Pasar al contenido principal
CERRAR

Malala Yousafzai, la persona más joven que recibe el Nobel de Paz

Con sólo 17 años, Malala Yousafzai se inscribió hoy en la historia del Premio Nobel de Paz al convertirse en la ganadora más joven de la historia de este reconocimiento. Sin embargo, no es la primera vez que Malala bate récords y que sus acciones de adolescente se convierten en la lucha que ni siquiera los activistas de más vieja data han librado.

Desde el Valle del Swat en Pakistán, donde nació, cuando apenas tenía 11 años y bajo el seudónimo Gul Makai, Malala comenzó a escribir un blog para la BBC en 2008. Sus palabras de niña expresaban el deseo de miles de ellas a quienes los talibán paquistaníes quería alejar de los libros.

Ellas se resistían a renunciar a la educación y Malala usó el blog para pedirle al mundo entero que defendiera los derechos de los niños y niñas y promoviera la equidad de la mujer.

Su lápiz no combinaba con las armas de los radicales musulmanes que la alcanzaron el 9 de octubre de 2012 mientras se transportaba en el bus escolar. Uno de ellos la abordó en el vehículo de regreso a casa y le disparó tres veces, alcanzando su cabeza.

Aún inconsciente, Malala fue trasladada a Reino Unido, donde la lucha esta vez fue por su propia vida. Ya superada, sus palabras volvieron al mundo, ahora de su propia voz. Del blog pasó a las giras internacionales y su sueño se hizo realidad: todo el planeta la escuchó y apoyó su causa.

La joven fue recibida por la Asamblea de la Juventud de Naciones Unidas, su clamor le dio la vuelta al globo y varias leyes fueron aprobadas en su nombre en Pakistán, como la ley de educación obligatoria para las mujeres.

La historia de superación de esta adolescente, según Marcos Peckel - profesor de relaciones internacionales y experto en Medio Oriente - pero sobre todo el impacto de sus esfuerzos, fueron los factores determinantes que hoy la convierten el Premio Nobel más joven de la historia.

“Seguir adelante en vez de simplemente ceder y rendirse ha sido un gran logro. Además, la simpatía que irradia y el mensaje que ha llevado han causado un gran impacto y eso es lo importante para el Nobel”, expresó Peckel en La Señal de la Mañana.

Para el profesor, Malala aún tiene un gran camino por recorrer y su corta edad pronostica que seguirá siendo uno de los personajes más influyentes respecto a los temas por los que ha luchado: la educación y los derechos de niños y niñas.

Ella, como símbolo del sacrificio que hizo a muy temprana edad por sus principios, tendrá un alto impacto en Pakistán y otros países (no solo musulmanes), donde las niñas sufren todo tipo de restricciones y donde llegará Malala a luchar por sus derechos.

El significado del Nobel

Para Peckel, el Premio Nobel de Paz de este año, más que un mensaje para los radicales, es un mensaje para otros activistas a quienes la Academia sueca les está diciendo que sigan luchando por sus derechos, porque esa lucha sí tiene efecto, sí genera impacto y además es reconocida por la comunidad internacional.

El internacionalista asegura que es importante aprovechar esta ocasión para diferenciar a la comunidad musulmana de los radicales islamistas. De acuerdo con Peckel, en el mundo del islam, representado en 57 países, habitan 1.600 millones de personas, mientras los radicales son una minoría a la que no le importa este tipo de mensajes de paz.

Kailash Satyarthi, el otro galardonado

Satyarthi es un activista indio, nacido en Vidisha en 1994, que ha luchado contra el trabajo infantil en su país. India, “esa gran potencia emergente que tanto admiramos, tiene varias sombras en su desarrollo social. Una de ellas, además de la esclavitud, es el trabajo infantil. Millones de niños trabajan en empresas legales e ilegales en condiciones deplorables, en plantaciones de tabaco, fabricación de ladrillos, de alfombras, en trabajos manuales, por los que no les pagan o sólo les pagan con comida”, explica Peckel.

Kailash Satyarthi fue líder en 1998 de una movilización civil que reunió a más de 7 millones de personas para protestar contra la explotación infantil y que dio origen a la organización no gubernamental Marcha Global contra el Trabajo Infantil, que hoy preside.

Por Juliana Cañaveral

ETIQUETAS