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Casa Beto Murgas: museo de los acordeones del mundo en Valledupar 

Mensualmente, turistas de muchos países del mundo y todas las regiones del país visitan la Casa Museo para conocer la historia del acordeón vallenato.
Andrés Llamas

En la casa de Alberto ‘Beto’ Murgas Peñaloza y su esposa Rosa ‘Ocha’ Romero hay pocos momentos de quietud y silencio. Aunque este compositor, acordeonero y juglar ya no anda de correduría, como le llamaba Alejo Durán a sus recorridos musicales, muchas son las parrandas que protagoniza el villanuevero en su hogar, el cual se convirtió en el museo de acordeones más famoso de Colombia.

Hablamos de parrandas para referirnos al significado original del término en el Magdalena Grande. Una reunión en algún patio para contemplar la música, beber licor, vino y comer los platos de la provincia. No hay desorden, poco baile y mucha tertulia sobre una cosa y la otra. Estas parrandas en la Casa Beto Murgas – Museo del Acordeón las protagonizan el compositor, quien es también el fundador y curador, y los incontables visitantes que recibe a diario.


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“Hoy es un día que es como si uno estuviera cumpliendo años. Es algo inherente a mi existencia, debido a que mi casa es un museo, esto nos ha ido internacionalizando, no solo a mí, sino también a la ciudad, este espacio sonoro en el que se cultiva la música vallenata”, dijo el maestro Murgas Peñaloza al referirse al Día Internacional de los Museos, que se conmemoró este sábado 18 de mayo.

Beto Murgas, compositor de canciones emblemáticas como ‘Grito en La Guajira’, ‘Nativo del Valle’, ‘Le negra’, y decenas más, con tan solo esta trayectoria al servicio de las letras y la música vallenata ya ha logrado un sitial de honor en la cultura colombiana, pero además de esto le ha dado al país el único museo dedicado a exponer este instrumento con 5 variaciones y decenas de unidades, conseguidas o donadas por personas de Suiza, Alemania, Rusia, Japón, el continente americano, etc.

Y no solo acordeones. Ejemplares tan raros como una muestra del Cheng, el pariente más lejano del acordeón moderno, cuya antigüedad se ha datado 3.000 años en la historia. La Casa Beto Murgas – Museo del Acordeón alberga aproximadamente 50 ejemplares de la novela ‘Cien años de soledad’, en idiomas como el armenio, ruso, alemán, inglés, francés, etc.

Tiene la evolución de la fonografía vallenata en incontables acetatos, incluyendo el álbum de ‘El botón de oro’, grabado por el juglar Francisco ‘Pacho’ Rada en 1938, y otros de Abel Antonio Villa, Luis Enrique Martínez, entre otros.

“En estos días nos han hecho donaciones. Un amigo que vive en Miami nos trajo un acordeón a piano. La cónsul en Bolivia (Piedad Ramírez) nos trajo una concertina. Tenemos los 5 tipos de acordeones: diatónico, cromático, concertina, a piano y el bandoneón, con el que se toca el tango argentino”, agregó el compositor.

La Casa Beto Murgas, ubicada en el barrio San Joaquín, centro de Valledupar, está habitada por recuerdos. Acordeones y libros viajeros, fotografías de parrandas inolvidables, juglares que ya se fueron, músicos célebres y reconocimientos.

Al compositor guajiro su trabajo le ha valido trofeos, medallas y diplomas del Parlamento Andino, del Congreso de la República de Colombia y hasta de la prestigiosa Hohner, la fábrica alemana de acordeones que inundó con sus instrumentos al Caribe colombiano hace décadas sin pensar lo que los costeños harían con él en sus manos. 

Sus esfuerzos por la preservación de la cultura vallenata le han valido todos los halagos y condecoraciones, así como la confianza de lo público y lo privado.

Hace tres días, la Caja de Compensación Familiar del Cesar, Comfacesar, firmó un convenio con Murgas para ejecutar el proyecto ‘Transmisión del conocimiento de la Música Vallenata Tradicional del Magdalena Grande’, en homenaje al nobel de literatura Gabriel García Márquez, con lo cual beneficiarán a 1.500 niños de escuelas en Valledupar, capital mundial del vallenato, patrimonio inmaterial de la humanidad, en necesidad urgente de salvaguarda.

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