera de asado. Es de resaltar que la existencia de este animal, tiene una connotación arraigada a la tradición opita, como lo destaca Bernardo Tovar, “Antiguamente en las casas de Neiva, había un lugar para mantener el cerdo, destinado a la fiesta de San Juan y San Pedro. Se le ponía un nombre, se le cuidaba, se le engordaba, y llegado el día de fiestas, se sacrificaba”. Esta ha sido la comida en común que refuerza lazos amistosos con la familia y vecinos.

Mujeres protagonistas del Sanjuanero.

Hablar del Sanjuanero, es destacar a muchas mujeres que hicieron parte de la historia de estas tradiciones. Figuras importantes que hicieron parte de investigaciones que hoy hacen posible que el Sanjuanero, tenga esa carga tradicional de las raíces campesinas en ambos departamentos.

Para la danza es sobresaliente la investigación que realizó la tolimense, maestra y folclorista Inés Rojas, en diferentes municipios del departamento, recopilando los pasos del bambuco procedente del norte, en municipios como el Libano, Fresno y Villahermosa. Las rajaleñas del sur, o la caña, interpretada en Ambalema y Honda. Para dar como resultado una coreografía mestiza con los doce pasos del Sanjuanero.

Ella, en colaboración con otras personas del municipio de Armero, fundó el grupo de danzas en 1958. Grupo que aún sigue trabajando por el baile y legado que dejó la maestra. Para este año en Ibagué se tiene previsto en la programación virtual, el homenaje a Ines Rojas, en el final del concurso de danza tradicional.

Igualmente, la maestra huilense Inés García de Durán, que desde muy joven sintió inquietud por las interacciones alrededor del baile, tuvo ese desasosiego al ver que no había unos pasos definidos para el Sanjuanero huilense. Según en la investigación del historiador Bernardo Tovar, en entrevista con la maestra en el 2002, ella le cuenta que, “por medio de observaciones en los barrios y poblados tenían el sentido de señalar los elementos de los bailes populares huilenses, que nutrieron el conocimiento para articular la coreografía del Sanjuanero”.

Esta danza del Huila, cuya composición musical es del maestro Anselmo Durán, posee letra escrita por Sofía Gaitán, que por esta época era parte de la estudiantina del maestro Durán, a quien le propuso la letra que hoy define al Sanjuanero huilense, “En mi tierra todo es gloria cuando se canta el joropo y si es que se va a bailar, el mundo parece poco, sigamos cantando, sigamos bailando…”.

Es por eso, que estas fiestas auténticas, reconocidas nacional e internacionalmente, por las tradiciones que reseñan al pueblo campesino y sus vivencias, permanecen en la memoria de los colombianos; que en medio de la cuarentena que hoy vive el mundo, los festivales siguen vigentes amenizando la vida en medio de la dificultad. Tal cual, como fue su propósito a los inicios. ¡Viva San Juan!, ¡Viva San Pedro!